
Aprendizaje y Desarrollo de la Personalidad (SAP001) J. E. Adrián Serrano
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proceso de experimentación y descubrimiento propios para que se produjese una comprensión
cabal de estos fenómenos.
Desde una perspectiva evolutiva y educativa, de lo que se trata es de optimizar el desarrollo
de estas nuevas capacidades cognitivas en el alumnado de secundaria a través del currículum.
Para ello es primordial una correcta selección de objetivos y contenidos curriculares, como
también la adopción de estrategias de enseñanza adecuados a las características de los
procesos de construcción de conocimiento y las diferencias individuales entre el alumnado.
Sin embargo, es el profesorado, a fin de cuentas, el agente principal a la hora de plasmar todo
esto en su práctica educativa. Por tanto, es de vital importancia que se produzca una
concordancia real entre el currículo y las concepciones y prácticas educativas del profesorado.
Por ejemplo, es importante en el ámbito de la secundaria obligatoria tener en cuenta que los
objetivos educativos que plantea el currículo realzan su carácter finalista, en detrimento de su
carácter propedéutico (preparatorio para etapas educativas posteriores, en este caso el
bachiller y los estudios universitarios). Son dos perspectivas diferentes con consecuencias
educativas también diferentes. Si la educación en un determinado nivel tiene como finalidad
preparar al alumno para la etapa siguiente, se tenderá a dar prioridad a los objetivos
conceptuales sobre los actitudinales y procedimentales. Lo más importante será la adquisición
de los conocimientos prescritos en los programas, primando la extensión sobre la profundidad
del aprendizaje, los intereses de los estudiantes o de la sociedad, tal como se refleja en los
resultados de determinados estudios (por ejemplo, Furió, Vilches, Guisasola y Romo, 2001,
en el ámbito de la enseñanza de las ciencias en secundaria).
La concepción preparatoria o propedéutica de los estudios de secundaria ha sido la dominante
en los currículum educativos hasta fechas muy recientes. Por tanto, forma parte de la tradición
y no es extraño que sigan siendo las ideas dominantes del profesorado hoy en día. Por ello, es
muy importante hacerse conscientes (y extraer las debidas implicaciones) de que la
obligatoriedad de la enseñanza acaba a los 16 años con la ESO. Sólo una parte de los alumnos
que finalicen la secundaria obligatoria (es decir, sólo una parte del total de la población de
jóvenes adolescentes) van a continuar sus estudios. Y de los que continúen, no todos van a ser
futuros físicos, futuros matemáticos, o futuros filólogos, entre otros, para los que se pueda
interpretar como prioritario la acumulación de conceptos y contenidos (algo, por otra parte,
también discutible en este nivel educativo y según los procedimientos didácticos que se
adopten). Claro está que los alumnos de ESO tienen que aprender conceptos y contenidos.
Pero entendiendo que ello está inserto en un proceso general de alfabetización de los alumnos
en torno a las disciplinas de ciencias y letras, en el cual es importante igualmente la
consecución de los objetivos actitudinales y procedimentales, y donde se debe facilitar que,
precisamente a través del estudio de los contenidos, los alumnos se doten de herramientas
intelectuales que les ayuden a encarar, globalmente, la transición a la vida adulta, no sólo, ni
específicamente, los estudios superiores. Para lograr esos objetivos y facilitar el desarrollo
óptimo de esas nuevas capacidades cognitivas que vamos a analizar más en detalle a
continuación, la didáctica de los contenidos debería poner mayor énfasis en la profundidad del
aprendizaje que en su extensión, adecuándose por tanto mejor a la manera en que los alumnos
adolescentes aprenden, a sus intereses y a sus diferencias individuales.
2. PENSAMIENTO INFANTIL Y ADOLESCENTE
Jean Piaget se inició como biólogo en las primeras décadas del sigo XX. Según Piaget, el desarrollo del ser
humano se produce por etapas como resultado de la interacción de los esquemas cognitivos que poseen las
personas con el medio.