
En Julio de 1982, algunas personas que vivían en el
norte de California, comenzaron a acudir a las consultas
de neurología al presentar un intenso y dramático cuadro
sintomatológico (Langston, Ballard, Tetrud e Irwin, 1983).
Los pacientes que presentaban la sintomatología más severa
estaban prácticamente paralizados. No podían hablar de
manera inteligible, babeaban constantemente y sus ojos
permanecían abiertos, con la mirada fija. Aquellos con un
cuadro menos intenso se movían despacio y con gran difi-
cultad, marchando a rastras con lentitud. Los síntomas de
estos pacientes recordaban a los de la enfermedad de Par-
kinson, aunque dicho proceso neurológico se caracteriza
por un comienzo paulatino. Además, esta enfermedad rara
vez se manifiesta antes de la vida adulta, y los pacientes
tenían todos ellos entre veinte y treinta años de edad.
El factor común que relacionaba a estos pacientes era
el consumo de drogas por vía intravenosa, y todos ellos refe-
rían haber tomado una heroína nueva que resultó ser un
opioide relacionado con la meperidina (Demerol). Debido a
que los síntomas se asemejaban a los de la enfermedad de
Parkinson, se trató a los pacientes con
L-DOPA, el fármaco
que se usa en esta enfermedad. Su sintomatología mejoró,
pero aún bajo tratamiento la enfermedad incapacitaba al
paciente. En los casos de enfermedad de Parkinson, la tera-
pia con
L-DOPA suele ser efectiva durante un tiempo, pero
este patrón de respuesta era el que parecía haber ocurrido
en estos pacientes jóvenes (Langston y Ballard, 1984).
Las pesquisas que se realizaron en este caso demos-
traron que el producto químico responsable de los sínto-
mas neurológicos no era el opioide sintético per se sino
otra sustancia contaminante. Según cuenta el investiga-
dor William Langston, la pequeña epidemia se desencadenó
por el descuido en la síntesis de este opioide, realizada por
un joven del Silicon Valley. El descuido llevó a que hubiera
una sustancia contaminante, MPTP, que por un extraño azar
es tóxico para las mismas neuronas que resultan afecta-
das en la enfermedad de Parkinson (Lewin, 1989, p. 467).
Gracias a la investigación que se puso en marcha debido a
dicha jugarreta del destino, hoy día a los enfermos de Par-
kinson se les administra un fármaco que retrasa la dege-
neración de las neuronas secretoras de dopamina. Incluso
hay esperanzas de conseguir detener la degeneración, con-
siguiendo que los pacientes tengan una vida útil y pro-
ductiva durante más tiempo, y previniendo que otros
pacientes puedan llegar a padecer la enfermedad.
i en el capítulo 2 se presentaron las células del sis-
tema nervioso, y en el capítulo 3 su estructura
básica, ahora corresponde, basándose en dicha
información, presentar el campo de la psicofarmacología. La
psicofarmacología es el estudio de los efectos de los fár-
macos en el sistema nervioso central y, por supuesto, sobre
la conducta. (Pharmakon es el término griego para «droga».)
Pero, ¿qué es un fármaco? Como muchas otras palabras,
tiene varios significados distintos. En un contexto se refiere
al medicamento que se puede obtener de un farmacéutico,
un producto químico que ejerce un efecto terapéutico sobre
una enfermedad o sus síntomas (ésta es la acepción caste-
llana de fármaco)
1
. En otro contexto, la palabra se refiere a
un producto químico que puede inducir una conducta adic-
tiva en las personas (acepción más corriente de droga en cas-
tellano). El uso que se dará al término fármaco en este libro
(que es el aceptado de modo general por los farmacólogos)
es el de «un producto químico exógeno que no es necesa-
rio para el funcionamiento celular normal y que altera sig-
nificativamente las funciones de ciertas células del organismo
cuando se toma a dosis relativamente bajas». Dado que el
tema del presente capítulo es la psicofarmacología, nos cen-
traremos solamente en aquellos compuestos químicos que
alteran las funciones de las células del sistema nervioso cen-
tral. El término exógeno se contrapone a la existencia de
mensajeros químicos producidos por el organismo, como
los neurotransmisores, los neuromoduladores y las hormo-
nas. (Exógeno significa «producido externamente», es decir,
fuera del cuerpo.) Los mensajeros químicos producidos por
el organismo no son fármacos, aunque algunos productos
químicos sintéticos que mimetizan sus efectos se clasifican
como tales. La definición de fármaco excluye a los nutrien-
tes esenciales como las proteínas, las grasas, los carbohi-
dratos, los minerales y las vitaminas que son necesarias para
una dieta sana. Por último, la definición de fármaco incluye
el que sea efectivo a dosis bajas. Esta idea es importante, ya
que casi todas las sustancias, incluso las más comunes como
la sal, pueden alterar las funciones celulares si se adminis-
tran en grandes cantidades.
Como se verá en este capítulo, los fármacos son sus-
tancias que tienen efectos y lugares de acción. Los efectos de
los fármacos son aquellos cambios observables en los pro-
cesos fisiológicos o en el comportamiento. Por ejemplo,
los efectos de la morfina, la heroína u otros opioides inclu-
yen analgesia, lentificación del tránsito digestivo, sedación,
relajación muscular, miosis (constricción de la pupila) y
euforia. Los lugares de acción de los fármacos son aque-
108 Capítulo 4: Psicofarmacología
S
1
Actualmente, las acepciones de fármaco y droga están bien deli-
mitadas en castellano, sin embargo en inglés se usa el término gené-
rico «drug». (N. del T.)
psicofarmacología Estudio de los efectos de los fármacos sobre el
sistema nervioso y sobre el comportamiento.
efecto de un fármaco Cambios que produce un fármaco en los
procesos fisiológicos de un animal y en su comportamiento.
lugares de acción Puntos en los que las moléculas de los fármacos
interaccionan con las moléculas que se localizan sobre o dentro de
las células del organismo, influyendo así en algunos de los procesos
bioquímicos de estas células.
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