
9
siempre es ambigua: puede poner de manifiesto una falta de competencia como una falta de buena voluntad.
Hay conductas que muestran signos de mala voluntad: “podría ir muy bien, pero no se preocupa-… no reflexiona…. No se lo
toma en serio…. Va a lo fácil...”esto es lo que puede oírse respecto a un alumno que transgredí una norma de conducta, que llega
tarde, que masca chicle en clase,
Pero las mismas frases se pronuncian cuando un alumno de 10 años no hace bien una suma, se olvida de poner su nombre en la
hoja, sus trabajos están repletos de evidentes faltas de atención.
A pesar de su gran diversidad, estas conductas comparten la característica de que parecen evitables con la condición de poner
suficiente buena voluntad. Por lo tanto se hacen reprensibles.
Sin duda algunas conductas ponen de manifiesto la incapacidad, con independencia de los sujetos que la realizan y de la situación.
Otras manifiestan a menudo mala voluntad, como un rechazo a un trabajo. Pero la mayor parte de los comportamientos puede
referirse a uno u otro registro. (Referidas al trabajo y los resultados obtenidos en lengua, matemática o referidas a la disciplina,
atención, participación, orden, limpieza).
El carácter peculiar del trabajo escolar produce una variedad muy especial de doble interpretación. La conducta actual del alumno
manifiesta una incapacidad real, se diría que no puede, que no sabe hacer lo que se le pide. Pero, sino sabe, si ahora no puede, es
porque no ha querido aprenderlo cuando tenia tiempo para ello.
El ejemplo es el del estudio, los ejercicios, los repasos y en general, el trabajo que en clase o en casa, ha de garantizar el dominio
de determinados conocimientos, si en el día de hoy un alumno no sabe conjugar explicar un texto, es porque ayer no ha hecho
nada, no ha escuchado, no hizo los deberes, “los malos resultados de hoy sancionan la negligencia o la pereza de ayer!
Las conductas pueden tener doble interpretación:
respuesta represiva, la cual provoca una reacción agresiva o negativa del alumno, la desaprobación del maestro afecta a su
amor propio y a sus intereses. El niño se enfrenta a varios desafíos: a conservar una imagen positiva de si mismo, no perder su
categoría ante el maestro o sus compañeros, evitar sanciones, no provocar el endurecimiento de la norma. Esto no quiere decir
que admita su culpa y acepte con serenidad el juicio del maestro. A veces en cambio, conservara un sentimiento de humillación
o de rabia impotente, o sea, de injusticia o persecución. Cuando el alumno entra en conflicto abierto con el alumno, rehúsa a
cambiar a excusarse, a reparar el daño causado y acumula otras desviaciones.
respuesta educativa, supone una relación de ayuda, una cooperación, intereses comunes:” tu haces todo lo posible, yo te
ayudare a hacerlo mejor, trabajando a tu lado, explicándote de nuevo las cosas, proponiéndote ejercicios mas fáciles,
explicándote lo que no entiendas” la relación es asimétrica, el maestro detenta el poder de imponer al alumno un trabajo
suplementario, un ritmo mas vivo, una reflexión más sostenida. Todo ello puede desembocar, si el alumno “no sigue el jugo”
no se hace cargo, no hace un esfuerzo, en la desaprobación de su conducta,. Asi se convierte en “responsable” de su falta de
excelencia, ya que no hace nada para superarse, a pesar de la mano que le tiende el maestro. De este modo se pasa al primer
caso. Y eso es lo que pasa cuando las lagunas y dificultades escolares de un alumno son tales que necesitaría hacer un inmenso
esfuerzo para progresar.
En todas las aulas hay algún alumno que se enfrentan a unas exigencias que pueden experimentar como exorbitantes: reparar sus
fallos pasados mediante un compromiso constante respecto a todas las tareas propuestas, a las que se une un trabajo suplementario
de recuperación. Estas mismas expectativas bastan para devolver al alumno a la situación de fracaso de la que se pretendía
ayudarle a salir.
Desviación e incompetencia, una dialéctica de larga duración.-
Maestro y alumno corren el riesgo de encontrarse atrapados en un círculo vicioso. El proceso puede iniciarse de dos maneras:
conductas desviadas, que marginan al alumno, lo excluyen de la comunicación y del trabajo escolar, de ello se siguen pésimos
resultados escolares, que , a su vez, provocan nuevas conductas desviadas.
dificultades escolares graves que provocan una atención didáctica individualizada o una presión, más fuerte sobre el alumno
para que trabaje y “se encargue”. Esto conduce a determinados enfrentamientos respecto al esfuerzo necesario y a estrategias
de escape o de simulación.
Las conductas desviadas y las dificultades escolares se complementan mutuamente sin que sepamos muy bien como se
desencadena la situación. A la larga las dificultades escolares y las conductas habituales desviadas, se convierten en dos facetas
inseparables y el alumno se encuentra encerrado en esta doble imagen de flojo e indisciplinado.
En el juicio de excelencia, encontramos que los juicios del maestro se extiende a lo largo de meses o años, no son sino
movimientos entre muchos otros, en una partida entablada que continua.
CLASE 3: MADDONI-AIZENCANG. EL FRACASO ESCOLAR. UN TEMA CTRAL EN LA AGENDA
lOMoARcPSD|4015717