
que comporte hipertensión abdominal, «distrés» respiratorio grave que precise presión
espiratoria final positiva (PEEP) muy elevada,…) pueden beneficiarse también de la
monitorización de la PIC.
Limitaciones del registro de la presión intracraneal
En los estudios realizados por Sahuquillo et al.23 se demuestra la existencia de
gradientes de PIC entre los hemisferios cerebrales, aunque los análisis de la PPC no
demostraron diferencias estadísticamente signifificativas. Por ello, es recomendable
monitorizar la PIC en el hemisferio ipsolateral a la lesión o al conjunto de lesiones de
mayor volumen . Las lesiones temporales, sobre todo aquellas situaciones de estallido
del lóbulo temporal (contusión cerebral con hemorragia subaracnoidea y/o hematoma
subdural asociado), necesitan seguimiento con pruebas diarias de imagen, pues puede
desarrollarse una herniación uncal sin elevación previa de la PIC.
Por otro lado, las lesiones en la fosa posterior no pueden monitorizarse con un registro
de PIC y, además, el sobredrenaje de LCR a través de un catéter intraventricular en
estos casos puede desembocar en una herniación transtentorial invertida.
En pacientes en los que se sospecha una hemorragia cerebral por aneurisma o
malformación arteriovenosa, está contraindicado mantener la PIC extremadamente
baja pues lo que conseguiríamos es favorecer un hipotético resangrado de la lesión
vascular, aunque esta circunstancia no puede considerarse una limitación per se del
registro de la PIC.
Finalmente, cabe decir que la información obtenida de los registros de la PIC
proporciona una visión global de la situación intracraneal que ha de completarse con
información específifica sobre la oxigenación cerebral y la situación metabólica, tanto
en territorios sanos como patológicos.
Ayudas a la monitorización de la presión intracraneal
Otro parámetro que complementa la monitorización de la PIC y nos ayuda a optimizar
el tratamiento de estos pacientes es la presión tisular de oxígeno (ptiO2). Es una
medida local que nos orienta sobre la hipoxia tisular en una región determinada del
cerebro. Los valores normales de la ptiO2 en la sustancia blanca cerebral oscilan entre
20-30 mmHg.
Por encima de 30 mmHg consideramos que existe hiperemia.
Por el contrario, valores entre 15 y 10 mmHg indican hipoxia tisular moderada y por
debajo de 10 mmHg, hipoxia tisular grave y necesidad de actuación25. Estos valores
son solo significativos si se mantienen en el tiempo, habitualmente durante más de 30
min. La ptiO2 está sustituyendo a la saturación yugular de oxígeno a la hora de
valorar la hipoxia cerebral pues al tratarse esta última de una medida global,
a diferencia de la ptiO2, puede llevarnos a interpretaciones erróneas.
El sensor de ptiO2 debemos colocarlo en la sustancia blanca cerebral, bien en el área
penumbra (región perilesional con isquemia secundaria pero potencialmente
recuperable si se resuelve la situación de isquemia) o en el parénquima aparentemente
normal, pues debido a que esta medida es puramente local, debemos elegir cuál es
nuestra región cerebral a monitorizar y cerciorarnos con una TC craneal posterior de
la ubicación del dispositivo.
La información que proporciona el sensor de ptiO2 es fiable a partir de los 30-40 min
de su colocación, pero debe acompanarse del dato de la temperatura tisular, pues
aumentos de 1 ◦C provocan un aumento de la extracción de oxígeno del 8 al 12%