
TID E - ESTR UCTURA S IV 5
Apuntes de Cátedra. Arq. María del Carmen Fernández Saiz
A medida que aumenta el número de cargas, el polígono funicular toma un número
creciente de lados más pequeños que se aproxima a una curva uniforme, hasta llegar a un
número infinito de cargas infinitamente pequeñas, en que el polígono se convertirá en una
curva funicular. Para un cable con carga uniformemente repartida en proyección horizontal, la
curva es una parábola; si las cargas se distribuyen a lo largo del cable, y no horizontalmente,
la curva funicular es una catenaria, la forma natural que adopta un cable de sección constante
sometido a su propio peso (figuras 10 a, b y c).
Figuras 10 a, b y c - Curvas Funiculares
Si se invierte la forma funicular que toma un cable cargado se obtiene la forma ideal de un
arco que, sometido a ese esquema de cargas, desarrolla sólo tensiones de compresión.
La forma ideal de un arco capaz de resistir cargas determinadas por un estado de
compresión simple puede hallarse siempre con la forma del polígono funicular
correspondiente, invertido (figuras 11 y 12).
Por lo general, la forma de un arco de cualquier material apto para resistir compresiones,
se elige de modo que corresponda al polígono funicular de la carga debida al peso propio, pero
cuando actúan otras cargas, como las llamadas sobrecargas variables (nieve, viento, sismo,
etc.), se desarrolla un estado de tensiones distinto de la compresión simple. Un cable puede
soportar cualquier sistema de cargas de tracción, cambiando para ello su forma; un arco no
puede cambiar su forma, y por lo tanto no puede ser funicular de todas las cargas que se
espera actúen sobre él. La estabilidad del arco implica falta de adaptación, y por ello en todo
arco existe siempre una combinación de compresión y flexión.