DIGESTIVO II
GLÁNDULAS SALIVALES
Las glándulas salivales mayores son órganos pares con conductos excretores largos que desembocan en la cavidad bucal.
Estas, son la parótida, la submandibular y la sublingual, y todas consisten en órganos pares. Las glándulas parótidas y
submandibulares en realidad están ubicadas fuera de la cavidad bucal y su secreción la alcanza a través de conductos
largos. La glándula parótida es subcutánea y está situada por debajo y por delante del oído externo en el espacio que hay
entre la rama de la mandíbula y la apófisis estiloides del hueso temporal. La glándula submandibular se encuentra bajo el
piso de la boca en el llamado triángulo submandibular del cuello. La glándula sublingual está ubicada en el piso de la boca
por delante de la glándula submandibular. Las glándulas salivales menores están en la submucosa de las diferentes partes
de la cavidad bucal y comprenden las glándulas linguales, labiales, bucales, molares y palatinas. Todas las glándulas
salivales se originan a partir del epitelio bucal embrionario. Al principio, la glándula adopta la forma de un cordón celular
macizo que prolifera hacia el interior del mesénquima. La proliferación de las células epiteliales al final produce cordones
muy ramificados con extremos dilatados o bulbosos. La degeneración de las células más internas de los cordones y de los
extremos dilatados determina que éstos se canalicen. Así, los cordones se convierten en conductos excretores y los
extremos bulbosos dan origen a los adenómeros glandulares.
Adenómeros glandulares
Los adenómeros o porciones secretoras se organizan en lobulillos.
Las glándulas salivales mayores están rodeadas por una cápsula de
tejido conjuntivo de densidad moderada de la cual parten tabiques
que dividen el parénquima glandular en lóbulos y lobulillos. Los
tabiques contienen los vasos sanguíneos de calibre mayor y los
conductos excretores más grandes. El tejido conjuntivo asociado
con los grupos de adenómeros se mezcla imperceptiblemente con
el tejido conjuntivo laxo circundante. Las glándulas salivales
menores no tienen una cápsula. En el tejido conjuntivo que rodea
los adenómeros de las glándulas salivales mayores y menores hay
una abundancia de linfocitos y plasmocitos.
Los adenómeros son de tres tipos: serosos, mucosos y mixtos. La
unidad funcional básica de las glándulas salivales, la sialona,
consiste en el adenómero, llamado ácino, y los distintos
segmentos de la vía de excreción (conducto intercalar, conducto
estriado y conducto excretor mayor). El ácino es un saco ciego
compuesto por células secretoras. Los ácinos de las glándulas
salivales contienen células serosas (secretoras de proteínas), células mucosas (secretoras de mucina) o ambas. La
frecuencia relativa de los tres tipos de ácinos es una característica importante por la cual se distinguen las glándulas
salivales mayores. Los tres
tipos de ácinos son:
• Ácinos serosos, que sólo contienen células serosas y en general son esferoidales.
• Ácinos mucosos, que sólo poseen células mucosas y suelen ser más tubulares.
• Ácinos mixtos, que tienen tanto células serosas como células mucosas. En los preparados de rutina teñidos con H-E, los
ácinos mucosos tienen un casquete de células serosas que se cree que secretan su producto hacia el espacio intercelular
tortuoso que hay entre las células mucosas. A causa de su aspecto en los cortes histológicos, estos casquetes reciben el
nombre de semilunas serosas.
Conductos excretores
La luz del ácino salival es continua con la del sistema de conductos que puede tener hasta tres segmentos secuenciales, a
saber:
Conducto intercalar, que parte del ácino
Conducto estriado, denominado así porque tiene “estriaciones” que corresponden a repliegues de la membrana
plasmática basal de las células cilíndricas del epitelio que forma el conducto
Conductos excretores, que son los conductos mayores que desembocan en la cavidad bucal.
Las glándulas serosas tienen conductos intercalares y estriados bien desarrollados que modifican la secreción serosa por
absorción de componentes específicos y secreción de componentes adicionales para formar el producto final. Las
glándulas mucosas, en las cuales la secreción no se modifica, poseen conductos intercalares muy poco desarrollados que
pueden no ser reconocibles en los cortes teñidos con H-E. Además, estas glándulas carecen de conductos estriados.
Los conductos intercalares están revestidos por células epiteliales cúbicas bajas que no suelen tener ninguna
característica distintiva indicadora de una función que no sea la de conducir la secreción. Sin embargo, las células de los
conductos intercalares poseen actividad de anhidrasa carbónica. En las glándulas serosas y en las glándulas mixtas se ha
demostrado que:
• Secretan H C 0 3- hacia el producto de los ácinos.
• Absorben Cl- del producto de los ácinos.
Los conductos estriados están revestidos por epitelio simple cúbico que gradualmente se convierte en cilindrico conforme
se aproxima al conducto excretor mayor. Los repliegues de la membrana plasmática basal se ven como “estriaciones” en
los cortes histolóicos para la microscopía óptica. Los conductos estriados son los sitios de:
• Reabsorción de Na‘ desde la secreción primaria.
• Secreción de K* y H C 0 3" hacia el producto glandular.
Se reabsorbe más Na+ que el K+ que se secreta, de modo que el producto de secreción se torna hipotónico.
El diámetro de los conductos estriados con frecuencia supera el del ácino secretor. Los conductos estriados están ubicados
en el parénquima de las glándulas (son conductos intralobulillares) pero pueden estar rodeados por una pequeña cantidad
de tejido conjuntivo provisto de vasos sanguíneos y nervios orientados en forma paralela al eje longitudinal del conducto.
Los conductos excretores de mayor calibre son las vías de excreción más importantes en cada una de las glándulas salivales
mayores y por último desembocan en la cavidad bucal. El epitelio de los conductos excretores de calibre menor es simple
cúbico. A medida que aumenta el diámetro del conducto, con frecuencia se ve un epitelio estratificado cilíndrico y cuando
se acerca a la cavidad bucal puede haber un epitelio estratificado plano.
Glándula parótida
Las glándulas parótidas son completamente serosas. Las parótidas son las más grandes de las glándulas salivales mayores.
Son glándulas pares, serosas, situadas por debajo y por delante del oído, cuyo conducto excretor desemboca en la cavidad
bucal frente al segundo molar superior. Las unidades secretoras de la parótida son serosas y de cada una de ellas surge
un conducto intercalar largo y estrecho. Los conductos estriados son mayores y más conspicuos.
En la glándula parótida con frecuencia hay una gran cantidad de tejido adiposo; ésta es una de sus características
distintivas. El nervio facial (nervio craneal VII) atraviesa la glándula y en los preparados de rutina teñidos con H-E a menudo
aparecen cortes transversales grandes de él que también pueden ser de ayuda para la identificación de la parótida.
Glándula submandibular
Las submandibulares son glándulas mixtas que en los seres humanos están compuestas principalmente por ácinos
serosos. Las glándulas submandibulares, que son órganos pares más o menos grandes, están ubicadas debajo del piso de
la boca, una de cada lado, cerca de la mandíbula. De cada glándula parte un conducto excretor que sigue un trayecto
oblicuo, de atrás hacia delante y de afuera hacia adentro, hasta una papila situada en el piso de la boca justo lateral con
respecto al frenillo de la lengua. Entre los ácinos, que son predominantemente serosos, suelen aparecer algunos ácinos
mucosos coronados por semilunas serosas. Los conductos intercalares son menos abundantes que en la glándula parótida.
Glándula sublingual
Las sublinguales son pequeñas glándulas mixtas que en los seres humanos están formadas principalmente por ácinos
mucosos. Las glándulas sublinguales, que son las más pequeñas de las glándulas salivales mayores pares, están situadas
en el piso de la boca anteriores con respecto a las glándulas submandibulares. Sus múltiples conductos excretores
pequeños desembocan en los conductos submandibulares y también en forma independiente en el piso de la cavidad
bucal. Algunos de los ácinos de predominio mucoso poseen semilunas serosas pero es muy raro hallar ácinos serosos
puros.
HIGADO
Organización estructural:
• Parénquima, que consiste en trabéculas de hepatocitos bien
organizadas que en el adulto normalmente tienen una sola
célula de espesor y están separadas por capilares sinusoidales.
En los niños de hasta 6 años, los hepatocitos se distribuyen en
trabéculas de dos células de espesor.
• Estroma de tejido conjuntivo que se continúa con la cápsula
fibrosa de Glisson. En la estroma conjuntiva hay vasos
sanguíneos, nervios, vasos linfáticos y conductos biliares.
Capilares sinusoidales (sinusoides), que son los vasos que
hay entre las trabéculas hepatocíticas.
Espacios perisinusoidales (espacios de Disse), que están
entre el endotelio sinusoidal y los hepatocitos.`
El lobulillo clásico consiste en pilas de trabéculas hepatocíticas
anastomosadas, de una célula de espesor, separadas por el
sistema interconectado de sinusoides que irriga las células con
una mezcla de sangre venosa (portal) y arterial. Cada lobulillo mide alrededor de 2,0 X 0,7 mm. En el centro hay una vénula
relativamente grande, la llamada vena
central o vena centrolobulillar (vénula
hepática terminal, vénula hepática
postsinusoidal), en la cual desembocan los
sinusoides. Las trabéculas de hepatocitos,
al igual que los sinusoides, adoptan una
disposición radial desde la vena
centrolobulillar hacia la periferia del
lobulillo. En los ángulos del hexágono están
los espacios portales o espacios de Kiernan,
que consisten en tejido conjuntivo laxo de la estroma caracterizado por la presencia de las tríadas portales. Este tejido
conjuntivo en última instancia es continuo con la cápsula fibrosa que rodea el hígado. El espacio portal está limitado por
los hepatocitos más periféricos del lobulillo. En los bordes del espacio portal, entre la estroma de tejido conjuntivo y los
hepatocitos, hay un intersticio pequeño denominado espacio periportal (espacio de Malí). Se cree que este espacio es uno
de los sitios donde se origina linfa en el hígado. En los seres humanos lo normal es que haya muy poco tejido conjuntivo
interlobulillar y es necesario que, cuando se examinan cortes histológicos de hígado, se tracen líneas imaginarias entre los
espacios portales que rodean una vena centrolobulillar para darse una idea del tamaño del lobulillo clásico.
La principal función exocrina del hígado es la secreción de bilis. En consecuencia, el
eje morfológico del lobulillo portal es el conducto biliar interlobulillar de la tríada
portal del lobulillo clásico. Sus borde externos son líneas imaginarias trazadas entre
las tres venas centrolobulillares más cercanas a esa tríada portal. Estas líneas definen
un bloque de tejido más o menos triangular que incluye aquellas porciones de los tres
lobulillos clásicos que secretan la bilis que drena en su conducto biliar axial. Este
concepto permite una descripción de la estructura parenquimatosa hepática
comparable a la de otras glándulas.
El ácino hepático tiene forma romboidal y es la unidad funcional más pequeña del
parénquima hepático. El eje menor del ácino está definido por las ramas terminales
de la tríada portal que siguen el límite entre dos lobulillos clásicos. El eje mayor del
ácino es una línea perpendicular trazada entre las dos venas centrolobulillares más
cercanas al eje menor. Por consiguiente, en una vista bidimensional, el ácino hepático
ocupa partes de dos lobulillos clásicos contiguos. Este concepto permite una descripción de la función secretora exocrina
del hígado comparable a la del lobulillo portal.
Los hepatocitos en cada ácino hepático se describen dispuestos en tres zonas
elípticas concéntricas que rodean el eje menor.
La zona 1 es la más cercana al eje menor y a la irrigación proveniente de las
ramas penetrantes de la vena porta y de la arteria hepática. Esta zona corresponde
a la periferia de los lobulillos clásicos.
La zona 3 es la más lejana al eje menor y la más cercana a la vena centrolobulillar
(vénula hepática terminal o postsinusoidal). Esta zona corresponde al centro del
lobulillo clásico cuyos hepatocitos rodean la vena centrolobulillar.
• La zona 2 está entre las zonas 1 y 3 pero no tiene límites nítidos.
Las células de la zona 1 son las primeras en recibir oxígeno, nutrientes y toxinas desde la sangre sinusoidal y son las
primeras en exhibir alteraciones morfológicas después de la obstrucción de la vía biliar (estasis biliar). Estas células
también son las últimas en morir si hay trastornos de la circulación y son las primeras en regenerarse. En cambio, las
células de la zona 3 son las primeras en sufrir necrosis isquémica (necrosis centrolobulillar) en las situaciones en las que
disminuye la perfusión y las primeras en acumular lípidos. Son las últimas en responder a sustancias tóxicas y a la estasis
biliar.
VASOS SANGUINEOS EN EL PARENQUIMA
Los vasos sanguíneos que están en los espacios portales se denominan vasos interlobulillares. Sólo los vasos
interlobulillares que forman las tríadas portales más pequeñas envían sangre hacia los sinusoides. Los vasos
interlobulillares mayores se ramifican en vasos de distribución que están situados en la periferia del lobulillo. Estos vasos
de distribución emiten vasos de entrada hacia los sinusoides. En los sinusoides la sangre fluye en forma centrípeta hacia
la vena centrolobulillar. La vena centrolobulillar transcurre a lo largo del eje central del lobulillo hepático clásico, aumenta
su calibre conforme avanza a través del lobulillo y desemboca en una vena sublobulillar. Varias venas sublobulillares
convergen para formar las venas hepáticas, que son mayores y desembocan en la vena cava inferior.
La estructura de la vena porta y sus ramas dentro del hígado es la típica de las venas en general. Su luz es mucho más
grande que la de la arteria asociada. La estructura de la arteria hepática es como la de otras arterias, o sea que tiene una
pared muscular gruesa. Además de proveer sangre arterial directamente a los sinusoides, la arteria hepática provee sangre
oxigenada al tejido conjuntivo y a otras estructuras en los espacios portales más grandes. Los capilares en estos espacios
portales grandes devuelven la sangre a las venas interlobulillares antes de que éstas se vacíen en el sinusoide. La vena
centrolobulillar es un vaso de pared delgada que recibe la sangre de los sinusoides hepáticos. Su revestimiento endotelial
está rodeado por cantidades pequeñas de fibras de tejido conjuntivo dispuestas en espiral. La vena centrolobulillar,
denominada así por su posición central en el lobulillo clásico, en realidad es la vénula que sigue a los capilares sinusoidales
en el circuito de la sangre a través
del hígado y, por ende, sería más
correcto llamarla vénula hepática
postsinusoidales (aunque es válida
la denominación vénula hepática
terminal). La vena sublobulillar,
que es el vaso que recibe la sangre
de las vénulas hepáticas
postsinusoidales o terminales,
posee una capa bien definida de
fibras del tejido conjuntivo, tanto
colágenas como elásticas, justo por
fuera del endotelio. Las venas
sublobulillares, así como las venas
hepáticas en las que desembocan,
viajan solas. Dado que son vasos
solitarios, en los cortes histológicos
pueden distinguirse con facilidad de las ramas de la vena porta que son miembros de las tríadas. En las venas hepáticas
no hay válvulas. Los sinusoides hepáticos están revestidos por un delgado endotelio discontinuo.
HEPATOCITOS
Son metabólicamente muy activos.
Los globulos rojos se ven azules dentro de los sinusoides, entre flechas los canalículos, se forman entre los hepatocitos
(en sus uniones)
S: sinusoide
CV: vena central
Se ven los núcleos de los hepatocitos con violeta
Las células de kuper se ven en las paredes del sinusoide (KC)
Vías biliares
Las vías biliares (también conocidas como árbol biliar) están formadas por un sistema de conductos de calibre cada vez
mayor por los que fluye la bilis desde los hepatocitos hacia la vesícula biliar y desde esta última hacia el intestino. En el
hígado humano adulto hay más de 2 km de conductillos y conductos biliares interconectados de formas y tamaños
diferentes. Estas estructuras no son sólo conductos pasivos sino que son capaces de modificar el flujo biliar y cambiar su
composición en respuesta a estímulos hormonales y nerviosos. Las vías biliares tienen un revestimiento de colangiocitos
que verifican el flujo de la bilis y regulan su contenido. Los colangiocitos son células epiteliales que forman el revestimiento
interno de las vías biliares. Los conductillos biliares pequeños tienen un revestimiento de colangiocitos del espacio portal
pero todavía dentro del lobulillo los canalículos biliares se transforman en los conductos de Hering, de trayecto corto. Una
característica distintiva del conducto de Hering es su revestimiento compuesto por dos tipos de células: hepatocitos y
colangiocitos.
El conducto de Hering es un segmento de la vía biliar constituido en parte por hepatocitos y en parte por colangiocitos de
forma cúbica. AI igual que los hepatocitos, los colangiocitos poseen microvellosidades en su superficie apical y zonulae
occludentes y su región basal está apoyada sobre una lámina basal, como el resto del epitelio biliar distal. Desde el punto
de vista funcional, según se ha demostrado mediante videomicroscopia, el conducto de Hering tiene una actividad
contráctil que contribuye al flujo biliar unidireccional hacia el espacio portal.
La bilis fluye desde el conducto de Hering hacia el conductillo biliar intrahepático, que tiene un revestimiento completo
de colangiocitos. El análisis tridimensional de cortes seriados de hígado sometidos a inmunocitoquímica permite
comprobar que el conducto de Hering a menudo cruza el límite del lobulillo y se convierte en conductillo biliar en el espacio
periportal (de Malí). La diferencia principal entre el conducto de Hering y el conductillo biliar no es su ubicación dentro
del lobulillo sino que la estructura tenga un revestimiento de colangiocitos parcial o un revestimiento completo. Los
conductillos biliares intrahepáticos llevan la bilis hasta los conductos hepáticos. Los conductillos tienen un diámetro
aproximado de 1,0 a 1,5 |-lm y conducen la bilis a través de los límites del lobulillo hacia los conductos biliares
interlobulillares que forman parte de la tríada portal. y los colangiocitos que los forman son cúbicos cerca de los lobulillos
y gradualmente se tornan cilindricos conforme los conductos se acercan al hilio hepático. Las células cilindricas tienen
microvellosidades bien desarrolladas, al igual que las células de las vías biliares extrahepáticas y de la vesícula biliar. A
medida que los conductos aumentan de calibre se rodean en forma progresiva de una cubierta de tejido conjuntivo denso
con fibras elásticas abundantes. Cuando el conducto se aproxima al hilio en este tejido conjuntivo aparecen células
musculares lisas. Los conductos interlobulillares se reúnen para formar los conductos hepáticos derecho e izquierdo, que
a su vez se unen para formar el conducto hepático común a la altura del hilio.
Los conductos biliares extrahepáticos conducen la bilis hacia la vesícula biliar y el duodeno. El conducto hepático común
tiene unos 3 cm de longitud y está revestido por células epiteliales cilindricas altas que se parecen mucho a las de la
vesícula biliar. En este conducto están representadas todas las capas del tubo digestivo excepto la muscular de la mucosa.
El conducto cístico conecta el conducto hepático común con la vesícula biliar y permite la entrada de la bilis en ella, así
como su salida otra vez hacia la vía biliar. Cuando el conducto cístico se une al conducto hepático común éste cambia de
nombre a colédoco (o conducto biliar común) y se extiende por unos 7 cm hasta la pared del duodeno para terminar en
la am polla de Vater. Un engrosamiento de la muscular externa duodenal a la altura de la ampolla forma el esfínter de
Oddi, que rodea los orificios del colédoco y del conducto pancreático principal y actúa como válvula para regular el flujo
de la bilis y del jugo pancreático hacia el duodeno.
VESÍCULA BILIAR
La vesícula biliar es un saco distensible con forma de pera que en los seres humanos contiene un volumen de alrededor
de 50 mL de bilis. Está adherida a la superficie visceral del hígado y es un derivado secundario del intestino embrionario
porque se origina como una evaginación del conducto biliar primitivo que comunica el primordio hepático con el intestino
en desarrollo. La vesícula biliar concentra y almacena la bilis.
La vesícula biliar es un saco ciego que desde su región denominada cuello se continúa con el conducto cístico. A través de
este conducto recibe bilis diluida desde el conducto hepático común. La vesícula biliar puede almacenar bilis y extraerle
alrededor del 90% del agua que contiene al llegar, los cual produce un aumento de hasta 10 veces en la concentración de
sales biliares, colesterol y bilirrubina. Ciertas hormonas secretadas por las células enteroendocrinas del intestino delgado
en respuesta a la presencia de grasas en la región proximal del duodeno estimulan las contracciones del músculo liso
vesicular. Como consecuencia de estas contracciones, la bilis concentrada se expulsa hacia el colédoco, que la conduce
hasta el duodeno.
La mucosa de la vesícula biliar tiene varias características distintivas. La vesícula biliar vacía o con llenado parcial tiene
muchos pliegues profundos de la mucosa. La superficie de la mucosa consiste en
un epitelio simple cilíndrico. Las células epiteliales altas poseen las características
siguientes:
• Abundantes microvellosidades apicales cortas y poco desarrolladas.
Complejos de unión apicales que unen células contiguas y forman una barrera
entre la luz y el compartimiento intercelular.
• Concentraciones de mitocondrias ubicadas en el citoplasma basal y apical.
• Pliegues laterales complejos.
La pared de la vesícula biliar carece de muscular de la mucosa y de submucosa. Por
fuera de la mina propia está la muscular externa, que posee fibras colágenas y
elásticas abundantes entre los haces de células musculares lisas. Por fuera de la
muscular externa hay una capa gruesa de tejido conjuntivo denso. Esta capa
contiene vasos sanguíneos de gran calibre, una red linfática extensa y nervios
autónomos que inervan la muscular externa y los vasos sanguíneos (en la pared
del conducto cístico hay somas de neuronas parasimpáticas). En el tejido
conjuntivo también hay muchas fibras elásticas y adipocitos abundantes. En los
sitios en los que la vesícula está adherida al hígado, esta capa recibe el nombre de
adventicia. La superficie vesicular que no está en contacto con el parénquima
hepático está cubierta por una serosa (peritoneo visceral) que consiste en un mesotelio apoyado sobre una fina capa de
tejido conjuntivo laxo. Además, invaginaciones o divertículos profundos del revestimiento epitelial de la mucosa, los
llamados senos de Rokitansky-AschofF, a veces se extienden a través de todo el espesor de la muscular externa.
PANCREAS
Generalidades
El páncreas es una glándula alargada en la que
se describe una cabeza, un cuerpo y una cola. La
cabeza es una porción expandida que está
ubicada en la curva con forma de C que describe
el duodeno. Está unida al duodeno por tejido
conjuntivo. El cuerpo del páncreas, de ubicación
central, cruza la línea media del organismo
humano y la cola se extiende hacia el hilio del
bazo. El conducto pancreático principal (de
Wirsung) recorre toda la longitud de la glándula
y desemboca en la segunda porción del duodeno
a la altura de la papila duodenal mayor a través de un segmen-to final dilatado que también recibe el colédoco (vía biliar)
y se llama ampolla hepatopancreática (de Vater). El esfínter hepatopancreático (de Oddi) rodea la ampolla y no lo regula
el flujo de la bilis y el jugo pancreático hacia el duodeno sino que también impide el reflujo del contenido intestinal hacia
el conducto pancreático. En algunas personas hay un conducto pancreático accesorio (de Santorini) que es un vestigio del
origen del páncreas a partir de dos primordios endodérmicos separados que se evaginan del intestino anterior
embrionario.
Una capa delgada de tejido conjuntivo laxo
forma una cápsula alrededor de la glándula.
Desde esta cápsula parten tabiques
incompletos que dividen el parénquima
glandular en lobulillos mal definidos. Dentro de
los lobulillos una estroma de tejido conjuntivo
laxo rodea las unidades parenquimatosas.
Entre los lobulillos, cantidades mayores de
tejido conjuntivo rodean los vasos sanguíneos,
los nervios y los conductos más grandes.
Además, en el tejido con- juntivo que rodea el
conducto de Wirsung hay pequeñas glándulas mucosas que envían su secreción hacia este conducto. El páncreas es una
glándula exocrina y endocrina.
A diferencia del hígado, en el que las funciones exocrina y endocrina se realizan en la misma célula, la función doble del
páncreas está repartida entre dos componentes estructurales distintos.
El componente exocrino sintetiza y secreta enzimas hacia el duodeno que son indispensables para la digestión en el
intestino.
El componente endocrino sintetiza las hormonas insulina y glucagón y las secreta hacia la sangre. Estas hormonas regulan
el metabolismo de la glucosa, los lípidos y las proteínas en el organismo.
El componente exocrino está en toda la extensión de la glándula; dentro del páncreas exocrino hay dispersos cúmulos
celulares bien definidos llamados islotes de Langerhans que constituyen el componente endocrino.
Páncreas exocrino
El páncreas exocrino es una glándula serosa. El páncreas exocrino es muy parecido a la glándula parótida, con la que
puede confundirse. Los adenómeros son de forma acinosa o tubuloacinosa y están compuestos por un epitelio simple de
células serosas piramidales. Las células tienen una superficie libre (luminal) angosta y una superficie basal ancha. La
cantidad de tejido conjuntivo periacinoso es mínima.
Las células secretoras serosas del ácino producen los precursores de las enzimas digestivas del páncreas. Los ácinos
pancreáticos son singulares entre las unidades secretoras glandulares porque el conducto inicial que parte del ácino, o
sea el conducto intercalar, en realidad comienza dentro del adenómero mismo. Las células del conducto que están dentro
del ácino reciben el nombre de células centroacinosas. Las células de los ácinos se caracterizan por una basófila bien
definida en el citoplasma basal y por gránulos de cimógeno acidófilos en su citoplasma apical. Los gránulos de cimógeno
son muy abundantes en el páncreas de las personas que están en ayuno. Las células centroacinosas aplanadas carecen de
ergastoplasma y de gránulos de secreción, por lo que se tiñen muy pálidamente con la eosina. Esta tinción débil sirve para
identificarlas en los cortes histológicos de rutina.
Las células centroacinosas están en el
comienzo del sistema de conductos
excretores del páncreas exocrino.
Poseen un núcleo central aplanado y el
citoplasma adelgazado, característico
de una célula escamosa. Las células
centroacinosas son células de
conductos intercalares situadas dentro
del ácino.
Las células centroacinosas se continúan
con las células del conducto intercalar
corto que está fuera del ácino. La
unidad estructural del ácino y las
células centroacinosas semejan un
globo pequeño (el ácino) contra el cual
se hubiese empujado un tubo (el conducto intercalar). Los conductos intercalares son cortos y drenan en conductos
colectores intralobulillares. En el páncreas no hay conductos estriados (secretores).
La compleja red ramificada de conductos intralobulillares drena en los conductos interlobulillares, que son más grandes y
están compuestos por un epitelio cilíndrico en el que puede haber células enteroendocrinas y a veces células caliciformes.
Los conductos interlobulillares, a su vez, terminan directamente en el conducto pancreático principal (de Wirsung), que
atraviesa toda la glándula paralelo a su eje longitudinal. En la cabeza del páncreas hay otro conducto grande que es el
conducto pancreático accesorio (de Santorini). Mientras que la bilis se concentra en la vesícula biliar, todo el volumen de
la secreción pancreática se entrega al duodeno. Aunque los ácinos secretan un volumen reducido de líquido con proteínas
abundantes, las células del conducto intercalar secretan un gran volumen de líquido con mucho sodio y bicarbonato. El
bicarbonato sirve para neutralizar la acidez del quimo que entra en el duodeno desde el estómago y para establecer el pH
óptimo para la actividad de las enzimas pancreáticas principales.
Páncreas endocrino
El páncreas endocrino es un órgano difuso que secreta hormonas que regulan la concentración de la glucosa en la sangre.
Los islotes de Langerhans, o sea el componente endocrino del páncreas, están dispersos por todo el órgano en la forma
de agrupaciones celulares de tamaño variable que son más abundantes en la cola. Los islotes individuales pueden contener
sólo algunas células o varios centenares de ellas. Sus células poliédricas se distribuyen en cortos cordones irregulares que
están rodeados por una red profusa de capilares fenestrados. Las células endocrinas
definitivas de los islotes se desarrollan entre las semanas novena y duodécima de
gestación. En los cortes teñidos con H-E los islotes de Langerhans aparecen como
cúmulos de células pálidas rodeados por los ácinos pancreáticos que se tiñen con una
intensidad mayor. En los preparados de rutina no es práctico intentar la identificación
de los varios tipos celulares que hay en los islotes. Sin embargo, luego de la fijación
en Zenker-formol y la tinción con el método de Mallory-Azan es posible identificar
tres tipos principales de células: A (alfa), B (beta) y D (delta) (Cuadro 18.2 y Fig. 18.25).
Con este método, las células A se tiñen de rojo, las células B lo hacen de pardo
anaranjado y las células D se colorean de azul. Alrededor del 5% de las células parece
que no se tiñen con este método. El MET permite la identificación de los tipos
celulares principales por el tamaño y la densidad de sus gránulos de secreción.
Las células insulares, excepto las B, son equivalentes de las células enteroendocrinas
de la mucosa gastrointestinal. Además de los tres tipos principales de células
insulares, mediante una combinación de MET e inmunocitoquímica se han
identificado otros tres tipos celulares menores. Cada tipo celular puede
correlacionarse con una hormona específica y cada uno tiene una ubicación
determinada dentro del islote.
Las células B forman cerca del 70% del total de las células insulares en los seres
humanos y en general están ubicadas en la región central del islote. Secretan insulina
y contienen abundantes gránulos de secreción de unos 300 nm de diámetro con un
centro denso poliédrico y una matriz pálida.
Las células A constituyen
entre el 15 y el 20% de la
población insular humana y
en general están ubicadas
en la periferia de los islotes.
Secretan glucagón y
contienen gránulos de
secreción de unos 250 nm
de diámetro que son de
tamaño más uniforme y
están más hacinados en el
citoplasma que los gránulos
de las células B. El gránulo
contiene el glucagón.
Las células D totalizan entre
el 5 y el 10% del tejido
endocrino pancreático y
también son periféricas en
el islote. Estas células
secretan somatostatina, la
cual está contenida en
gránulos de secreción que son más grandes que los de las células A y las células B (300 a 350 nm) y contienen material de
densidad electrónica baja o mediana.
Las células insulares menores constituyen alrededor del 5% del tejido del islote y corresponderían a las células pálidas que
aparecen con la coloración con Mallory-Azan.
Ciertas observaciones indican que algunas células secretarían más de una hormona. La tinción inmunocitoquímica ha
permitido comprobar la presencia de varias hormonas además del glucagón en el citoplasma de las células A, entre las
que se encuentran el péptido inhibidor gástrico (GIP), la CCK y la hormona adrenocorticotrofa (ACTH)-endorfina. Aunque
no hay indicios morfológicos concluyentes sobre la presencia de células G (secretoras de gastrina) en los islotes, la gastrina
también podría ser secretada por una de las células insulares o más.
DIGESTIVO II.docx
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