Freud - ESQUEMAS FREUDIANOS DEL APARATO PSÍQUICO
Carta 52
En la Carta 52 dirigida a Fliess, Freud trabaja en el supuesto de que el mecanismo psíquico se ha generado por
estratificación sucesiva, pues de tiempo en tiempo el material preexistente de huellas mnémicas experimenta
un reordenamiento según nuevos nexos, una retrascripción. La tesis de su teoría es que la memoria no
preexiste de manera simple, sino múltiple, está registrada en diversa variedades de signos.
Ilustra un esquema, en el que se supone que las diversas trascripciones están separadas también según sus
portadores neuronales (de una manera no necesariamente tópica)
P son neuronas donde se generan las percepciones a que se anuda conciencia, pero que en
no conservan huella alguna de lo acontecido. Es que conciencia y memoria se excluyen
entre sí.
Ps (signos de percepción) es la primera trascripción de las percepciones, por completo
insusceptibles de conciencia y articulada según una asociación por simultaneidad.
Ic (inconciencia) es la segunda trascripción, ordenada según otros nexos, tal vez causales.
Las huellas Ic quizá correspondan a recuerdos de conceptos, de igual modo inasequibles a
la conciencia.
Prc (preconciencia) es la tercera retrascripción, ligada a representaciones-palabra,
correspondiente a nuestro yo oficial. Desde esta Prc, las investiduras devienen conscientes
de acuerdo con ciertas reglas, y por cierto que esta concienciapensar secundaria es de
efecto posterior en el orden del tiempo, probablemente anudada a la reanimación
alucinatoria de representaciones-palabra, de suerte que las neuronas-conciencia serían
también neuronas-percepción y en sí carecerían de memoria.
Freud destaca que las trascripciones que se siguen unas a otras constituyen la operación psíquica de épocas
sucesivas de la vida. EN la frontera entre dos de estas épocas tiene que producirse la traducción del material
psíquico. Y me explico las peculiaridades de las psiconeurosis por el hecho de no producirse la traducción
para ciertos materiales, lo cual tiene algunas consecuencias. Hay una tendencia hacia la nivelación
cuantitativa. Cada reescritura posterior inhibe a la anterior y desvía de ella el proceso excitatorio. Toda vez
que la reescritura posterior falta, la excitación es tramitada según las leyes psicológicas que valían para el
período psíquico anterior y por los caminos de que entonces se disponía. Subsistirá así un anacronismo, en
cierta provincia regirán todavía unos fueros; aparecen relictos.
La denegación de la traducción es aquello que clínicamente se llama represión. Motivo de ella es siempre el
desprendimiento de displacer que se generaría por traducción, como si este displacer convocada a una
perturbación de pensar que no consintiera el trabajo de traducción.
Dentro de la misma fase psíquica, y entre trascripciones de la misma variedad, se pone en vigencia una
defensa normal a causa de un desarrollo de displacer; una defensa patológica, en cambio, sólo existe contra
una huella mnémica todavía no traducida de una fase anterior.
Que la defensa termine en una represión no puede depender de la magnitud del desprendimiento de displacer.
Si un suceso A despertó cierto displacer cuando era actual, la trascripción-recuerdo AI O AII contiene un
medio para inhibir el desprendimiento de displacer en caso de re-despertar. Cuanto más a menudo se
recuerde, tanto más inhibido terminará por quedar ese desprendimiento. Ahora bien, hay un caso para el cual
la inhibición no basta: Si A cuando era actual desprendió cierto displacer, y al despertar desprende un
displacer nuevo, entonces no es inhibible. EL recuerdo se comporta en tal caso como algo actual. Y ello sólo
es posible en sucesos sexuales, porque las magnitudes de excitación que ellos desprenden crecen por solas
con el tiempo (con el desarrollo sexual).
El suceso sexual en una fase produce entonces efectos como si fuera actual y es, por tanto, no inhibible en una
fase siguiente. La condición de la defensa patológica (represión) es, entonces, la naturaleza sexual del suceso
y su ocurrencia dentro de una fase anterior.
La reproducción, es una vivencia sexual que no desprenden displacer, sino placer, un placer no inhibible que
constituye una compulsión. Cuando una vivencia sexual es recordada con diferencia de fase, a raíz de un
desprendimiento de placer se genera compulsión; a raíz de un desprendimiento de displacer, represión. EN
ambos casos la traducción a los signos de la nueva fase parece estar inhibida.
Diferencia y relación de ambos esquemas psíquicos
En “Cuadernos de metapsicología II”, Carlos Kuri introduce un análisis que gira en torno a las diferencias y
semejanzas presentes en la Carta 52, como inicio del aparato psíquico, con sus dos mecanismos
correspondientes, transcripción y traducción (siendo los primeros bosquejos de la represión), y el aparato
psíquico de “La interpretación de los Sueños”.
En la Carta 52, dice, se encuentra el esquema fundante del aparato psíquico, fundamentalmente tópico, y en
cada lugar, en cada topos, se produce un reordenamiento diferente del material.
El dibujo de Freud va del polo perceptual (de excitación) al polo motor. Sin embargo hay que destacar que, al
dibujar, Freud “achata”. El ingreso del estímulo (P), el polo perceptual, se encuentra en contacto con el polo
motor (M), los extremos coinciden. Observando esta separación en base al aplanamiento hay que señalar que
lo esencial de este gráfico y de este esquema del aparato psíquico no son los extremos, no son el comienzo y
el final, sino que es lo que Freud coloca en el medio, justamente lo que produce el aparato freudiano es lo que
coloca entre Percepción y Motricidad: una memoria múltiple; lo señala expresamente al considerar que la
consecuencia de fundar la diferencia entre Memoria y percepción y la idea de memoria múltiple fundan una
nueva psicología.
Hay tres lugares psíquicos, tres instancias o sistemas mnémicos ya que Percepción y Motricidad no son
memoria, sino sitios de pasaje, es decir que tanto memoria y percepción como memoria y motricidad se
excluyen. Lo que equivale a decir que aquello que llamamos sistemas mnémicos no son ni la percepción ni la
motricidad, sino estos tres sistemas (Ps - Ic - Prc). Cuando hablamos de Sistema I, Sistema II y Sistema III
estamos hablando de estas tres instancias que se encuentran en el medio.
Cada uno de estos lugares Freud los nombre, como sistema de Signos Perceptuales (el primero), Inconsciente
(el segundo) y Preconsciente (el tercero); en cuanto a este último hay que notar que lo que efectivamente es
sistema es lo Preconsciente, pero no exactamente la conciencia, que habría que entenderla como la extensión
fenomenológica del preconsciente y punto de superposición con la motricidad; es decir, Percepción y
Conciencia no tienen memoria.
La primera transcripción, dice Freud, la del sistema en Signos Perceptuales, ya es exactamente eso, no una
primera inscripción, sino una primera transcripción, que nos hace pensar que la primera copia,
pretendidamente la más genuina, sucumbe ya, y es sólo un vestigio perdido en la primera transcripción.
De lo que ingresa, del percepto, las huellas mnémicas han de registrar tres versiones, tres versiones de lo
mismo. Los sistemas mnémicos empiezan a alterar, a deformar lo que ingresa por el polo perceptual,
sencillamente por el hecho de que esta X no funciona y no significa lo mismo que la misma X transcrita en el
Sistema Inconsciente, ni que la misma X transcripta en el Sistema Preconsciente. Cada transcripción de las X
supone un reordenamiento del grupo de huellas; estos grupos de X intentan ilustrar a las huellas mnémicas y a
sus distintos reordenamientos. Cada reordenamiento está dominado por leyes diferentes; el modo de
funcionamiento, la legalidad del Sistema I no es el mismo que el del II, ni el del III. Las distintas leyes están
determinando cada sistema.
El mecanismo de transcripción y retrascripción es el que domina de manera general en el aparato psíquico de
la carta. Cada reescritura posterior inhibe a la anterior y desvía de ella el proceso excitatorio. Toda vez que la
reescritura posterior falta, la excitación es tramitada según las leyes psicológicas que valían para el período
psíquico anterior, y por los caminos de que entonces se disponía. Subsistirá así un anacronismo, en cierta
provincia regirán todavía unos fueros; aparecen relictos. Digamos entonces que apoyado en la diferencia que
introduce en el problema de traducción se ubica el primer esbozo de la represión; la traducción, y en realidad
específicamente la no traducción, está señalando un tropiezo en las transcripciones. Parece, señala Freud, que
hay dos ocasiones en que la reescritura posterior parece faltar, son los casos de huellas que se transcriben de
un sistema a otro que producen un desprendimiento de displacer que no puede ser inhibido, es el caso del
recuerdo de sucesos sexuales en donde las magnitudes de excitación “crecen por solas con el tiempo”; esto
ocasiona una “perturbación del pensar”, y se ve impedida la traducción. Este impedimento de traducción es lo
que Freud va a considerar después como represión. Si bien Freud hace un diagrama para dar cuenta de fases
temporales, el dibujo sin embargo impone una dimensión absolutamente tópica, divide lugares.
La denegación de la traducción es lo que clínicamente se llama “represión”, esto sólo se constata como la
tensión que una huella mnémica provoca en una fase “posterior”: la defensa sólo existe contra una huella
mnémica todavía no traducida de una dase anterior. Todo el énfasis debe ser colocado en este todavía no, esto
es, en la presión y la marca de desarreglo que impone una huella distinta que convive con otras, una huella
mestiza (posee los rasgos de la fase anterior pero, y por eso perturba, en la posterior). El displacer que
produciría, que ya se produce esbozadamente, anticipadamente, es la razón por la que su traducción es
denegada, pospuesta (todavía no).
En la Carta 52 entonces Freud observa dos tipos de transcripciones, dentro de la misma fase psíquica y entre
transcripciones de la misma variedad, que correspondería a reescrituras dominadas por el funcionamiento de
defensa normal del aparato, un displacer tolerable y, por otro lado, una defensa patológica, que opera contra
una huella mnémica aún no traducida en una fase anterior.
Otro detalle lo ofrece la atención que Freud coloca en el carácter cuantitativo de su explicación. Freud parece
cuidarse de que toda la explicación de las defensas (normal y patológica) se decida en la magnitud del
displacer; es así que hace operar otro factor: el recuerdo. En el caso de la defensa normal, cuanto más se
recuerda un suceso, tanto más inhibido terminará por quedar el desprendimiento de placer que produjo en su
momento. En cambio, en la defensa patológica, esta inhibición del recuerdo parece insuficiente, en tanto que
al Re despertar el suceso posee la misma intensidad que en un primer momento, esto responde a la diferencia
de comportamiento mnémico que tienen los sucesos sexuales, porque para la idea del Freud de la carta, como
dijimos, las magnitudes de excitación que desprenden los sucesos sexuales crecen con el tiempo, con el
desarrollo sexual. Hay aquí dos ideas que anticipan la dirección conceptual de la metapsicología: el
funcionamiento mnémico que implica lo sexual ha de ser el de la estructura fundamental del aparato psíquico,
el lugar del recuerdo y la memoria en psicoanálisis tomará la perspectiva de lo que aquí es defensa patológica.
YU además ya opera el elemento temporal: el recuerdo adquiere fuerza cuando lo sexual posterior opera y Re
despierta lo sexual anterior. El suceso sexual en una fase produce entonces efectos como si fuera actual y es,
por tanto, no inhibible en una fase siguiente. La condición de la defensa patológica (represión= es, entonces,
la naturaleza sexual del suceso y su ocurrencia dentro de una fase anterior.
En cuanto al problema de la no traducción a partir de la figura que ofrece Freud en cuanto a los relictos, es
necesario distinguir que, Freud, necesita que algo de este sistema pase, que atraviese la línea y que sin
embargo no se traduzca: pasa a otro lugar pero conserva rasgos del lugar anterior, conserva vestigios y
produce displacer pasando de esa manera, esto nos produce una idea de los lugares psíquicos denominada por
el problema del tiempo y por conexiones, más que tópicas, en red. Los lugares psíquicos no son como
habitaciones, sino que hay caminos en zigzag. Es una idea que luego se establece expresamente señalando que
la represión es en alto grado individual y móvil; no se reprime masivamente, cada representación tiene “una
marca en el lomo” que determinará su itinerario y sus conexiones individuales.
Freud, en el sistema Ps, de Signos de Percepción, indica que en su interior hay signos, se trata justamente de
signos, no de percepciones, son huellas, y las huellas, operando como signos, introducen el problema de la
significación; estas huellas se conectan y funcionan de determinada manera: las X allí se encuentran asociadas
por simultaneidad y no son susceptibles de conciencia.
En el segundo sistema Inconciencia, segunda transcripción, las huellas poseen otros nexos. Mientras tanto, en
el sistema Prc, preconciencia, tercera retrascripción, las huellas se presentan ligadas a representaciones-
palabra y Freud ya aproxima lo preconsciente a la idea de un yo oficial” y al pensamiento secundario,
instalando, de manera latente, que el inconsciente es un pensamiento sin yo, como también deja en claro que
la conciencia, neuronas-conciencia, están ligadas a la percepción. Esto último se encuentra justificado más
que por la identidad entre una y otra, por el rasgo común de estar excluidas de la memoria.
La percepción es un lugar de ingreso de intensidad, es el lugar de estímulo, que opera como fuerza de trabajo
para la memoria. Así, las huellas no son el reflejo de la percepción sino donde se desarrolla un trabajo sobre
lo que no se registra de la percepción y sin embargo excita las transcripciones.
Aquí, en estos dos aspectos: la imposibilidad de la percepción y la intensidad que ingresa al aparato psíquico,
se encuentran las bases metapsicológicas para el concepto freudiano de trauma (y en relación con esto, de
síntoma), porque el trauma no es exactamente lo vivido, sino aquello que de la excitación no puede ser
tramitado. La intensidad traumática prevalece sobre el registro que puede tenerse de ella, siempre es un
exceso; el registro mnémico ya es un segundo tiempo, una deformación con la subsiguiente transcripción y
problema de traducción.
Con las fantasías originarias ( de la castración, de la escena originaria ante la imposibilidad de ser testigos del
acto sexual que nos engendra, de la seducción como modo de afrontar el nacimiento de nuestra sexualidad a
partir del Otro) Freud nos está indicando que nada de lo que determina la sexualidad se decide
perceptualmente, allí hay un traumatismo, el trauma de lo que no podemos percibir, la pura excitación sin
figura que ingresa por el polo perceptual del aparato psíquico y que lo tensa y provoca el trabajo psíquico de
su tramitación, transcripción, sustitución.
Por otro lado, La interpretación de los sueños es el estudio de la condensación y el desplazamiento, de los
métodos de desfiguración, de la condición de figurabilidad y de lo que él llama elaboración secundaria. Para
Freud, el relato del sueño es donde él puede reconocer las marcas de desfiguración del sueño, eso es la vía
regia del Inconsciente, el punto de acceso.
Las diferencias entre el esquema de la carta y el de la Interpretación comienzan ya con el título, progrediente
que va de la Percepción a la Motricidad.
Freud divide el aparato psíquico en distintas secciones. Comienza con dos secciones, luego hay una serie de
puntos y después reaparece la división entre Inconsciente y Preconsciente.
A estos dos primeros lugares que Freud coloca como Hm, Hm1, Freud no le pone nombre como sistemas,
dice que son instancias. Lo que se recupera en este punto de la Carta 52 es la idea de transcripción, que
aquello que ingresa desde el polo P se va transcribiendo, sufriendo un alejamiento de la Percepción, hasta
llegar a lo que ya se nombra como sistema Inconsciente (Icc), que no hay que considerarlo como el segundo o
el tercer sistema, sino como el primero. Hay entonces varias transcripciones antes de llegar al Inconsciente, un
tratamiento de distanciamiento de lo que sería el percepto, lo percibido, sometido desde un comienzo a
transcripciones. Hay que observar que recién es en el Inconsciente donde estas huelas mnémicas se
constituyen como sistema.
Freud, en el pasaje de la Carta a la Interpretación se libera del sistema de Signos Perceptuales, ya no son tres
sistemas sino dos, el Inconsciente y el Preconsciente; por otra parte algunos rasgos que encontraba en este
sistema desaparecido, se pueden reencontrar en el Inconsciente, por ejemplo el carácter de atemporalidad que
se insinuaba en la asociación pro simultaneidad propia de los Signos Perceptuales.
Carta 52
Es uno de los primeros bosquejos de la represión y el antecedente del aparato psíquico de la
interpretación de los sueños. Fundamentalmente tópico.
-Es un texto que no se publica y se considera pre metapsicológico y muy neurológico
-Hay tres instancias psíquicas (signos perceptuales, Icc y Pcc) que se transcribían y
traducían huellas mnémicas de memoria.
El aparato es progrediente porque , va hacia la descarga . del polo perceptual al polo motor, los
extremos coinciden-
Acento en los signos perceptivos
Interpretación de los sueños
Fundamentalmente elaborado para explicar la actividad psíquica durante el sueño
No habla de neuronas.
-Hay 2 sistemas: Icc-Pcc-Cc
Acento en las huellas mnemicas
-El aparato es progrediente y regrediente
Aquí habla de tiempo lógico , y da cuenta de q no hay una localización organica del aparato
psíquico por lo que recurre a mecanismos ópticos.
Pero en ambos plantea que percepción y memoria se excluyen, es decir el sistema
perceptivo recibe pero no conserva.
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