ZYGMUNT BAUMAN
tigres. Sólo descubriendo esta diferencia podemos saber lo que son realmente los
leones, como algo distinto de saber qué objeto representa la palabra “león”.
Y, por lo tanto, no podemos estar totalmente satisfechos con nuestra respuesta
preliminar a la pregunta acerca de la sociología. Necesitamos pensar más. Hemos
aceptado que la palabra “sociología” representa determinado cuerpo de
conocimiento y ciertas prácticas que utilizan este conocimiento y al mismo tiempo lo
incrementan; y ahora debemos formularnos más preguntas acerca de ese
conocimiento y esas prácticas. ¿Qué hay en ellos que los hace claramente
“sociológicos”? ¿Qué es lo que los hace diferentes de otros cuerpos de conocimiento
y de otras prácticas de producción y utilización del conocimiento?
Por cierto, lo primero que descubrimos al observar los estantes de la biblioteca
llenos de libros de sociología es que esos estantes están rodeados por otros, y que
los libros de esos otros estantes no son de “sociología”. En la mayoría de las
bibliotecas universitarias descubriríamos, probablemente, que los vecinos más
próximos son los estantes que llevan las siguientes etiquetas: “historia”, “ciencias
políticas”, “derecho”, “política social”, “economía”. Seguramente los bibliotecarios
que dispusieron los estantes pensaron que para los lectores sería cómodo y
conveniente que estuvieran cerca. Dieron por sentado (o así podemos suponerlo)
que los lectores que revisaran los estantes de sociología buscarían, en algún
momento, un libro ubicado, por ejemplo, en los estantes de historia o de ciencias
políticas y que esto podría suceder con más frecuencia que la búsqueda de materia,
digamos, de física o de ingeniería mecánica. En otras palabras, los bibliotecarios
habrían supuesto que la materia “sociología” está de algún modo más próxima a los
cuerpos de conocimiento llamados “ciencias políticas” o “economía” y quizá también
que la diferencia entre los libros de sociología y los libros colocados en su vecindad
inmediata es menos pronunciada, tajante y terminante que las diferencias entre la
sociología y, por ejemplo, la medicina o la química.
Ya sea que estos pensamientos hayan cruzado por su mente o no, los
bibliotecarios actuaron correctamente. Los cuerpos de conocimiento que ubicaron
cerca tienen mucho en común. Todos ellos se ocupan del mundo hecho por el
hombre o de la parte del mundo, o del aspecto del mundo, que lleva la huella de la
actividad humana, que no existiría si no fuera por las acciones de los seres
humanos. Historia, derecho, economía, ciencias políticas, sociología, todos esos
cuerpos de conocimiento discuten las acciones humanas y sus consecuencias.
Tienen mucho en común con ellas, y por esta razón es correcto agruparlos. Pero si
todos estos cuerpos de conocimiento exploran el mismo territorio, ¿qué es lo que los
separa? ¿Cuál es “esa diferencia que hace la diferencia”, la que justifica la división y
los nombres diferentes? ¿En qué nos basamos para afirmar que,
independientemente de las similitudes, los terrenos y los intereses comunes, la
historia no es sociología, y la sociología no es ciencias políticas?
Espontáneamente nos sentimos impulsados a dar una respuesta simple: las
divisiones entre los diversos cuerpos de conocimiento, deben reflejar las divisiones
del mundo que investigan. Las acciones humanas, o los aspectos de las acciones
humanas, difieren entre sí; y las divisiones entre cuerpos de conocimiento
simplemente toman conocimiento de este hecho. Así, estaremos tentados de decir
que la historia trata de las acciones que tuvieron lugar en el pasado y sólo de eso,
mientras que la sociología se concentra en las acciones actuales o en las cualidades
generales de las acciones que no cambian con el tiempo. La antropología, por su
parte, nos habla de las acciones humanas en sociedades distantes en el espacio y
diferentes de la nuestra, mientras que la sociología centra su atención en las