
Desarrollo histórico de la neuropsicología 3
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Hubo un intenso debate por la manera en que se debía denominar esta alteración
en el lenguaje, inicialmente designada por Broca como afemia. Lordat empleó pre-
viamente el término alalia, y Trousseau (1865) desaprobó el término de afemia porque,
en su opinión, era sinónimo de infamia, y propuso entonces la palabra afasia. Esta
última terminó por imponerse.
El segundo gran avance en el enfoque localizacionista del lenguaje —y por ende,
de toda la actividad cognoscitiva— ocurrió con la publicación de la tesis doctoral de
un estudiante alemán, Karl Wernicke, en 1874. Wernicke propuso la existencia de dos
tipos de afasia: motora y sensorial, separables clínicamente y apoyó su punto de vis-
ta en correlaciones clínico/anatómicas. Posteriormente postuló un tercer tipo de afa-
sia, la afasia de conducción, basándose en la descripción diagramática de las áreas del
cerebro que participan en el lenguaje. Más tarde, junto con Lichtheim, dio a conocer
un modelo de clasificación de las afasias al que se conocería como el esquema de
Lichtheim-Wernicke.
Luego de la presentación inicial de Wernicke, se hicieron populares tanto la bús-
queda de correlaciones clínico-anatómicas de las diferentes variedades de afasia
como el empleo de diagramas para “explicar” las alteraciones en el lenguaje. En esa
época surgió una serie de esquemas y clasificaciones de diferentes síndromes neu-
ropsicológicos. Los localizacionistas suponían que áreas específicas del cerebro
(“centros”) se relacionaban con aspectos particulares de la actividad psicológica, y
“demostraban” este supuesto al correlacionar defectos específicos y exámenes
postmortem, señalando que la patología se localizaba en sitios específicos del cere-
bro. Tales hallazgos clínicos solían expresarse con el lenguaje psicológico de la épo-
ca (imágenes auditivas, impercepción, esquemas verbales, ceguera psíquica, etc.), y
las asociaciones clínico-anatómicas hacían referencia a los efectos de la patología
cerebral sobre estas supuestas funciones. Así, se propuso un centro glosoquinético, un
centro de la escritura, un centro de las imágenes auditivoverbales, un centro de la lectu-
ra, etc., supuestamente demostrables a través de correlaciones clínico-anatómicas.
Entre los investigadores que apoyaron este enfoque inicial debe mencionarse a
Lichtheim (1885), Charcot (1877), Bastian (1898), Kleist (1934) y Nielson (1936).
La primera descripción sobre alteraciones perceptuales consecuentes al daño
cerebral la realizó Munk en 1881, quien observó que los perros con daño parcial y
bilateral de los lóbulos occipitales no podían reconocer —o reaccionar adecuada-
mente ante— los objetos ya conocidos, aunque sí podían evitar los obstáculos colo-
cados en su camino. Munk interpretó esta incapacidad visual —no propiamente una
ceguera— como una pérdida de la memoria de las imágenes de la experiencia visual
previa, y la denominó ceguera psíquica. Lissauer (1890) presentó una primera descrip-
ción detallada de este fenómeno en seres humanos. Freud (1891) propuso el nom-
bre agnosia, que finalmente reemplazó al de “ceguera psíquica” utilizado por Munk;
asimbolia, empleado por Finkelnburg en 1870, e impercepción, propuesto por Jackson
en 1864. Más tarde, por agnosia no sólo se hacía referencia a alteraciones percep-
tuales en el sistema visual, sino también a las alteraciones perceptuales auditivas