
206
EL OFICIO DE SOCIÓLOGO'
cuales reposan, por ejemplo, el trabajo asalariado, el capital,
etcétera. Estos últimos suponen el cambio, la división del trabajo,
los precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo
asalariado, sin valor, dinero, precios, etc. Si comenzara, pues, por
la población, tendría una representación caótica del conjunto y,
precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada
vez más simples: de lo concreto representado llegaría a abstrac-
ciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones
más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender el
viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta
vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino
una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones. El
primer camino es el que siguió históricamente la economía política
naciente. Los economistas del siglo xvn, por ejemplo, comienzan
siempre por el todo viviente, la población, la nación, el Estado,
varios Estados, etc.; pero terminan siempre por descubrir, me-
diante el análisis, un cierto número de relaciones generales abs-
tractas determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero,
el valor, etc. Una vez que esos momentos fueron más o menos
fijados y abstraídos, comenzaron [a surgir] los sistemas econó-
micos que se elevaron desde lo simple —trabajo, división del tra-
bajo, necesidad, valor de cambio— hasta el Estado, el cambio entre
las naciones y el mercado mundial. Este último es, manifiesta-
mente, el método científico correcto. Lo concreto es concreto por-
que es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto,
unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso
de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea
el verdadero punto de partida, y, en consecuencia, el punto de
partida también de la intuición y de la representación. En el
primer camino, la representación plena es volatilizada en una
determinación abstracta; en el segundo, las determinaciones abs-
tractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino
del pensamiento. He aquí por qué Hegel cayó en la ilusión de
concebir lo real como resultado del pensamiento que, partiendo
de sí mismo, se considera en sí mismo, profundiza en sí mismo y
se mueve por sí mismo, mientras que el método que consiste en
elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo
la manera de apropiarse de lo concreto, de reproducirlo como un
concreto espiritual. Pero esto no es de ningún modo el proceso de
formación de lo concreto mismo. Por ejemplo, la categoría econó-
mica más simple, como, por ejemplo, el valor de cambio, supone