
LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO
263
tual de la sociología encuentra su material paradigmático muy
esencialmente, aunque no de modo exclusivo, en las realidades de
la acción consideradas también importantes desde el punto de vista
de la historia. Construye también sus conceptos y busca sus leyes
con el propósito, ante todo, de si pueden prestar algún servicio
para la imputación causal histórica de los fenómenos cultural-
mente importantes. Como en toda ciencia generalizadora, es con-
dición de la peculiaridad de sus abstracciones el que sus conceptos
tengan que ser relativamente vacíos frente a la realidad concreta
de lo histórico. Lo que puede ofrecer como contrapartida es la
univocidad, acrecentada de sus conceptos. Esta acrecentada univo-
cidad se alcanza en virtud de la posibilidad de un óptimo en la
adecuación de sentido, tal como es perseguido por la conceptuación
sociológica. A su vez, esta adecuación puede alcanzarse en su forma
más plena —de lo que hemos tratado sobre todo hasta ahora—
mediante conceptos y reglas racionales (racionales con arreglo a
valores o arreglo a fines). Sin embargo, la sociología busca también
aprehender mediante conceptos teóricos y adecuados por su sentido
fenómenos irracionales (místicos, proféticos, pneumáticos, afec-
tivos)
.
En todos los casos, racionales como irracionales, se distancia
de la realidad, sirviendo para el conocimiento de ésta en la medida
en que, mediante la indicación del grado de aproximación de un
fenómeno histórico a uno o varios de esos conceptos, quedan tales
fenómenos ordenados conceptualmente. El mismo fenómeno his-
tórico puede ser ordenado por uno de sus elementos, por ejemplo,
como "feudal", como "patrimonial" por otro, como "burocrático"
por alguno más todavía, por otro como "carismàtico". Para que con
estas palabras se exprese algo unívoco la sociología debe formar,
por su parte, tipos puros (ideales) de esas estructuras, que mues-
tren en sí la unidad más consecuente de una adecuación de sentido
lo más plena posible, siendo por eso mismo tan poco frecuente
quizás en la realidad —en la forma pura absolutamente ideal del
tipo— como una reacción física calculada sobre el supuesto de un
espacio absolutamente vacío. Ahora bien, la casuística sociológica
sólo puede construirse a partir de estos tipos puros (ideales). Em-
pero, es de suyo evidente que la sociología emplea también tipos-
promedio, del género de los tipos empírico-estadísticos; una cons-
trucción que no requiere aquí mayores aclaraciones metodológicas.
En caso de duda debe entenderse, sin embargo, siempre que se
hable de casos "típicos", que nos referimos al tipo ideal, el cual
puede ser, por su parte, tanto racional como irracional, aunque las