
Cardiopatía isquémica
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CAPÍTULO 293
tencia 1 = R
1
); 2) los vasos prearteriolares (R
2
), y 3) los capilares arteriola-
res e intramiocárdicos (R
3
). Si no hay obstrucciones ateroscleróticas
notables que limiten la corriente, R
1
será insigni cante, en tanto que en R
2
y R
3
se encontrará el elemento determinante de la resistencia.
La circulación coronaria normal es dominada y controlada por las ne-
cesidades de oxígeno del miocardio. Éstas se satisfacen por la capacidad
del lecho vascular coronario de variar en forma considerable su resistencia
vascular coronaria (y por consiguiente el ujo sanguíneo), mientras el
miocardio extrae un porcentaje alto y relativamente jo del oxígeno. En
condiciones normales, las arteriolas de resistencia intramiocárdicas po-
seen una inmensa capacidad de dilatación (decremento de R
2
y R
3
). Por
ejemplo, el ejercicio y el estrés emocional cambian las necesidades de oxí-
geno, las cuales afectan la resistencia vascular coronaria y de esta forma
regulan el aporte de oxígeno y sustratos al miocardio (regulación metabó-
lica). Estos mismos vasos también se adaptan a alteraciones siológicas de
la presión arterial con la nalidad de mantener el ujo coronario en nive-
les apropiados a las necesidades del miocardio (autorregulación).
Al reducir la luz de las arterias coronarias, la aterosclerosis limita el in-
cremento correspondiente de la perfusión cuando aumenta la demanda,
como sucede durante el ejercicio o la excitación. Cuando esta obstrucción
luminal es pronunciada, disminuye la perfusión del miocardio en estado
basal. El ujo coronario también puede verse limitado por trombos, es-
pasmos
(cap. 294) y, pocas veces, por émbolos coronarios o por el estre-
c
hamiento de los or
i cios coronarios causado por aortitis si lítica. Las
anomalías congénitas, como el origen anómalo de la coronaria descenden-
te anterior izquierda en la arteria pulmonar, pueden asimismo ocasionar
isquemia e infarto en la lactancia, pero son causas muy poco comunes en
el adulto.
También puede haber isquemia miocárdica cuando aumenta en exceso
la demanda de oxígeno y cuando la circulación coronaria es limitada, como
ocurre en la hipertro a ventricular izquierda (LV, le ventricular) grave
por estenosis aórtica. Este último cuadro puede manifestarse en un inicio
como angina casi idéntica a la causada por aterosclerosis coronaria y en
gran medida se debe a la isquemia subendocárdica
(cap. 283). Cuando
dismin
uye la capacidad de transp
orte de oxígeno de la sangre, como suce-
de en los casos de anemia o en presencia de carboxihemoglobina, muy
pocas veces origina isquemia miocárdica por sí misma, aunque en ocasio-
nes reduce el umbral isquémico en pacientes con obstrucción coronaria
moderada.
A menudo coexisten dos o más causas de isquemia, como una mayor
demanda de oxígeno por hipertro a ventricular izquierda secundaria a
hipertensión y reducción del aporte de oxígeno secundaria a aterosclerosis
coronaria y anemia. La constricción anormal o la imposibilidad que mues-
tran los vasos de resistencia coronaria de dilatarse en forma normal tam-
bién originan isquemia. Cuando surge angina se conoce al trastorno como
angina microvascular.
ATEROSCLEROSIS CORONARIA
Las coronarias epicárdicas constituyen el sitio principal de la aterosclero-
sis. Los principales factores de riesgo de aterosclerosis [concentraciones
altas de lipoproteínas de baja densidad (LDL, low-density lipoprotein) en
plasma, tasas reducidas de lipoproteínas de alta densidad (HDL, high-den-
sity lipoprotein) en plasma, tabaquismo, hipertensión y diabetes mellitus
(cap. 291e)] alteran las funciones normales del endo
telio vascular
. Dichas
funciones incluyen el control local del tono vascular, la conservación de
una super cie antitrombótica y la disminución de la adherencia y la diapé-
desis de las células de in amación. La pérdida de tales defensas causa
constricción inapropiada, formación de trombos intraluminales e interac-
ciones anormales entre células hemáticas, en particular monocitos y pla-
quetas y el endotelio vascular activado. Los cambios funcionales en el
entorno vascular culminan en la acumulación de grasa, células de múscu-
lo liso, broblastos y matriz intercelular debajo de la íntima, que de nen la
placa aterosclerótica. En lugar de considerar a la esclerosis estrictamente
como problema vascular, vale la pena contemplarla en el contexto de alte-
raciones en la naturaleza de la sangre circulante (hiperglucemia; mayor
concentración de colesterol LDL, factor hístico, brinógeno, factor de Von
Willebrand, factor VII de la coagulación y micropartículas plaquetarias).
La combinación de un “vaso vulnerable” en un paciente con “sangre vul-
nerable” fomenta un estado de hipercoagulación e hiper brinólisis. Esto
resulta en especial verdadero en pacientes con diabetes mellitus.
La aterosclerosis se forma a distintas velocidades en diferentes segmen-
tos del árbol coronario epicárdico y provoca nalmente reducción seg-
mentaria del área transversal, es decir, formación de la placa. Se observa
también que las placas ateroscleróticas aparecen de preferencia en sitios de
mayor turbulencia en el ujo coronario, como las rami caciones en las
arterias epicárdicas. Si la estenosis disminuye a la mitad del diámetro de
una arteria epicárdica, se limita la capacidad de aumentar el ujo para
cubrir la mayor necesidad de oxígeno por el miocardio. Cuando el diáme-
tro se reduce cerca de 80%, la circulación en reposo llega a disminuir; si se
reduce aún más el ori cio estenosado puede disminuir el ujo coronario
de manera notable y causar isquemia miocárdica en reposo con un míni-
mo de esfuerzo.
La estenosis aterosclerótica segmentaria de las arterias epicárdicas se
debe muy a menudo a la formación de una placa, cuya zona que la separa
del ujo sanguíneo puede romperse o mostrar erosión. Una vez que el
contenido de la placa queda expuesto a la sangre se inician dos alteracio-
nes importantes e interrelacionadas: 1) la activación y la agregación de las
plaquetas y 2) la activación de la cascada de coagulación, con lo cual se
depositan cordones de brina. El trombo, compuesto de agregados pla-
quetarios y cordones de brina, atrapa los eritrocitos y reduce el ujo co-
ronario, lo cual hace que surjan manifestaciones clínicas de isquemia del
miocardio.
La localización de la obstrucción in uye en la cantidad de miocardio
que sufre isquemia y establece así la gravedad de las manifestaciones clíni-
cas. Por tanto, las obstrucciones importantes de los vasos como la coronaria
principal izquierda o la porción proximal de la coronaria descendente
izquierda anterior son en especial peligrosas. A menudo, la estenosis coro-
naria crónica y la isquemia miocárdica se asocian al desarrollo de vasos
colaterales, sobre todo cuando la estenosis se produce de manera gradual.
Cuando están bien desarrollados, estos vasos colaterales pueden propor-
cionar un ujo sanguíneo su ciente para poder mantener la viabilidad del
miocardio en reposo, pero no en situaciones de aumento de la demanda.
Con el agravamiento progresivo de la estenosis en la porción proximal
de la arteria epicárdica se dilatan los vasos de resistencia distales (cuando
tienen un funcionamiento normal) para aminorar la resistencia vascular y
conservar el ujo coronario. En la estenosis proximal se desarrolla un gra-
diente de presión que disminuye la presión posestenótica. Cuando los va-
sos de resistencia están dilatados al máximo, el ujo miocárdico depende
de la presión en la arteria coronaria distal a la obstrucción. En estas cir-
cunstancias, el incremento de la demanda miocárdica de oxígeno por la
actividad física, el estrés emocional, taquicardia, o todos ellos, pueden pre-
cipitar una isquemia en la región perfundida por la arteria estenótica, que
se mani esta en términos clínicos por angina o cambios electrocardiogra-
cos con depresión del segmento ST. Las modi caciones del calibre de la
arteria coronaria estenótica por fenómenos vasomotores siológicos, pér-
dida del control endotelial de la dilatación (como sucede en la aterosclero-
sis), espasmos patológicos (angina de Prinzmetal) o pequeños tapones
plaquetarios pueden alterar también el delicado equilibrio entre el aporte
y la necesidad de oxígeno y desencadenar, en última instancia, una isque-
mia del miocardio.
EFECTOS DE LA ISQUEMIA
Durante los episodios de hipoperfusión causados por aterosclerosis coro-
naria, la presión miocárdica de oxígeno desciende y puede causar altera-
ciones transitorias de las funciones mecánica, bioquímica y eléctrica del
miocardio
( g. 293-1). La aterosclerosis coronaria es un proceso localiza-
do que casi siempre causa is
quemia irregular. Durante la isquemia, pertur-
baciones regionales de la contractilidad ventricular originan hipocinesia y
acinesia segmentarias o en algunos casos, discinesias (protrusión de la
pared miocárdica) que disminuyen la función de bomba del miocardio.
El desarrollo brusco de la isquemia grave, como sucede en la oclusión
completa o parcial, provoca la interrupción casi instantánea de la contrac-
ción y la relajación normales del músculo. La perfusión relativamente de-
ciente del subendocardio causa isquemia más intensa en esta porción de
la pared (comparada con la región subepicárdica). La isquemia de grandes
segmentos del ventrículo da lugar a insu ciencia ventricular izquierda tran-
sitoria y, si se afectan los músculos papilares, puede ocurrir insu ciencia
mitral que complica el episodio. Cuando los episodios isquémicos son tran-
sitorios, pueden asociarse con angina de pecho, mientras que si son prolon-
gados pueden ocasionar necrosis y cicatrización del miocardio, con o sin el
cuadro clínico de infarto agudo de miocardio
(cap. 295).
E
l fundamento de est
as alteraciones mecánicas durante la isquemia
consta de una gran variedad de anomalías en el metabolismo, el funciona-
miento y la estructura de las células. El miocardio normal metaboliza áci-
dos grasos y glucosa para formar dióxido de carbono y agua.
Durante la privación de oxígeno, no es posible oxidar ácidos grasos y la
glucosa es degradada hasta producir lactato. El pH intracelular disminuye,
al igual que los depósitos miocárdicos de fosfato de alta energía, por ejem-
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