
Guía de Aprendizaje - Trabajo y Tiempo Libre
‘¡Naturalmente que no comprendes!’ dijo el Sombrerero elevando orgullosamente la nariz. ’Con toda seguridad
¡ni siquiera habrás hablado con el Tiempo!’
Adaptación del texto: “Tiempo y psicoanálisis” de Enrique Loffreda, Paraguay, 1994, para el tratamiento de
este problema en la currícula de la carrera de Medicina.
’Puede que no’, contestó Alicia con cautela. ’Pero sí sé’, añadió esperanzada, ’que en las lecciones de música
marco el tiempo a palmadas.’
‘¡Ah! ¡Ah! ¡Eso lo explica todo!’, armó el Sombrerero. ’El Tiempo no tolera que le den palmadas. Si, en cam-
bio, te llevaras bien con él, harías cuanto quisieras con tu reloj.’
‘¿Es así como se las arregla usted con el tiempo?’, preguntó Alicia.
El sombrerero negó con la cabeza muy apesadumbrado: ’Nos peleamos el pasado marzo’
’Y desde entonces’, siguió diciendo el Sombrerero, cada vez con más pena, ’el tiempo no quiere saber nada
conmigo y ¡para mí son siempre las seis de la tarde!’.”
Si somos capaces de soportar la pregunta por el tiempo sin precipitarnos en respuestas tranquilizadoras o
tautologías inconducentes, podemos pensar con Ilya Prigogine las consecuencias de que “el tiempo precede a
la existencia, y podrá hacer que nazcan otros universos”
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¿Y si el tiempo creara algún universo donde fueran
siempre las seis de la tarde?
La filosofía y el tiempo
El fragmento de un texto losóco de enorme antigüedad, hablaba ya de la temporalidad.
Anaximandro de Mileto, en un escaso pero riquísimo testimonio dice:
“De aquello que los entes sacan su existencia es a lo cual vuelven para su destrucción según la necesidad, y
estos entes se dan justicia y reparación mutua según el orden temporal”
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Heráclito, cuya proposición “todo uye” acompañada por su poética y siempre recordada frase: “No es posible
bañarse dos veces en el mismo río”, trató el tema del tiempo en términos de devenir y repetición. Para él, la
temporalidad es la medida de lo que fue, es y será siempre, en cíclico devenir.
Otras discusiones se presentaron por entonces, aludiendo al tema de la eternidad y el cambio y vinculadas al
ser, tanto que para Parménides “todo lo que cambia no es”, en tanto dene al ser como inmutable y por lo tanto
fuera de todo cambio posible.
En lo que coincidieron los pensadores preplatónicos, fue en la construcción de una idea del tiempo vinculada
a la cadencia, al ritmo, a la repetición, inaugurando el concepto de un tiempo circular ligado a la periodicidad.
Platón es quien produce sobre la temporalidad una metáfora largamente repetida: “el tiempo es la imagen
móvil de la eternidad”
Creo necesario que aclaremos que “eternidad” no es como se piensa vulgarmente, un tiempo de duración
innita. En esta frase, Platón diferencia tiempo y eternidad, colocando a ésta por fuera del tiempo, en tanto no
puede ser abarcada por medida temporal alguna.
Será Aristóteles quien inaugurará una concepción totalizadora del tiempo, en su libro “Física”, donde cambio
y movimiento se constituyen en los ejes a partir de los cuales despliega su teoría del tiempo. El cambio sólo
puede ser numerable, medible por el tiempo, que no existe sin el cambio. Si bien el movimiento no se identica
con el tiempo, no es independiente de él. Su concepción de la eternidad diere de la instaurada por la losofía
cristiana; defensor de la perennidad del universo, arma que el tiempo no puede tener principio ni n, pues de
otra manera habría un comienzo y un después de su n, lo que constituye un absurdo.
2
Prigogine, Ilya, Stengers Isabelle. Entre el tiempo y la eternidad. Buenos Aires, Alianza Editorial, 1991.
3
Heidegger, Martín. Sendas perdidas. Buenos Aires, ed. Losada, 1979: 265
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