EL OFICIO
DE SOCIÓLOGO
Presupuestos epistemológicos
PIERRE BOURDIEU
JEAN-CLAUDE CHAMBOREDON
JEAN-CLAUDE PAS SERÓN
M
Siglo veintiuno editores Argentina
El oficio
de sociólogo
Presupuestos epistemológicos
por
Pierre Bourdieu
Jean-Claude Chamboredon
Jean-Claude Passeron
2.4. LA ANALOGIA Y LA CONSTRUCCIÓN DE HIPÓTESIS
EL USO DE LOS TIPOS IDEALES EN SOCIOLOGÍA
La metodología weberiana del tipo ideal no propone, como se
supone gratuitamente cuando se le reprocha su "constructivismo",
un instrumento de prueba que debería sustituir la investigación de
las regularidades empíricas o el trabajo histórico de la búsqueda
de causas. Cuando se trata de explicar "constelaciones históricas
singulares" (formaciones sociales, configuraciones culturales o
acontecimientos), las construcciones típico-ideales del sociólogo
pueden "prestar ayuda" para llevar a la formulación de hipótesis
y sugerir las preguntas qué se plantearán a la realidad; no podrían,
en cambio, proveer por mismas ningún conocimiento de la reali-
dad. La "adecuación significativa" que el tipo ideal debe realizar
para poder desempeñar su papel de revelador de las relaciones
ocultas, no autoriza el uso que corrientemente se hace de la defi-
nición weberiana de la "sociología comprensiva" como garantía
de una sociología psicológica que debería consagrarse a construir
sus objetos por referencia a las "motivaciones" y a la vivencia
de los actos: aquí se ve que el "sentido supuesto" no tiene nada en
común con el "sentido subjetivo" de la experiencia vivida, ya que
Weber presenta explícitamente la hipótesis de la no conciencia
del sentido cultural de los actos como un principio de la sociología
comprensiva.
31. M. WEBER
La sociología construye conceptos-tipo —como con frecuencia se
da por supuesto como evidente por sí mismo y se afana por
encontrar reglas generales del acaecer. Esto en contraposición a
la historia, que se esfuerza por alcanzar el análisis e imputación
causales de las personalidades, estructuras y acciones individuales
consideradas culturalmente importantes. La construcción concep-
LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO
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tual de la sociología encuentra su material paradigmático muy
esencialmente, aunque no de modo exclusivo, en las realidades de
la acción consideradas también importantes desde el punto de vista
de la historia. Construye también sus conceptos y busca sus leyes
con el propósito, ante todo, de si pueden prestar algún servicio
para la imputación causal histórica de los fenómenos cultural-
mente importantes. Como en toda ciencia generalizadora, es con-
dición de la peculiaridad de sus abstracciones el que sus conceptos
tengan que ser relativamente vacíos frente a la realidad concreta
de lo histórico. Lo que puede ofrecer como contrapartida es la
univocidad, acrecentada de sus conceptos. Esta acrecentada univo-
cidad se alcanza en virtud de la posibilidad de un óptimo en la
adecuación de sentido, tal como es perseguido por la conceptuación
sociológica. A su vez, esta adecuación puede alcanzarse en su forma
s plena —de lo que hemos tratado sobre todo hasta ahora
mediante conceptos y reglas racionales (racionales con arreglo a
valores o arreglo a fines). Sin embargo, la sociología busca también
aprehender mediante conceptos teóricos y adecuados por su sentido
fenómenos irracionales (místicos, proféticos, pneumáticos, afec-
tivos)
.
En todos los casos, racionales como irracionales, se distancia
de la realidad, sirviendo para el conocimiento de ésta en la medida
en que, mediante la indicación del grado de aproximación de un
fenómeno histórico a uno o varios de esos conceptos, quedan tales
fenómenos ordenados conceptualmente. El mismo fenómeno his-
tórico puede ser ordenado por uno de sus elementos, por ejemplo,
como "feudal", como "patrimonial" por otro, como "burocrático"
por algunos todavía, por otro como "carismàtico". Para que con
estas palabras se exprese algo unívoco la sociología debe formar,
por su parte, tipos puros (ideales) de esas estructuras, que mues-
tren en sí la unidads consecuente de una adecuación de sentido
los plena posible, siendo por eso mismo tan poco frecuente
quizás en la realidad —en la forma pura absolutamente ideal del
tipo como una reacción física calculada sobre el supuesto de un
espacio absolutamente vacío. Ahora bien, la casuística sociológica
sólo puede construirse a partir de estos tipos puros (ideales). Em-
pero, es de suyo evidente que la sociología emplea también tipos-
promedio, del género de los tipos empírico-estadísticos; una cons-
trucción que no requiere aquí mayores aclaraciones metodológicas.
En caso de duda debe entenderse, sin embargo, siempre que se
hable de casos "típicos", que nos referimos al tipo ideal, el cual
puede ser, por su parte, tanto racional como irracional, aunque las
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EL OFICIO DE SOCIÓLOGO'
s de las veces sea racional (en la teoría económica, siempre) y
en todo caso se construya con adecuación de sentido.
Debe quedar completamente en claro que en el dominio de la
sociología sólo se pueden construir "promedios" y "tipos-prome-
dio" con alguna univocidad, cuando se trate de diferencias de
grado entre acciones cualitativamente semejantes por su sentido.
Esto es indudable. En la mayor parte de los casos, sin embargo, la
acción dé importancia histórica o sociológica está influida por
motivos cualitativamente heterogéneos, entre los cuales no puede
obtenerse un "promedio" propiamente dicho. Aquellas construc-
ciones tipico-ideales de la acción social, como las preferidas por
la teoría económica, son "extrañas a la realidad" en el sentido en
que —como en el caso aludido se preguntan sin excepción:
1) cómo se procedería en el caso ideal de una pura racionalidad
económica con arreglo a fines, con el propósito de poder compren-
der la acción codeterminada por obstáculos tradicionales, errores,
afectos, propósitos y consideraciones de carácter no económico,
en la medida en que también estuvo determinada en el caso con-
creto por una consideración racional de fines o suele estarlo en el
promedio; y también 2) con el propósito de facilitar el conoci-
miento de sus motivos reales por medio de la distancia existente
entre la construcción ideal y el desarrollo real. De un modo com-
pletamente análogo tendría que proceder la construcción típico-
ideal de una consecuente actitud acósmica frente a la vida (por
ejemplo, frente a la política y a la economía) místicamente condi-
cionada. Cuanto cons precisión y univocidad se construyan
estos tipos ideales y seans extraños en este sentido, al mundo,
su utilidad será también mayor tanto terminológica, clasificatoria,
como heurísticamente. En realidad, no procede de otra forma la
imputación causal concreta que hace la historia de determinados
acontecimientos: por ejemplo, quien quiera explicarse el desarrollo
de la batalla de 1866 tiene que averiguar (idealmente), lo mismo
respecto de Moltke que de Benedek, cómo hubieran procedido cada
uno de ellos, con absoluta racionalidad, en el caso de un conoci-
miento cabal tanto de su propia situación como del enemigo, para
compararlo con la que fue su actuación real y explicar luego cau-
salmente la distancia entre ambas conducías (sea por causa d,
e
información falsa, errores de hecho, equivocaciones, temperamento
personal o consideraciones no estratégicas). También aquí se aplica
una (latente) construcción racional típico-ideal.
Los conceptos constructivos de la sociología son típico-ideales
LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO
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lio sólo externa, sino también internamente. La acción real sucede
en la mayor parte de los casos con oscura semiconsciencia o plena
inconsciencia de su "sentido mentado". El agentes bien "siente"
de un modo indeterminado que "sabe" o tiene clara idea; actúa en
la mayor parte de los casos por instinto o costumbre. Sólo ocasio-
nalmentey en una masa de acciones análogas únicamente en
algunos individuos se eleva a conciencia un sentido (sea racio-
nal o irracional) de la acción. Una acción con sentido efectiva-
mente tal, es decir, clara y con absoluta conciencia es, en la reali-
dad, un caso límite. Toda consideración histórica o sociológica
+
^ne que tener en cuenta este hecho en sus análisis de la realidad.
i-ero esto no debe impedir que la sociología construya sus concep-
tos mediante una clasificación de los posibles "sentidos mentados"
y como si la acción real transcurriera orientada conscientemente
según sentido. Siempre tiene que tener en cuenta y esforzarse
por precisar el modo y medida de la distancia existente frente
a la realidad, cuando se trate del conocimiento de ésta en su con-
creción. Muchas veces se está metodológicamente ante la elección
entre términos oscuros y términos claros, aunque irreales y
"típico-ideales". En este caso deben preferirse científicamente los
últimos.
MAX WEBER
Economía y sociedad
En la teoría abstracta de la economía tenemos un ejemplo de
esas síntesis que se acostumbra denominar "ideas" de los fenó-
menos históricos. Nos ofrece un cuadro ideal de los procesos
que tienen lugar en el mercado de los bienes, en el caso, claro
está, de una sociedad organizada según la economía del cambio,
la libre competencia y una actividad estrictamente racional.
Este cuadro de ideas reúne determinadas relaciones y procesos
ofrece el carácter de una utopía, obtenida mediante la acentua-
ción mental de determinados elementos de la realidad. Su rela-
ción con los hechos de la vida empíricamente dados, consiste
tan sólo en que allí donde se comprueba o sospecha que unas
relaciones —del tipo de las representadas de forma abstracta
en la citada construcción, a saber, sucesos dependientes del
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EL OFICIO DE SOCIÓLOGO'
de la vida histórica para formar un cosmos no contradictorio
de conexiones pensadas. Por su contenido, dicha estructura
"mercado" han llegado a actuar en algún grado en la reali-
dad, nosotros podemos representarnos y comprender de forma
pragmática las particularidades de tales relaciones mediante un
tipo ideal. Esta posibilidad puede ser valiosa, e incluso indispen-
sable, tanto para la heurística como para la exposición.
En lo referente a la investigación, el concepto del tipo
ideal se propone formar el juicio de atribución. Si bien no es
una hipótesis, desea señalar el camino a la formación de hipó-
tesis. Si bien no es una representación de lo real, desea conferir
a la representación unos medios expresivos unívocos. Es, por lo
tanto, la "idea" de la moderna e históricamente dada organiza-
ción de la sociedad según la economía de la circulación, la
cual se desarrolla según los mismos principios lógicos que
sirvieron, por ejemplo, para construir la idea de la "economía
urbana" de la Edad Media a modo de concepto "genético". Si
se hace así, no establecemos el concepto de "economía urbana"
a modo de característica media de todos los principios econó-
micos realmente existentes en el conjunto de ciudades estudia-
das, sino también a modo de tipo ideal. Se le obtiene mediante
la acentuación unilateral de uno o varios puntos de vista y
mediante la reunión de gran cantidad de fenómenos individua-
les, difusos y discretos, que pueden darse en mayor o menor
número o bien faltar por completo, y que se suman a los puntos
de vista unilateralmente acentuados a fin de formar un cuadro
homogéneo de ideas. Resulta imposible encontrar empíricamente
en la realidad este cuadro de ideas en su pureza conceptual, ya
que es una utopía. Para la investigación histórica se plantea la
tarea de determinar en cada caso particular la proximidad o
lejanía entre la realidad y la imagen ideal. Esto es, en qué medida
el carácter económico de las condiciones de determinada ciudad
puede ser calificado de "economía urbana" en sentido concep-
tual. Ahora bien, aplicado con cuidado, ese concepto cumple los
servicios específicos para el fin de la investigación y la exposi-
ción [...].
Ahora bien, ¿qué significado tienen tales conceptos de tipo
ideal para una ciencia empírica, tal como la queremos practi-
car nosotros? De antemano queremos subrayar la necesidad
de que los cuadros de pensamiento que tratamos aquí, "ideales"
en sentido puramente lógico, sean rigurosamente separados
LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO
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de la noción del "deber ser" o "modélico". Se trata de la cons-
trucción de relaciones que a nuestra fantasía le parecen sufi-
cientemente motivadas y, en consecuencia, objetivamente
posibles y que a nuestro saber nomológico le parecen adecuadas.
Quien opina que el conocimiento de la realidad histórica
debe o puede ser una copia "sin premisas" de hechos "objetivos",
les negará todo valor. E incluso quien haya reconocido que en
el ámbito de la realidad no existe ninguna "ausencia de premi-
sas" en sentido lógico, y que els sencillo extracto de actos o
documentos sólo puede tener algún sentido científico con rela-
ción a "significados" y, en última instancia, con relación a
ideas de valor, considerará sin embargo la construcción de cual-
quier "utopía" histórica como un medio ilustrativo peligroso
para la objetividad del trabajo histórico, pero en general como
simple juego. Y de hecho, nunca puede decidirse a priori si se
trata de un mero juego mental, o bien de un conjunto concep-
tual fructífero para la ciencia. También aquí sólo hay una
escala: la de la eficacia para el conocimiento de fenómenos cul-
turales concretos, tanto en su relación, como en su condiciona-
lidad causal y su significado. Por lo tanto, la construcción de
tipos ideales abstractos no interesa como fin, sino exclusivamente
como medio.
Ahora bien, todo examen atento de los elementos concep-
tuales de la exposición histórica muestra que el historiador —tan
pronto como intenta sobrepasar la mera comprobación de unas
relaciones concretas, para determinar el significado cultural de
un proceso individual, por sencillo que sea, esto es; para "carac-
terizarlo" trabaja y tiene que trabajar con unos conceptos que
por regla general sólo pueden determinarse de forma precisa y
unívoca a través de tipos ideales. ¿O acaso conceptos tales como
individualismo, imperialismo, feudalismo, mercantilismo y con-
vencional, así como las innumerables construcciones conceptua-
les de este tipo, mediante las cuales buscamos dominar la reali-
dad con la mente y la comprensión, deben determinarse median-
te la descripción "sin premisas" de un fenómeno concreto
cualquiera, o bien mediante la síntesis por abstracción de aquello
que es común a varios fenómenos concretos?
El lenguaje que utiliza el historiador contiene cientos de
palabras que comportan semejantes cuadros mentales impreci-
sos, entresacados de la necesidad de la expresión, cuyo signifi-
cado sólo se siente de forma sugestiva, sin haberlo pensado con
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EL OFICIO DE SOCIÓLOGO'
claridad. En numerosísimos casos, ante todo en el campo de la
historia política descriptiva, el carácter impreciso de su conte-
nido no favorece seguramente la claridad de la exposición. En
tales casos basta con que se sienta lo que el historiador imagina,
o bien que uno se contente con que una precisión particular del
contenido conceptual de importancia relativa aparezca 'como
pensada.
Pero cuantos clara conciencia se quiere tener del carác-
ter significativo de un fenómeno cultural,s imperiosa se
hace la necesidad de trabajar con unos conceptos claros, que
no estén determinados de forma particular, sino general. Ahora
bien, resulta absurdo conferir a esas síntesis del pensamiento
histórico una "definición" según el esquema «genus proximum,
differentia specifica-». Hágase si no la prueba. Esta forma de la
comprobación del significado de las palabras sólo existe en el
campo de las disciplinas dogmáticas, las cuales trabajan con
silogismos. Tampoco existe, o sólo en apariencia, una mera
"descomposición descriptiva" de tales conceptos en sus elemen-
tos integrantes, ya que lo que importa es saber cuales de estos
elementos deben considerarse esenciales. Si se quiere intentar
una definición genética del contenido conceptual, sólo queda la
forma del tipo ideal, en el sentido establecido anteriormente.
Este es un cuadro mental. No es la realidad histórica y mucho
menos la realidad "auténtica", como tampoco es en modo alguno
una especie de esquema en el cual se pudiera incluir la realidad
a modo de ejemplar. Tienes bien el significado de un con-
cepto límite puramente ideal, con el cual se mide la realidad a
fin de esclarecer determinados elementos importantes de su
contenido empírico, con el cual se la compara. Tales conceptos
son formaciones en las cuales construimos unas relaciones con
la utilización de la categoría de la posibilidad objetiva, que
nuestra fantasía formada y orientada según la realidad juzga
adecuadas.
En esta función, el tipo ideal es ante todo el intento de
expresar individuos históricos o sus distintos elementos mediante
conceptos genéticos. Tomemos por ejemplo los conceptos "igle-
sia" y "secta". Mediante la clasificación pura, podemos anali-
zarlos en complejos de características, para lo cual deben quedar
constantemente elásticos tanto el límite entre ambos, como el
contenido conceptual. Por el contrario, si quiero comprender de
forma genética, el concepto de "secta", esto es, en relación con
LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO 269
ciertos significados culturales importantes que el "espíritu de
secta" tuvo para la cultura moderna, entonces ciertas caracterís-
ticas de ambos devienen esenciales, dado que se hallan en una
relación causal adecuada con tales efectos. Ahora bien, los con-
ceptos devienen entonces tipos ideales, esto es, no se manifies-
tan en su plena pureza conceptual, o sólo lo hacen de forma
esporádica. Porque tanto aquí como en todas partes, todo con-
cepto no puramente clasificatorio nos aparta de la realidad.
MAX WEBER
Sobre la teoría de las ciencias sociales
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