
505CAPÍTULO 23 MEDICIÓN DEL INGRESO DE UNA NACIÓN
de ocio. Suponga, por ejemplo, que todos en la economía de pronto empezaran a
trabajar todos los días de la semana, en vez de disfrutar de ratos de ocio los fines
de semana. Se producirían muchos más bienes y servicios y el PIB aumentaría. Sin
embargo, a pesar del incremento en el PIB, no deberíamos concluir que todas las
personas se encontrarían mejor. La pérdida por la reducción en los ratos de ocio
contrarrestaría la ganancia de producir y consumir una mayor cantidad de bienes
y servicios.
Debido a que el PIB utiliza los precios de mercado para valuar los bienes y servi-
cios, excluye el valor de casi toda la actividad que tiene lugar fuera de los mercados.
En particular, el PIB omite el valor de los bienes y servicios producidos en el hogar.
Cuando un chef prepara una deliciosa comida y la vende en su restaurante, el valor
de esa comida es parte del PIB. Pero si el chef prepara la misma comida para su
familia, el valor que ha agregado a los ingredientes crudos queda fuera del PIB. De
manera similar, el cuidado de un niño proporcionado en los centros de cuidado
infantil es parte del PIB, mientras que el cuidado de un niño proporcionado por sus
padres en el hogar no lo es. El trabajo voluntario también contribuye al bienestar de
la sociedad, pero el PIB no refleja estas contribuciones.
Las actividades criminales constituyen una
gran parte de lo que se podría calificar
de economía informal total. Se han hecho
muchos estudios sobre la economía del tráfico
de drogas, la prostitución y las apuestas.
Pero debido a que el dinero del crimen casi
nunca se recupera, muchos diseñadores de
políticas están más interesados en partes de
la economía informal que de otra manera
serían legales si no estuvieran escondidas de
las autoridades. Cosas como quitar la nieve de
las aceras.
A pesar de su intriga, la importancia y las
consecuencias de la economía informal siguen
siendo objeto de debate. La razón: “Usted
está tratando de medir un fenómeno cuyo solo
propósito es no ser observado”, dice Ed Feige,
un economista de la Universidad de Wisconsin.
Esta incertidumbre plantea problemas para
los diseñadores de políticas. Sin conocer el
volumen, alcance y causas precisos de la eco-
nomía informal, ¿cómo pueden decidir qué (si
hay algo) se puede hacer al respecto?
¿El hombre que limpió mi acera se estaba
dedicando a una actividad socialmente posi-
tiva o negativa? ¿Y yo? Basta con decir que
algunos economistas han dedicado todas sus
carreras a responder a preguntas sobre la eco-
nomía informal y que todavía no hay nada que
se acerque a un consenso sobre su volumen o
su descripción.
Los economistas generalmente están de
acuerdo en que la economía informal es peor
en los países en desarrollo, cuyas redes de trá-
mites burocráticos y corrupción son notorias.
Por ejemplo, el economista Friedrich Schneider
publicó en 2003 estimaciones de la “econo-
mía subterránea” (definida ampliamente como
toda la producción legal de bienes y servicios
basada en el mercado deliberadamente oculto
a las autoridades) para países como: Zimba-
bwe, estimando un impresionante 63.2% del
PIB, Tailandia 54.1% y Bolivia 68.3%. Entre
los países del antiguo bloque soviético, Geor-
gia encabezaba la lista con 68% del PIB en la
economía subterránea y juntas esas naciones
tenían un promedio de 40.1% del PIB. Esto
contrasta con un promedio de 16.7% entre las
naciones occidentales.
En su libro de 2003
, Reefer Madness: Sex,
Drugs and Cheap Labor in the American Black
Market,
el investigador y escritor Eric Schlosser
invoca la teoría de la “mano invisible” de
Adam Smith de que los hombres que buscan
su propio interés generarán beneficios para
la sociedad. Esta mano invisible ha producido
una economía oculta de un volumen conside-
rable y no podemos comprender la totalidad
de nuestro sistema económico sin comprender
también como funciona. “La economía oculta
es una buena medida del progreso y de la
salud de las naciones”, escribe Schlosser.
“Cuando mucho está mal, es necesario ocultar
mucho”. La implicación de Schlosser era que
mucho está mal en Estados Unidos. Si hubiera
adoptado una visión más global, tal vez habría
decidido que relativamente poco está escon-
dido allí.
Fuente: “Region Focus”, Federal Reserve Bank of Richmond, primavera de 2005.
¿Una empresa en las sombras?
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