El Estado moderno
Siglo XIV conmoción en el mundo feudal:
- Oleadas de pestes redujeron la población
- Movimientos de rebeldía (contra la jerarquía establecida) sacudieron al Cristianismo
- Convulsiones sociales y guerras se extendieron por Europa
- Convivieron posturas y sentimientos contrapuestos y extremos:
o El más absoluto idealismo
o El realismo más desgarrado
- La cultura seguía en manos de los clérigos, pero se apreciaba una cierta secularización:
o Se daban los primeros esbozos del laicismo humanista (aportaba modificaciones a los valores
esenciales)
Siglo XV resurgimiento de la autoridad de los reyes europeos occidentales y surgimiento de las primeras
monarquías modernas.
- La nobleza asumió un nuevo rol y sus miembros se convirtieron en oficiales del ejército real, diplomáticos del
nuevo Estado, ministros y asesores del rey
- Surgimiento de un marco adecuado para la expansión de las actividades mercantiles y manufactureras
desarrolladas por la burguesía
De la crisis del mundo feudal, de la declinación del orden aristocrático y de la supremacía del orden divino; y del
crecimiento y fortalecimiento de una nueva clase social, la burguesía, emergió el ESTADO MODERNO.
Lentamente, se fue consolidando la autoridad de los reyes en Francia, Inglaterra y España.
Posteriormente, en sociedades contemporáneas, a partir del momento de surgimiento, desarrollo y consolidación de
los ideales burgueses (con las Revoluciones Norteamericana y francesa), el segundo gran debate que se instala en
Occidente tiene que ver con la cuestión democrática, con la distribución del poder político y la forma de ejercicio de
ese poder político.
De la alianza clero-aristocracia a la alianza monarquía-burguesía
El nacimiento del Estado moderno estuvo ligado al debilitamiento de la supremacía religiosa y a la alianza entre la
monarquía y la burguesía.
- La supremacía religiosa había comenzado a delinearse con la caída del Imperio Romano ya que fue el único
factor de unidad europea que se mantuvo. El poder del papa fue incrementándose. Se produjo así un
debilitamiento del poder político en beneficio del poder religioso. A partir del siglo V la iglesia cristiana q un
papel determinante de la vida política de las sociedades europeas. Impuso las formas de ser y de hacer,
subordinó a su autoridad las autoridades terrenales e impidió cualquier tipo de diversidad cultural e
ideológica.
- El clero y la aristocracia se asociaron para legitimar su derecho a explotar en conjunto a los plebeyos,
presentando este privilegio como expresión de la voluntad de Dios.
o Esta alianza posibilitó que se estableciera una mayor influencia de la fe cristiana sobre el mundo
político pero que el poder político fue obteniendo cierto nivel de estabilidad, los príncipes terrenales
comenzaron a cuestionar la autoridad del papado dada su intención de incidir permanentemente
sobre las decisiones políticas de los distintos estados.
- Durante la Edad Media, la Iglesia cristiana manejó la educación, monopolizó la producción escrita y se
apropió de la mayoría de los textos escritos que circulaban por Europa, convirtiendo las abadías y
monasterios en reservorios de los tesoros escritos de la humanidad.
- El comercio (desde el siglo XI) comenzó a deteriorar la estructura de la sociedad estamental (el
ordenamiento social a través del status) pero comenzó a delinearse otro, funcional a los intereses de la
burguesía: una forma de ordenamiento social basado en la acción de los hombres a través de la vida, basado
en lo que se tiene y no en lo que se es.
La construcción del Estado moderno se caracterizó por la afirmación territorial de la autoridad monárquica frente a
obstáculos interiores y rivales exteriores; una creciente centralización política y económica; el establecimiento de la
burocracia estatal se extendió la capacidad de decisión de la administración real; la creación de ejércitos estables y
numerosos, dependientes del rey.
La burocracia al servicio de los reyes provenía de sectores sociales intermedios o menores que fueron asumiendo
cada vez mayor poder, pero no desplazaron a la nobleza.
La centralización política era costosa y requirió recursos aportados por la burguesía a través del crédito y fue
acompañada por un perfeccionamiento fiscal.
La mayor parte de los sectores privilegiados del Occidente se sometieron a la autoridad monárquica, ya fuera para
garantizar su predominio socioeconómico, en busca de paz y seguridad tras las guerras, o ante la posibilidad de
aprovechar un período económico expansivo.
Maquiavelo fue la clave para marcar un punto de inflexión en la historia de la política occidental ya que hizo un
aporte fundamental para una nueva concepción de la política que fue la presentación de la misma desligada de todo
sentido ético, moral y religioso.
La política en la que pensaba Maquiavelo era una política de elites y en ella la consulta a la mayoría no se
consideraba. Lo que entraba en juego era la habilidad para llegar al poder y para perpetuarse en él, y para
perpetuarse en el poder, el príncipe necesitaba tratar de monopolizar la mayor cantidad de recursos. (Príncipe =
Estado moderno; príncipe maquiavélico papa)
No existía el poder de un soberano sobre un territorio amplio, sino el poder de una persona sobre otra
Cuando se inició la concentración del poder político en el Estado monárquico, el soberano pasó a ejercer el poder
sobre el territorio y sobre las personas que allí se encontraban, sin mediaciones. El monarca imponía impuestos,
monopolizaba la violencia.
La palabra del rey por derecho divino, en tanto representante de Dios, era definitiva, así la desobediencia era un
delito tanto religioso como político.
Desde la firma de la Paz de Westfallia, las guerras de religión dejaron de ser importantes. Las guerras entre
estados y las guerras de sucesión fueron parte central de los asuntos europeos. Se decidió así mantener una
situación política entre los Estados en que ninguno de ellos alcanzaba un poderío superior al de los otros,
evitándose así que se pusiera en peligro la independencia de los demás.
El absolutismo monárquico
La unidad de fe era indispensable para la cohesión del cuerpo político; todos los súbditos debían rezar al mismo dios
que su rey. Fueron los tiempos de la intolerancia religiosa.
Es decir que el monarca enajenó una capacidad que solo tenía la Iglesia: considerar su poder como derivado de Dios.
- El argumento del papado Dios era el titular del poder y lo entregaba al papa (el poder del papa estaba por
encima del poder de los reyes)
- El argumento de los reyes el poder del monarca venía directamente de Dios, este era un elegido y no
tenía más obligaciones con la sociedad que aquellas que él mismo decidía imponerse.
Jean Bodin escribió un libro en el cual analizaba las características del poder monárquico. Señalaba que el monarca
recibía el poder de Dios, pero ese monarca tenía un poder que no era absoluto; había algunos límites como la ley
natural y la ley de Dios (no podía legislar ni gobernar en contra de las tradiciones ni de la religión).
El poder del Estado no alcanzaba lo privado, el terreno del mercado; lo que habían acordado dos personas no podía
deshacerse por voluntad del rey.
Thomas Hobbes presentó una visión del poder absoluto totalmente distinta. Tenía en mente la concepción del poder
y las atribuciones del poder que Bodin le había asignado al monarca, pero planteó una radicalización de esas ideas.
Para Hobbes, el monarca debía ser absoluto, sin ningún tipo de límites. La única limitación estaba en su conciencia.
Hobbes perfeccionó la idea del estado de naturaleza. Todos los autores de la antigüedad consideraban que las
sociedades eran producto del desarrollo histórico y que se iba pasando de las familias a las aldeas, a las ciudades y a
las naciones simplemente con un proceso de agregación. Por el contrario, la sociedad burguesa era una sociedad de
contrato, su base era el texto constitucional, que expresaba el contrato social en el que se señalaban derechos y
obligaciones de las personas.
Los pensadores del liberalismo plantearon la idea de un estado de naturaleza (un pasado ahistórico en el cual los
hombres vivían en condiciones primitivas y decidieron firmar un contrato). Ese fue el origen del contrato social.
Uno de los supuestos del pensamiento de Hobbes era la existencia de un momento fundacional, una etapa presocial
en la constitución de la sociedad civil y política: el “estado de naturaleza”. Otro supuesto fue su pesimismo
antropológico (hombre corrompido, egoísta, que buscaba la satisfacción ilimitada de sus deseos).
- Para Hobbes la naturaleza humana tenía dos elementos constitutivos:
o La razón y la pasión
Para Hobbes la primera ley natural del hombre era la autoconservación. Los individuos desistían de los placeres
inciertos de la simple libertad a cambio de la seguridad de la vida comunitaria.
Así surgió un contrato artificial en el cual los hombres le confiaban al “Leviatán” (monarca) la utilización de la fuerza
y los medios pertinentes, incluso contra ellos mismos, transformándolo en el “poder soberano”, poseedor de un
poder absoluto, un poder que hiciera cumplir el pacto.
El Estado creado debía garantizar la seguridad y el bienestar de los pactantes y debía imponer obediencia a
todos sus miembros, siendo la suma de los intereses particulares, garantizando el carácter absoluto de su
poder solo limitado por el reconocimiento de la ley divina y la natural.
Según Hobbes, el monarca debía ser inflexible y debía actuar en beneficio de todos los sectores. En caso
contrario se produciría la guerra civil (anarquía)
John Locke invirtió el planteo de Hobbes y planteó la necesidad de una división de los Poderes Legislativo y Ejecutivo
y señaló un orden jerárquico por el cual el Primer Poder del Estado era el Legislativo, atendiendo a la lógica de que
quien redacta las leyes debe estar por encima de quien las ejecuta.
Locke también recurrió al estado de naturaleza pero, a diferencia de Hobbes, dijo que los hombres eran buenos por
naturaleza y que era su ingreso en la sociedad lo que los hacía malos.
Planteaba que había una convivencia, un afán de mejora material y de mayor seguridad que conducía a los hombres
a integrarse en sociedad, pese a que ésta les iba a generar desafíos que iban a hacer que aquella bondad fuera
devaluándose.
Locke consideraba que en el estado de naturaleza podía existir la propiedad privada y fundamentaba el derecho de
todos los hombres a tener acceso a lo mínimo indispensable para garantizar su subsistencia. En el estado de
naturaleza eso significaba que cada hombre tenía derecho a acceder a una porción de tierra que garantizara su
alimentación.
Los hombres ingresaban en sociedad a través de un pacto de unión, contrato por el cual se ponían de acuerdo en los
derechos y obligaciones que tendría cada uno y en las condiciones para incorporarse a la sociedad. Con posterioridad
a la incorporación a la sociedad civil, se firmaba un segundo acuerdo denominado pacto de sujeción o pacto de
Gobierno que indicaba que aquellos hombres que habían decidido integrarse en una sociedad, también decidían
ceder parte de sus derechos en beneficio de alguien que iba a ejercer la autoridad sobre el conjunto para garantizar
el orden.
Quien constituía la soberanía, quien tenía el derecho al mando era el PUEBLO.
Si bien los hombres acordaban determinadas leyes al momento de integrarse, luego resultaba posible que surgiera la
necesidad de crear nuevas leyes.
En la medida en que el monarca no cumpliera con lo que la sociedad quería, esta podía rebelarse, retomar el poder y
establecer un nuevo contrato de sujeción con otro soberano.
Locke fue el ideólogo de la Revolución Gloriosa que impuso definitivamente la monarquía parlamentaria.
Locke decía que una sociedad tenía que funcionar con la menor cantidad de leyes posibles y, además esas
leyes debían ser claras, al alcance de todo el mundo.
Tocqueville escribió sobre la democracia en América y la sociedad francesa. Analizó las características de la sociedad
norteamericana, por qué había florecido la democracia en América y no en Europa, etc.
Analizó la Revolución Francesa desde una perspectiva muy crítica, planteando que fue un baño de sangre que
Francia no tendría que haber experimentado. También observó un crecimiento de la burguesía, con mayor poder en
la sociedad pero no en la política. Entonces Francia transitó de una monarquía absoluta hacia una destrucción.
Montesquieu analizó cómo se gobernaba en distintos lugares del mundo y planteó que cada sociedad tenía un
espíritu y que había formas de gobierno diferentes.
En su concepto, un régimen político debía ser la expresión de una sociedad, no podía ser el resultado de una
imposición.
Montesquieu, a partir de cómo funcionaba el sistema y la sociedad británicos, infirió que en Inglaterra funcionaba
una división tripartita del poder y que cada uno de estos poderes era autónomo.
En el proceso de transformación que va de la sociedad aristocrática a la sociedad moderna, la burguesía
levantó dos ideales como base del sistema que todavía nos rigen: el ideal de igualdad y el de libertad.
Inmediatamente el liberalismo planteaba que si bien los hombres nacían libres e iguales esa no era una
igualdad ontológica. Los hombres se diferenciaban a través de sus acciones y se diferenciaban
constituyéndose unos en ganadores y otros en perdedores a través de la libertad.
Rousseau adoptó la idea de contrato social y habló del mismo estado de naturaleza que Locke. Ese contrato de
unión constituyó la sociedad civil y la sociedad política. Esto es así porque consideró que la soberanía era indelegable
(no podía ocurrir que los hombres se reunieran, constituyeran una nueva soberanía popular y luego se
desprendieran de parte de los derechos que tenían sobre sí mismos).
Rousseau consideraba cualquier forma de representación como una forma de desigualdad, una forma de
dominación. Para él la representación era un encadenamiento del representado con los representantes. Cuando el
hombre aceptaba la representación política se constituía en esclavo.
Planteó que la forma de gobierno que debía tener una sociedad era la asamblea (es la idea de la democracia directa)
Rousseau planteaba una sociedad compuesta por no más de 400 polifamilias donde los hombres con hijos y familias
a cargo eran los que ejercían los derechos políticos.
Pero el mundo avanzaba en sentido inverso, entonces planteaba otra alternativa: un monarca que igualara a todos
en la dominación. Rousseau no tenía un modelo aplicable por el poder revolucionario de Francia.
Robespierre combinó la asamblea vecinal con un modelo de representación encarnado en la asamblea nacional o
sea que combinaba democracia indirecta con democracia directa. El punto es que violaba el pensamiento de
Rousseau.
Rousseau, entonces, antepuso la idea de igualdad a la de libertad (dentro del liberalismo)
Los Padres Fundadores norteamericanos fueron los primeros que utilizaron la idea de representación para aplicarla
en términos concretos.
En los escritos de El Federalista se planteaba que la representación posibilitaba la república, que la democracia
solamente podía ser indirecta y que esa forma de democracia era justa porque expresaba las relaciones de fuerza
que existían en el interior de una sociedad, era justo que aquellos sectores que tenían más que otros tuvieran mayor
importancia y significación en la toma de decisiones. Se advierte que la forma de poder político republicano
entrañaba una forma de poder social que debía estar en manos de los propietarios.
Sieyès fue quien planteó (en el caso de la Revolución Francesa) la idea de representación clásica. Planteó la
existencia de dos tipos de representación:
- La representación en sentido antiguo (de tipo sociológico). El representante era aquel que representaba, por
su fortuna, por su forma de vestir, por su prestigio, a un estamento (clase social determinada).
- La representación como una forma de delegación provisoria, temporaria, de la soberanía por parte del
pueblo en un cuerpo colegiado. Ese representante debía gobernar en beneficio de lo que, a su juicio, era el
interés general. Representaba a la nación.
El de Sieyès era un representante que no llegaba con instrucciones, sino que lo único que tenía era su propio criterio,
por eso había que elegir al más capaz, a aquel que tuviera mayor racionalidad, inteligencia, visión. Se generaba una
elite que tenía como único límite el plazo de ejercicio de la representación. Así no había forma de reemplazar a un
representante antes de que cumpliera el plazo. Esto comenzó a desligar al poder político de la sociedad civil.
El principio representativo que se instaló en Occidente era la idea de que el pueblo elegía representantes,
pero que estos eran inviolables, que no podían ser sancionados por lo que expresaban, que no podían ser
depuestos y que representaban a la nación en su conjunto.
El Estado y la Revolución Francesa (1789)
La eliminación del feudalismo y el nacimiento del Estado moderno beneficiaron a las monarquías pero,
posteriormente, la burguesía tomó el poder y se separó de la Corona; controló la monarquía por la vía parlamentaria
o la derribó.
La Revolución Francesa tuvo enorme importancia en ese proceso. Constituyó una etapa clave, pues marcó el acceso
al poder de las burguesías nacionales y la restructuración del Estado en función de los objetivos de aquella clase.
Al concluir el siglo XIX, casi todas las burguesías nacionales controlaban el aparato del Estado, y que este había sido
reorganizado para responder a sus aspiraciones y a su proyecto económico.
Las revoluciones burguesas
Estas revoluciones tuvieron dos matrices diferenciadas:
- Una económica y social (revolución industrial inglesa)
- Una sociopolítica (Revolución Francesa)
Se trató de un proceso de transformaciones que posibilitó pasar de la sociedad del antiguo régimen (estructura
social organizada por estamentos) a un nuevo orden social.
Esos estamentos eran el clero, la aristocracia y lo que se denominó Tercer Estado (plebeyos que pagaban los
impuestos). El “estamento” hace referencia al status.
Las personas en el mundo del Antiguo Régimen (previo a las revoluciones burguesas) ocupaban un determinado
puesto social producto del nacimiento. El lugar de nacimiento determinaba el estilo de vida y las posibilidades que
iba a tener una persona dentro de la comunidad. En esas sociedades era el poder el que construía riqueza y no la
riqueza la que construía poder.
Al transcurrir el tiempo, se fue cuestionando el absolutismo político, el absolutismo económico encarnado en la
política económica mercantilista y la falta de libertades individuales (religiosa y de opinión).
La Ilustración
Movimiento complejo defensor de la tolerancia y la razón, enfrentado al absolutismo.
Los filósofos del Siglo de las Luces estaban convencidos de lograr la emancipación de la conciencia humana del
estado de ignorancia a través de la razón y el conocimiento.
La Ilustración sometió todas las cosas al examen de la razón para llegar a principios claros y verdaderos. Era un
pensamiento optimista que creía en el progreso humano poniendo énfasis en la educación.
La evolución de dicho pensamiento político no fue lineal ni uniforme, muchos teóricos lo desarrollaron en variadas
obras; pero tres autores se destacaron por sus aportes y por las modificaciones que inspiraron en la teoría y en la
práctica de los gobiernos establecidos. Ellos fueron Locke (defensor de la monarquía parlamentaria), Montesquieu
(que desarrolló el tema de la limitación del poder) y Rousseau (que planteaba la adhesión a las leyes como verdadera
libertad y el concepto de “voluntad general”).
Frente al absolutismo tradicional surgieron los partidarios del absolutismo o despotismo ilustrado que concebía al
monarca como eje rector del Estado, justificando su poder en la razón y poniéndolo al servicio de los súbditos.
Aspecto
ABSOLUTISMO:
características
DESPOTISMO ILUSTRADO:
propuestas
POLÍTICO
Monarca por “derecho divino”
Aplicación de principios de la ILUSTRACIÓN
Se debían garantizar los derechos naturales (Los hombres
tenían un gobierno que les garantizara esos derechos, caso
contrario podían rebelarse Locke)
El gobierno necesitaba todos los poderes para cumplir su
misión: “Todo por y para el pueblo pero sin el pueblo”
SOCIAL
Sectores privilegiados y no privilegiados
- Libertad civil
- Abolición de los privilegios
- Libertad personal
- Propiedad privada inviolable
- Igualdad ante la ley
- Impuestos proporcionales
- Igualdad de penas
- Acceso a la educación
ECONOMÍA
Intervención estatal.
Mercantilismo.
Libertad de movimiento, comercio, industria, navegación.
Fisiocracia: Quesnay
Escuela clásica: Adam Smith
RELIGIÓN
Intolerancia.
Tolerancia.
Algunos reyes rechazaron totalmente las ideas ilustradas; otros las rechazaron pero emprendieron reformas que
parecían inspiradas en ellas; otros las aprovecharon para fortalecer el Estado y recortar los poderes del Clero y la
Nobleza; otros las defendieron y las aplicaron.
El legado de la Revolución Francesa
En Francia desde 1789 la monarquía dejó de ser y pretenderse absoluta. A partir de 1792, Francia entró en guerra
con España y Gran Bretaña.
La vida política moderna nació con la Revolución Francesa al instituirse la publicidad de las deliberaciones y
decisiones políticas. Ella dio origen a las consultas electorales, los debates y deliberaciones parlamentarias.
La Revolución afirmó principios que rompieron con el Antiguo Régimen y abrieron el camino para el establecimiento
de la democracia moderna (libertad, igualdad y soberanía popular).
La Revolución fue creando un nuevo orden basado en los derechos humanos, las instituciones representativas y el
concepto de lealtad a la nación más que al monarca. Lema revolucionario “libertad, igualdad y fraternidad”
El nacionalismo europeo nación con la Revolución Francesa y el Imperio Napoleónico.
La doctrina revolucionaria de la soberanía del pueblo afirmaba el derecho para rebelarse frente a un
monarca y para determinar su propia forma de gobierno ejerciendo un control sobre él.
La doctrina democrática afirmaba que el gobierno debía representar a todo el pueblo. Se proclamaban los
derechos de todos los ciudadanos a disponer de ellos mismos, sin importar su situación o su riqueza.
Derrotado Napoleón (1815), los gobernantes trataron de restaurar la estabilidad y el antiguo orden, pero los
cambios introducidos por la Revolución Francesa habían sido demasiado importantes. Esto se manifestó en las
oleadas revolucionarias inspiradas en las nuevas ideologías (liberalismo y nacionalismo).
Surgió, gracias a Edmund Burke, el conservadurismo decidido a contener esas fuerzas de cambio.
Según Burke el Estado era una asociación entre los vivos, los muertos y los que van a nacer. En consecuencia, cada
generación tenía la obligación de preservar y transmitir esa asociación. Burke rechazaba el cambio violento,
revolucionario, repentino; pero creía en el cambio gradual, evolutivo.
Benjamín Constant llamó la atención sobre las consecuencias de los principios rousseaunianos. Recomendó
introducir en el régimen político elementos que neutralizaran el principio de la soberanía popular, explicando que
ninguna autoridad era ilimitada ni siquiera la del pueblo. Fue un defensor de la monarquía constitucional.
El conservadurismo favorecía la obediencia a la autoridad política, la religión organizada, la comunidad por
sobre los derechos individuales, el orden y la organización según la tradición.
Las ideas liberales se aplicaron tanto al terreno económico como político. En el terreno político, pensaban que para
que los hombres pudieran ser libres el poder debía estar limitado. Consideraban indispensable la protección de las
libertades civiles, de los derechos básicos. También planteaban la tolerancia religiosa y la separación de la Iglesia y el
Estado. Defendían para ello las monarquías constitucionales y responsabilidad ministerial.
Pero los liberales no eran demócratas. Para elegir y ser elegido, se exigían ciertos derechos de propiedad.
La nación se convirtió en el elemento clave de la lealtad política del individuo. Ortega y Gasset la definió como “un
proyecto sugestivo de vida común”. Max Weber rescató como núcleo de lo nacional la idea de misión propia de un
grupo, que solo puede viabilizarse conservando los rasgos propios del grupo.
Los pueblos sin unidad buscaban conformar el Estado-nación. Los pueblos sometidos, la autodeterminación.
Esto hacía que el nacionalismo amenazara el sistema político existente y el conservadurismo lo enfrentó.
Liberalismo y nacionalismo coincidieron en la idea de que la libertad solo podrían hacerla realidad los
pueblos que se gobernaran a sí mismos.
Las guerras extranjeras y civiles se hicieron para crear las naciones-Estado unificadas; pero había muchos sin lograr
ese objetivo.
La mayoría de las monarquías europeas eran constitucionales. Pero esas metas, en muchos casos fueron logradas
por políticos conservadores.
En 1871, el Estado nacional tuvo que concentrarse en la vida de las personas. Las reformas liberales y
democráticas ofrecieron nuevas posibilidades para que se diera una mayor participación en el proceso
político.
Después de 1871, los gobiernos intentaron apaciguar a las clases trabajadoras adoptando medidas de
seguridad social. Esas medidas de bienestar social fueron de alcance limitado y sus beneficios resultaron
escasos. Pero, el poder del Estado se estaba utilizando para beneficiar al pueblo.
Democracia y régimen político
Fines del siglo XIX se planteó la democracia como un punto final, un punto de llegada natural para la evolución de
la organización política de las sociedades. Ese discurso, que había sido abonado sobre la base de los autores tales
como Marshall, fue retomado por autores como Francis Fukuyama.
Fukuyama planteó que toda la historia de la humanidad era una larga preparación para la democracia occidental y
afirmó que esta democracia era la última forma política de organización posible, la forma más perfecta ya que había
logrado desembarazarse del comunismo por un lado y los totalitarismos fascistas o nazis por otro.
A todo el planteo se le agregaba la idea de que el correlato natural de esa democracia era el neoliberalismo.
En muchos momentos del siglo XX se pensó que la democracia era un régimen del pasado, que no alcanzaba a
expresar o a contener la complejidad de las sociedades de masas. Era indispensable la construcción de partidos de
masas y de partidos únicos que fueran capaces de articular y hacer propios los diversos intereses que regían en cada
sociedad.
Entre la finalización de la Primera Guerra Mundial y la culminación de la Segunda Guerra Mundial se consideró que la
forma de organización de las sociedades debería tener un aparato burocrático con más peso decisivo y que los
conflictos político y social pudieran ser desterrados o subordinados a las directivas de un partido centralizado y una
administración que funcionara de manera estricta y racional.
Esas formas de organización estuvieron relacionadas con el comunismo. La democracia funcionaba
efectivamente solamente en EE.UU.
En relación con el liberalismo político y las formas de liderazgo, autores como Bernard Manin realizaron una
clasificación en tres etapas:
- Una que se extendió hasta 1870 y se puede definir como una república de notables
- Una que se extendió hasta 1960, definida como una característica de la democracia en masas o de los
partidos en masa
- Un tercer momento que se puede definir como videopolítica o la política a través de los medios de
comunicación
Gaetano Mosca fue quien consideró en profundidad el tema de cómo estaban compuestas las clases dirigentes.
Observó que en todas las sociedades unos pocos habían gobernado y el resto había sido gobernado por esa minoría.
Mosca veía la política desde la sociedad hacia el Estado (cómo la sociedad construye determinadas instituciones,
determinados mecanismos de control) o una segunda perspectiva que tiene que ver con cómo una pequeña minoría
consigue estructurar mecanismos de dominación sobre las mayorías y cómo esos mecanismos alcanzan tal
perfección que esa mayoría termina aceptando como natural el ser dominada.
Max Weber decía que el éxito de una clase política depende de conseguir instalar algún principio de
legitimación que cause el efecto deseado en el conjunto de la sociedad porque, si esa minoría intenta
establecer determinados principios de legitimación que no son aceptados por la sociedad, difícilmente va a
ejercer el poder.
Weber definió tres formas de liderazgo que se corresponden con tres tipos de legitimidades distintas, esas
formas son: tradicional, carismático y racional.
Las identidades colectivas (previo a la Revolución Francesa) eran el producto de dos factores que constituyen los
elementos básicos de la forma de liderazgo tradicional: la tradición y la religión.
Cuando se hablaba de “uno”, de “unidad”, de “identidad”, de “individuo”, uno era el rey, uno era el papa,
uno era Dios. Pero a partir de ese uno que ejercía un liderazgo, el resto no era individualizable, se actuaba
como grupo.
A esa forma de identidad social correspondía una forma de liderazgo definida como el tipo de liderazgo
tradicional. Todos los mecanismos eran colectivos.
Cuando se convocaba a los Estados Generales, se convocaba a un sistema de cuerpos. Cada cuerpo
constituía una identidad social: primer estado, el clero; segundo estado, la nobleza; tercer estado, los
burgueses que tributaban.
Los representantes en aquel tiempo eran aquellos que mejor representaban las características sociológicas de cada
uno de los estamentos. Estos representantes tenían un “mandato imperativo”, por lo tanto, el representante era un
transmisor pero con un mandato del cual no podía escapar y, si lo hacía, las decisiones que se acordaban no eran
vinculantes para el grupo de referencia.
Sieyès planteó que el proceso de representación constituía una delegación de la capacidad de decisión del pueblo en
un grupo de representantes a los cuales se adjudicaba una capacidad especial de decisión. Si bien el representante
llegaba con los votos del conjunto, al constituirse en representante, dejaba de representar a aquellos que lo habían
votado para pasar a representar la soberanía de la nación, el interés general.
El interés general fue un término utilizado por la burguesía para expresar cuáles eran sus propios intereses
en un contexto social.
Durante el período de mandato, el representante expresaba la opinión general. Mientras el estamento podía
ejercer la capacidad de censura sobre las acciones de su representante, en el nuevo sistema de presentación
había una instancia de selección de representantes, pero luego esos representantes cobraban autonomía.
Se consideraba que los representantes formaban parte de una elite compuesta por los más capaces. La acción de los
representantes no podía ser objetada porque cada miembro del pueblo individualmente tenía una “miopía” que le
impedía ver más allá de sus intereses particulares. En cambio, el representante era aquel que podía elevarse por
encima de sus propios intereses y actuar en beneficio de la sociedad.
Efectivamente, la representación, en sentido moderno, generó una base de legitimación para la clase política
construida, no en Dios propiamente dicho, sino en una nueva divinidad, la Soberanía Popular.
“La voz del pueblo es la voz de Dios
Esta nueva clase política ensayaba una constitución republicana pero seguía reforzando la legitimación con
un fundamento teológico.
Se pasó de una sociedad fundada en el elemento religioso y en el elemento tradicional, a una sociedad que
pretendía empezar a sostenerse sobre una concepción de la civilidad, de la racionalidad.
Robespierre se había dado cuenta de que la religiosidad había jugado un papel fundamental en el proceso de
consolidación de los sistemas de dominación; que la religión había operado como un factor de contención.
Robespierre pensaba que el sistema revolucionario también tenía que tener una “religión”, pero de base
civil; ya que era un método para garantizar la obediencia, el respaldo de la población.
Por eso inventó una nueva religión civil, el culto a la diosa razón; es decir, la creatividad, la racionalidad del
hombre elevada a la estatura de religión.
La Revolución planteó la idea de la liberación, de la expresión, revalorizando la figura de la mujer y su belleza.
En Inglaterra fue más sencillo adaptar al campesino al nuevo orden basado en nuevas reglas. No así en Francia,
donde el proceso fue mucho más lento.
Es por esta razón que Manin señaló y rescató la figura del notable. El notable marcó una forma de hacer la política
que se puede definir como “república deferencial” (una forma de hacer política basada en el prestigio que indicaba
que la forma de representación antigua y la moderna se encontraban en una etapa de transición)
Notables personas que, por su origen, por su estirpe, gozaban de un respeto, que tenían una profesión que los
diferenciaba del resto, que ejercían un liderazgo natural sobre las comunidades.
(Liderazgo carismático) Weber enunció que pueden haber existido muchas personas que tuvieron carisma, pero
debían coincidir una situación excepcional y una persona con una cualidad excepcional; asimismo, esta persona
debía ser reconocida por el conjunto para que se constituyera un liderazgo carismático, y ese reconocimiento se
basaba en un componente emotivo e irracional.
La relación carismática se da entre un líder y una masa que ha perdido lo que implica la noción de pueblo.
El pueblo expresa una unión de individuos que toma una decisión racional a través de una elaboración de
costos y beneficios respecto de una situación determinada.
Durkheim habló de la idea de acción colectiva y del hecho de que a veces las personas incurrían en ciertos
comportamientos que luego resultaban incomprensibles (es decir que, en determinadas situaciones, había un
espíritu colectivo que se apoderaba de la masa y la vaciaba de todo componente racional).
Weber señalaba que podía surgir del entorno del líder un sucesor dado que la masa todavía seguiría encantada por
la figura del líder, suponiendo que el líder se había rodeado de un conjunto de personas virtuosas designadas por sus
capacidades. Precisamente, el peligro del liderazgo carismático y de su habitual pauta de sucesión, es que la
desaparición física del líder abre las puertas de la catástrofe social.
El régimen de notables tuvo una particularidad, el papel que jugaron la opinión pública y la prensa dentro del
régimen político.
La publicidad apareció como un elemento indispensable de los derechos del hombre en la medida en que la
publicidad de los hechos implicaba una forma de control sobre el ejercicio del poder público.
La prensa jugó un papel básico en la mediación entre sociedad civil y poder político, también en la
construcción de la opinión pública y en la posibilidad de difundir la consolidación de las opciones políticas.
Cada notable expresaba una forma de poder territorial, local, que se remitía a aquel espacio donde el notable ejercía
su liderazgo social, moral.
Max Weber hizo referencia al tema de “vivir PARA la política” o “vivir DE la política”. Él observaba que los notables
que constituían la clase política eran personas que por su profesión o por su riqueza personal no necesitaban la
política para hacer dinero; era gente que vivía para la política.
Liderazgos basados en lo social aquel que sabía leer en voz alta era un líder porque era el que ponía en
conocimiento del grupo los contenidos de la prensa.
En relación con el sistema electoral, había variaciones según los distintos lugares. Existían sistemas de
sufragio censitario (solo tenían derecho a voto aquellos que pagaban cierto nivel de impuestos)
Sufragio universal (1878 en Inglaterra, luego Francia y después el resto de Europa) no era obligatorio y no
existían padrones permanentes, sino que la gente debía inscribirse en un padrón que tenía duración variable
A partir de 1870, se produjo un giro significativo en el posicionamiento que tenían la socialdemocracia y los
sindicatos y partidos de izquierda que descubrieron que para llevar adelante el proceso de generar condiciones
apropiadas para la revolución proletaria, tenían que generar algún tipo de unidad de acción a nivel nacional.
Los partidos de izquierda (socialdemócratas, de masas) comenzaron a presentarse como opciones políticas e
hicieron temer a quienes eran la clase política que a través de un resultado electoral el orden burgués pudiera ser
liquidado. Se generaron dos procesos
- La conformación de estos partidos de masas
- Las respuestas del sistema para evitar que resultara una transformación del sistema
La cuestión era cómo extender el sufragio para que el conjunto de la población votara y lograr que las mayorías
votaran por minorías que iban a gobernar en detrimento de sus intereses.
La reforma electoral fue producto de que se advertían dos opciones:
- Que esos sindicatos siguieran creciendo, se generara una escalada de violencia y terminara estallando el
sistema.
- Que, para evitar que el orden revolucionario se acelerara, resultara cooptar dentro del sistema a quienes
planteaban como salida la alternativa revolucionaria. Esto fue la sanción del sufragio universal
Si los pobres eran muchos y los ricos eran pocos, cómo hacer que los pobres votaran en contra de sus
intereses; lo único que podía surgir era la tiranía de la mayoría (que la mayoría instalara un gobierno basado
en el número y no en la cualidad y que expropiara a la clase propietaria y lograra su objetivo revolucionario)
Adam Smith se preocupó por las posibles consecuencias del sistema de juego de oferta y demanda en la medida en
que este generara una elite cada vez más rica y una inmensa mayoría explotada. También se preocupó por cómo
revertir esa situación sin caer en la acción del Estado sobre el mercado para corregir desigualdades.
Smith planteó que la educación podía constituir una puerta de ascenso social que iba a tener un carácter
ejemplificador: los pobres verían que otros pobres conseguían ascender socialmente gracias a la educación,
quedando en claro que el sistema no condenaba a los pobres a la exclusión salvo que fueran vagos.
Comenzó una nueva forma de debate político, una nueva forma de acción política que era la de los partidos de
masas. En general estos partidos necesitaron la figura de un líder carismático, que fuera capaz de atraer las
voluntades populares, de poner en sus manos el destino de la masa.
Entre 1870 y 1960 los partidos de masas habían planteado formas de pensar la sociedad y habían permitido
formar identidades políticas colectivas, consolidadas a través de la fidelidad al partido.
Pero esos partidos de masas comenzaron a volverse más frágiles en cuanto a su formación ideológica,
adoptando discursos considerados apropiados para ganar una elección determinada.
También se produjo un debilitamiento de los sindicatos y de la formación ideológica de los trabajadores,
agravado por los efectos del neoliberalismo económico.
La palabra se ha convertido en un elemento secundario. Cada vez es más importante la imagen y se advierte que la
política empieza a tomar la dimensión de puesta en escena. Ya no importa tanto lo que el candidato plantea en
relación con opciones o propuestas concretas.
Hay un creciente desinterés por la política y por establecer algún mecanismo de control respecto de la dirigencia
política. Se observan variaciones en el electorado en cada elección, siendo muchas veces de carácter emocional.
Generalmente se vota en contra de alguien y no a favor.
Legitimidad política
Mecanismos de legitimación informal desarrollados en el proceso de construcción de un régimen político
moderno
La legitimidad política implica un consenso sobre la dominación porque la legitimidad política plantea una relación
de autoridad. La dominación expresa una relación de poder, una relación donde el aspecto principal es la fuerza. El
consenso y la legitimidad se refieren al acuerdo de los gobernados respecto del derecho que les corresponde a
mandar a los que mandan.
Cuando los que mandan consiguen rutinizar y hacer que sean aceptados sus derechos a gobernar, se constituye una
clase política legitimada.
Las relaciones de poder en las sociedades tienen origen en la fuerza. Pero no se puede gobernar permanentemente
por medio de la fuerza porque implica una relación de permanente desorden. Solo en el orden las economías
prosperan.
El sistema religioso actuó como un componente legitimador del poder político, convirtiendo las relaciones de
poder y dominación en relaciones consensuadas y de autoridad.
Hay muchas formas de llegar al poder pero lo fundamental es que los que detentan el poder logren convencer a los
mandados por ellos de que tienen derechos adquiridos, que hay alguna forma de legitimidad que hace que ellos
sean los encargados de ejercer el poder político.
La opinión pública es un concepto polisémico que ha variado a lo largo del tiempo, que ha sido un factor esencial al
momento de demostrar la legitimidad de ejercicio del poder político.
Francia (1815) enfrentaba un serio problema relacionado con la instalación y suspensión de la soberanía
popular. Resultaba indispensable establecer un consenso político entre la burguesía, la aristocracia
borbónica, la nobleza napoleónica y el poder del rey. Para que esa alianza fuera posible resultaba
indispensable sustraer capacidad de decisión al resto de la sociedad y establecer una diferenciación entre los
derechos políticos y los derechos civiles.
Constant planteaba otorgar los derechos civiles a toda la población y los derechos políticos a algunos. Era una tesis
temporal, no era permanente ya que el otorgamiento de derechos políticos alcanzaría al conjunto de la sociedad.
El argumento que sostenía Constant para recusar la idea del sufragio universal era que una sociedad debía estar
manejada por los mejores, por los más capaces. Constant retomó la idea de los más capaces pero suprimió la base
del sufragio universal. Establecía una delimitación entre quienes estaban en condiciones de otorgar la
responsabilidad de gobernar a otros y quienes estaban privados del derecho de participar en la designación.
La línea de corte que estableció Constant fue el ingreso; estableció un sufragio de tipo censitario. Quienes pagaban
por encima de un nivel impositivo tenían derechos políticos, los que estaban por debajo, no.
Constant expresó lo mismo que expresaban otros autores como Bentham o como James Mill, la idea de que en una
sociedad había ganadores y perdedores, que los más capaces eran los ganadores y que el terreno en el cual se
dirimía esa cuestión era el mercado.
En el caso francés, al mercado se le sumaba el prestigio, así se generaba un sistema que permitía integrar un
componente aristocrático y un componente burgués. La línea de corte se establecía por una capacidad
asociada con el prestigio y con la habilidad para enriquecerse.
Constant generó un mecanismo de legitimación que garantizaba cierta estabilidad política, pero que distribuía
derechos civiles amplios para posibilitar que las relaciones de mercado siguieran funcionando en la sociedad; caso
contrario no se estarían dando las condiciones para el desarrollo del mercado. Por ello se planteó la idea dualista: en
lo inmediato, derechos civiles y, a largo plazo, según la evolución de los sectores, la extensión del sufragio.
Monarquía de Julio período que va desde la caída de los Borbones hasta la llegada al poder de Napoleón
Bonaparte (1830-1848)
Se trataba de un liberalismo reaccionario que planteaba el sufragio censitario en un país como Francia, en el
cual se había dado una revolución que provocó cambios sociales y en la propiedad.
La opinión pública jugó un papel esencial en los sistemas de legitimación modernos. El término latino opinio se
utilizaba para definir un juicio engañoso o de escasa veracidad; expresaba la vulgaridad, el sentido común, respondía
a un tipo de justificación o de juicio basado en lo sensible, sin implicar ninguna clase de reflexión racional.
En el comienzo de la Modernidad, Hobbes planteó que la opinión no debía entrar en el sistema de gobierno dado
que el monarca debía dedicarse a consolidar el poder, sin atender esas opiniones sin ningún tipo de validez,
producto de la ignorancia.
John Locke cambió esa concepción, planteando un punto de inflexión para el pensamiento moderno. Locke planteó
la existencia del “juicio de opinión o reputación”, resultado de una reflexión elaborada por la sociedad civil respecto
de quienes ejercían la función de gobierno. Ese mecanismo era la opinión pública.
A través de la opinión pública, la sociedad civil debía expresar sus puntos de vista sobre el curso de las acciones de
gobierno, debía manifestar qué tipo de curso político debía seguir la sociedad y debía expresar su acuerdo o
desacuerdo con la gestión de quien desempeñaba el Ejecutivo.
Locke planteó que la legitimidad del gobierno estaba dada por el acuerdo que le brindaba la opinión pública
Esta opinión pública se expresaba en el Parlamento por los legisladores. Es por esta razón que Locke planteó que el
primer Poder del Estado era el Legislativo.
Locke no hablaba de soberanía popular, hablaba de una soberanía de la opinión pública, de una legitimidad que se
obtenía a través del consenso de la opinión pública.
En relación con el Parlamento británico, la Cámara de los Lores expresaba la tradición; tenían un poder personal, que
expresaba su influencia dentro de la aristocracia. Por el contrario, la Cámara de los Comunes tenía un poder
derivado de la opinión pública. Por esta razón Burke planteó que no importaba quiénes fueran los legisladores ya
que siempre tenían que expresar la opinión pública y, en la medida en que ésta variara, también las posiciones del
legislador deberían variar.
Cuando Locke hablaba de opinión pública expresaba un fenómeno social e histórico que se daba en Gran Bretaña y
que era la práctica de las discusiones generadas en el seno de los clubes donde participaban votantes y legisladores.
Aún en la Inglaterra monárquica existía una práctica de la discusión sobre la base de la racionalidad aplicada a la
política. Entonces, la opinión pública que se generaba era racional, producto de ciudadanos educados.
Muy distinto era lo que pasaba en Francia, donde existía un componente campesino mucho mayor y donde la
mayoría de la población era analfabeta (mucha censura). La política de censura impidió el funcionamiento de un
sistema de articulación entre la sociedad civil y el poder político. Esto hizo que Rousseau desconfiara de la opinión
pública y que considerara que no tenía ningún tipo de incidencia en la definición de cuestiones políticas.
El hecho de que el Parlamento no tenía un funcionamiento permanente (solo se reunía cuando había que votar
leyes) era, para Locke, un factor fundamental ya que consideraba que si los legisladores se reunían en forma
permanente, adquirían un espíritu corporativo e iban a generar una clase política que sería expresión de sus propios
intereses.
El legislador en el cual pensaba Locke era uno que dependía de sus votantes mientras que el legislador
permanente y asalariado dependía del cargo para sobrevivir. Cuando la política se volvió una forma de vida,
el Parlamento comenzó a ser visto como un poder del Estado.
A partir del funcionamiento permanente del Parlamento, los legisladores quisieron seguir presentándose
como referentes de la opinión pública porque era una forma de legitimarse.
En Inglaterra la opinión pública tenía un mecanismo de participación directa en el manejo de la cosa pública; es
decir, quienes formaban parte de la opinión pública incidían en la toma de posiciones que llevaban adelante los
legisladores.
En Francia la opinión pública era más débil en el sentido institucional porque no tenía forma de incidir
directamente en el Estado.
El concepto de opinión pública era burgués que permitía que el pequeño grupo con derechos políticos
tuviera una capacidad directa de control sobre sus representantes. Cuando el campo electoral se amplió, la
opinión pública se convirtió en un sujeto abstracto que se fue extendiendo a la prensa.
La prensa tuvo un rol fundamental en el sistema republicano, expresar la opinión de aquellos que no podían
expresarse públicamente.
La primera función de la prensa fue informar. Luego surgió una segunda función que era intentar medir el clima
social y traducirlo en sus editoriales.
Cuando la opinión pública dejó de estar acotada, se volvió una cuestión masiva y se vinculó a la legitimidad del poder
político por la aceptación que este obtenía de ella. Los gobiernos quisieron lograr una opinión pública adicta,
tratando de comprar a los medios a través de subsidios, etc.
Por otra parte, se dio un intento desde los medios para legitimarse a sí mismos, para imponer sus puntos de vista. La
prensa que surgió fue una prensa libre pero partidaria que expresaba los intereses facciosos de los partidos.
La prensa facciosa hablaba en nombre de la universalidad de la opinión pública pero expresaba los juicios de
un determinado grupo político. En la medida en que ese grupo político consiguiera poner en la calle la
evidencia física del respaldo popular, entonces se iba a aceptar que la prensa representaba a la opinión
pública.
Sufragio, partidos y elites
Si bien la burguesía aceptaba la idea de contar con un poder fuerte, consideraba importante evitar que ese poder
alcanzara un carácter excesivo, que pudiera inmiscuirse en los asuntos de la esfera privada.
Como parte del proyecto defensivo frente al avance de la autoridad estatal, el liberalismo intentó desarrollar una
serie de mecanismos de control que fueron desde señalar que el centro del poder político y el primer Poder del
Estado era el Poder Legislativo y no el Ejecutivo, a plantear la importancia de la división de poderes y elaborar una
serie de correctivos. La idea era poner límites.
“Revolución” paso de significar “volver a un orden anterior” a “un paso hacia delante”, implicaba un
cambio estructural social y político.
Con la Revolución Francesa, la burguesía impuso su modelo político, la república, y su modelo económico y social, el
capitalismo. Esta revolución implicó un cambio trascendental respecto del desempeñado por los EEUU. La revolución
en los EEUU fue una revolución en un lugar marginal del planeta y la Revolución Francesa se llevó adelante en el
centro neurálgico, político y cultural más importante de Occidente.
Los revolucionarios franceses no legislaron para Francia sino para la humanidad. La Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano apuntó a sentar nuevas bases para la especie humana en las cuales la
esclavitud quedaba eliminada, no se perdía la libertad por las deudas, etc.
La igualdad significaba el fin de los privilegios que habían tenido los dos estamentos más altos de la sociedad feudal:
el clero y la aristocracia; implicaba un ataque frontal a la autoridad monárquica.
La libertad tomó un sentido negativo y hacía referencia a que el hombre tenía libertad para hacer ciertas cosas, pero
únicamente si quería. Ninguna de las libertades implicaba una obligación.
Fue en Inglaterra donde continuó la reflexión política del liberalismo respecto de cómo analizar la cuestión política y
la reflexión acerca de la situación social creada por la imposición del capitalismo, caracterizada por la creciente
explotación social, la desocupación, la pobreza, las poblaciones divididas, etc.
Se planteó la idea de la intervención del Estado (para que aquellos que tenían no obtuvieran mayor
plusvalía). Esta idea apareció en la mente de los autores liberales solamente para ser rechazada de manera
terminante.
o En primer lugar, plantearon la idea de que el fin máximo que se perseguía en las sociedades era la
felicidad y a ella se llegaba a través de un cálculo matemático (suma de toda la felicidad menos todo
el dolor)
o Estos autores consideraban que el capitalismo era la sociedad donde los hombres vivían más felices
ya que la felicidad se asociaba con la producción de bienes materiales.
Si al empresario capitalista se le ponía algún tipo de traba por parte del Estado para enriquecerse, iba a estar menos
dispuesto a invertir ya que sabía que el resultado de su inversión no iba a estar premiado. En conclusión, si bien la
situación era injusta, no se podía hacer nada porque ello implicaba un retroceso en la historia de la humanidad.
Iban a existir dos tipos de hombre: el hombre ideal, exitoso, maximizador de riquezas; y el hombre perdedor
destinado al fracaso social. Ante esta situación la solución que veían era la reforma política (ej: extensión del
sufragio)
Se consideró la extensión del sufragio, pero se consideró peligroso que los desposeídos tuvieran en sus manos el
arma del voto universal y que la usaran para modificar un sistema cuyo objetivo es la explotación de los pobres.

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