económica, y si alguna vez el sistema soviético ha de curarse a sí mismo, debe permitir la toma de
decisiones libre y descentralizada respecto a inversiones, trabajo y precios. Después de un par de
altos iniciales de confusión ideológica, estos principios han sido finalmente incorporados a una política
con la promulgación de nuevas leyes sobre autonomía empresaria, cooperativas, y finalmente en
1988 sobre contratos de arrendamiento y granjas familiares. Hay, por supuesto, una cantidad de
defectos fatales en la actual implementación de las reformas, muy notoriamente la ausencia de una
reforma de precios completa. Pero el problema ya no es conceptual: Gorbachov y sus lugartenientes
parecen entender la lógica económica del mercado lo suficiente, pero, al igual que los líderes de un
país del Tercer Mundo frente al FMI, están asustados de las consecuencias sociales de poner fin a los
subsidios al consumidor y otras formas de dependencia del sector estatal.
En la esfera política, los cambios propuestos a la Constitución soviética, el sistema legal y las reglas
del partido llegan a mucho menos que al establecimiento de un Estado liberal. Gorbachov ha
hablado de democratización principalmente en la esfera de los asuntos internos del partido, y ha
mostrado poca intención de poner fin al monopolio del poder del Partido Comunista; incluso, la
reforma política parece legitimizar y por tanto reforzar el gobierno del PCUS
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No obstante, los
principios generales subyacentes a la reforma —que el
"
pueblo
"
sea realmente responsable por sus
propios asuntos, que los cuerpos políticos más altos sean responsables ante los que están más abajo y
no viceversa, que el gobierno de la ley prevalezca sobre las acciones arbitrarias de policía, con
separación de poderes e independencia judicial, que haya protección legal a los derechos de propiedad,
la necesidad de una discusión abierta de los asuntos públicos y el derecho de disenso público, dar poder
a los sóviets como un foro en el cual el pueblo soviético pueda participar, y de una política cultural que
sea más tolerante y pluralista— provienen de una fuente fundamentalmente extraña a la tradición del
marxismo-leninismo de la URSS, incluso no completamente articuladas y pobremente implementadas
en la práctica.
Las reiteradas afirmaciones de Gorbachov de que no está haciendo más que restaurar el significado
original del leninismo son en sí mismo una especie de doble discurso orwelliano. Gorbachov y sus
aliados han sostenido consistentemente que la democracia interna de! partido era algo así como la
esencia del leninismo, y que las diversas prácticas liberales de debate abierto, las elecciones con voto
secreto y el gobierno de la ley eran parte de la herencia leninista corrompida luego por Stalin. Aunque
casi cualquiera podría salir bien parado en comparación con Stalin, trazar una línea tan definida entre
Lenin y su sucesor es cuestionable. La esencia del centralismo democrático leninista era el centralismo,
no la democracia: esto es, la absolutamente rígida, monolítica y disciplinada dictadura de un jerárqui-
camente organizado Partido Comunista de vanguardia, hablando en nombre del demos. Todas las
polémicas viciosas de Lenin contra Karl Kautsky, Rosa Luxemburg, y varios otros rivales
mencheviques y socialdemócratas, para no mencionar su desdén por la
"
legalidad burguesa
"
y las
libertades, se centraban en su profunda convicción de que una revolución no podía ser realizada
exitosamente por una organización manejada democráticamente.
El clamor de Gorbachov de que él está buscando retornar al verdadero Lenin es perfectamente fácil
de entender habiendo promovido una denuncia completa del stalinismo y el brezhnevismo como raíz de
las dificultades presentes en la URSS, necesita algún punto de historia soviética en el cual afincar la
legitimidad de la continuación del gobierno del PCUS. Pero los requerimientos tácticos de Gorbachov no
deben cegarnos ante el hecho de que los principios de democratización y descentralización que el ha
enunciado en la esfera económica y política son altamente subversivos de algunos de los más
fundamentales preceptos deI marxismo y del leninismo. Es más, si la mayor parte de las presentes
propuestas de reforma económica se pusieran en práctica, es difícil saber cómo la economía soviética
podría ser más socialista que aquéllas de los otros países occidentales con grandes sectores públicos.
La Unión Soviética no podría ser descripta por ahora como un país liberal o democrático, ni pienso
que sea demasiado probable que la perestroika tenga tal éxito que la etiqueta pueda ser pensable en
un próximo futuro. Pero en el fin de la historia no es necesario que todas las sociedades se conviertan en
exitosas sociedades liberales sino que terminen sus pretensiones ideológicas de representar diferentes y
más altas formas de sociedad humana. Y a este respecto creo que algo muy importante ha ocurrido en
la sociedad soviética en los años recientes: la crítica del sistema soviético sancionada por Gorbachov ha
sido tan completa y devastadora que hay muy pocas chances de volver, ya sea al stalinismo o al
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Esto no es verdad en Polonia y Hungría, cuyos partidos comunistas han iniciado
movimientos hacia una verdadera participación del poder y pluralismo.