100 AÑOS DE SOLEDAD
CAPÍTULO 1:
Nos encontramos al
coronel Aureliano Buendía frente a un pelotón de fusilamiento y,
en ese momento, recuerda el día en el que, siendo niño, su padre (
José Arcadio) los llevaba, a él
y a su hermano, a conocer las maravillas del circo de un grupo de gitanos que aparecían una vez
al año.
La historia retrocede Macondo, que era el pueblo de
José Arcadio Buendía, y que
primero, apenas era una aldea de veinte casas.
Allí conocemos a
José Arcadio Buendía y a Úrsula Iguarán, padres del coronel
Aureliano. Conocemos entonces a Melquiades y los gitanos (y sus maravillas como el hielo, los
imanes, la alquimia, etc.).
José Arcadio Buendía amaba la época en que el circo llegaba a Macondo ,ya que, con él
llegaba
Melquíades, un gitano que llegaba al pueblo con los inventos más extraños y novedosos
artilugios, los cuales despertaban la curiosidad en
José Arcadio Buendía y este hacia todo lo
posible para comprarlos. Entre los objetos que le compró había un imán para buscar oro, una
lupa a la cual le pretendía dar aplicaciones militares, dientes postizos que lo hacían lucir más
joven, mapas portugueses e instrumentos de navegación y por último el hielo.
Úrsula, intentaba impedir que su marido gastara dinero, pero era inútil. Los hijos
gozaban del circo e igualmente se sorprendían por los inventos y las enigmáticas personalidades
que llegaban con él.
José Arcadio llego a la conclusión de que la Tierra era redonda a pesar de no saber que
esa teoría ya había sido comprobada, sin embargo, fue reconocido por su intelecto al descubrirlo
por sí mismo.
Luego de que la mayoría de sus experimentos se frustraron,
José Arcadio emprendió una
empresa para salir a explorar con un grupo de hombres, siendo una especie de Moisés,
encontrando en el camino un galeón español y volvieron al llegar al mar.
José quiere mudar a
Macondo, pero
Úrsula no quiere.
Los primeros dos hijos de
José Arcadio y Úrsula fueron José Arcadio, el mayor y
Aureliano, el pequeño. Al año siguiente cuando volvieron los gitanos ya no estaba con ellos
Melquíades, que había muerto. La novedad que trajeron los gitanos aquel año fue el hielo que
atrajo nuevamente e la atención de José Arcadio.
Gabriel García Márquez, cerca del final, nos vuelve a situar delante del pelotón de
fusilamiento y después nos vuelve a llevar al día en el que
Aureliano conoció el hielo.
Este primer capítulo está dedicado a
Úrsula y José Arcadio, a esa relación que y cómo
logra
Úrsula, por ejemplo, que José Arcadio no cambie la ubicación de Macondo, a ese lugar, a
esos personajes.
Úrsula tan con los pies en el suelo, José Arcadio tan con la cabeza en las
nubes.
CAPÍTULO 2:
Antes de vivir en Macondo,
José Arcadio y Úrsula habían vivido en una ranchería, se
casaron a pesar de ser primos, pero no consumaron el matrimonio por un año y medio por el
miedo que tenían acerca de si un matrimonio en el cual hubiera vínculos familiares podía
surgir un hijo con cola de cerdo, como bien le haba ocurrido a un familiar. La madre de
Úrsula
era quien se encargaba de atormentarlos con los peligros de su descendencia.
Esta negación temporal a consumar el matrimonio fue conocida por todo el pueblo.
Causando que
Prudencio Aguilar se burle de José Arcadio Buendía (por impotente y por la
virginidad de su esposa) quien, ofendido, lo desafía a un duelo de gallos,
José gana, pero Aguilar
se burla del nuevamente por lo que lo mata para salvar su honor. Desde entonces, el fantasma de
Aguilar lo persigue. José Arcadio y Úrsula se sintieron culpables por el asesinato. Después de
largas noches de insomnio a causa del espíritu de
Prudencio, los Buendía deciden abandonar el
pueblo y fundar uno nuevo: Macondo.
Durante ese éxodo, José arcadio fue inspirado por un sueño durante su travesía en la
selva,
José Arcadio Buendía decide quedarse en ese punto del camino y fundar Macondo al
lado de un río. Ya instalados en el pueblo que fundó
José Arcadio con otros amigos, empezaron
las visitas del circo de los gitanos. Su líder, Melquíades, trae siempre artefactos y objetos que
obsesionan a
José Arcadio Buendía.
En este punto narración hace nuevamente un salto temporal, donde conoceremos a los
hijos de
Úrsula y José Arcadio. Para entonces, el joven matrimonio ya ha concebido a tres
hijos: José Arcadio (miembro viril pronunciado), Aureliano y Amaranta (nació en ese tiempo).
Además, adoptan a Rebeca, la hija de unos supuestos parientes.
A la casa de los Buendía llegaba todas las mañanas Pilar Ternera, una mujer que leía la
baraja y ayudaba a Úrsula con las labores domésticas. José Arcadio (hijo) empezó a mantener
relaciones sexuales con
Pilar Ternera, y todo casi por culpa de Úrsula, la madre, que había
comentado acerca del miembro descomunal que su hijo parece tener.
Tiempo después
Aureliano se enteró de la relación que José Arcadio sostenía con Pilar
y, se convirtió en su cómplice. Un jueves de enero nació Amaran, después de una detenida
inspección, era un bebé con todas las partes de ser humano.
Pilar queda embarazada, y esta le da la noticia a José Arcadio, quien se pone nervioso y
se dirige a la feria de gitanos. Allí encontró a una joven gitana de la cual se enamoró
rápidamente, y con la cual tuvo relaciones sexuales. Al día siguiente este se había fugado con los
gitanos y con esa chica.
Úrsula al enterarse fue en su busca, José Arcadio (padre) se hizo cargo
de
Aureliano y de Amaranta. A los cinco meses regresó Úrsula sin su hijo, pero con gente de
otros pueblos con mejores avances ya que había encontrado la ruta que su esposo no.
CAPÍTULO 3:
Úrsula y José Arcadio aceptaron al hijo de Pilar Ternera de mala gana ya que no
querían abandonar a alguien con su sangre. Le dieron el nombre de
José Arcadio y Úrsula puso
como condición que nunca se le fuera revelado su origen. Terminaron por llamarlo simplemente
Arcadio para evitar confusiones.
Los niños,
Arcadio y Amaranta, eran cuidados por Visitación, esta era una india que
había llegado a Macondo huyendo de una peste de insomnio que azotó su pueblo. Los niños
aprendieron su lengua y varias de sus costumbres al estar tanto tiempo con ella.
Macondo se transforma en un pueblo activo y próspero, gracias a la llegada de los nuevos
habitantes. Varias familias árabes construyen talleres y negocios, una ruta de comercio
permanente. Las transformaciones de la aldea provocan que
Úrsula y su marido tengan que
volverse más activos. Ella comienza un negocio de venta de animalitos de caramelos, se encargó
de consolidar la economía familiar. Mientras que
José Arcadio se volvió una autoridad en el
pueblo, se transforma en un referente en la reestructuración de Macondo y la repartición de sus
tierras. Durante este tiempo, este personaje deja de lado su obsesión por la alquimia y su
laboratorio.
Regresaron los gitanos pero no había ni rastro de
José Arcadio. José Arcadio dejo las
puertas abiertas de Macondo para la tribu de
Melquiades, pero estos habían sido borrados de la
faz de la tierra por sobrepasar los límites del conocimiento humano.
José Arcadio libera a los pájaros del pueblo para instalar en su lugar un sinfín de relojes
traídos por los árabes que suenan sincronizados cada media hora, oyéndose en todos lados.
Por su parte,
Aureliano había dejado de ser un niño y era lo contrario a la imagen de su
hermano. Este se dedica a investigar el arte de la platería en el taller de la casa. Para entonces, su
apariencia es la de un hombre delgado, solitario, silencioso. Un día, le clava la mirada a su madre
y le dice, sin motivos aparentes: “Alguien va a venir”. El domingo siguiente llega a la casa una
niña huérfana llamada
Rebeca con una carta para José Arcadio y una caja con los huesos de sus
padres dentro (Nicanor Ulloa y Rebeca Montiel). Aunque la carta dice que la niña es hija de
unos parientes de la familia, ni
Úrsula ni José Arcadio consiguen identificarlos. Pese a ello,
adoptan a la niña y la llamaron como su madre.
Rebeca no se comunica con nadie y rechaza la comida que le dan. Los huesos de sus
padres no podían ser enterrados ya que no había cementerio en Macondo debido a que nadie
había muerto todavía. Con el tiempo, los indios descubren que la niña se alimenta con tierra y cla
de las paredes. Finalmente, luego de que
Úrsula la discipline con rigor (medicina y
cinturonazos),
Rebeca se adapta a la dinámica familiar, comienza a comer normalmente y a
hablar español.
La familia descubre que Rebeca está enferma con la peste del insomnio, la enfermedad
comentada por
Visitación y su hermano, la cual azotó a su poblado. Visitación explica que el
problema no es el insomnio en sí ya que no se sentían cansados, sino una segunda etapa en la que
los enfermos comienzan a olvidar las cosas. José Arcadio se ríe de esto y considera que es una
de muchas invenciones de indígenas, pero
Úrsula separo a Rebeca de los otros niños por si
acaso.
José Arcadio una noche no pudo dormir ya que se quedó pensando en Prudencio
Aguilar
, pero al otro día se sintió descansado. Aureliano se quedó toda la noche trabajando en
su laboratorio, pero tampoco sentía cansancio. Estos síntomas pasaron desapercibidos hasta el
tercer día, cuando se acostaron y no sintieron sueño. Todos habían contraído el insomnio. Los
contagiados podían ver sus sueños mutuamente.
Al no sentir sueño, los pueblerinos de Macondo trabajaron hasta que no tenían más que
hacer.
Aureliano propone pegar papeles con los nombres y funciones de cada cosa. En poco
tiempo Macondo queda tapado por papeles con identificaciones.
Finalmente, un anciano llega al pueblo y le hace beber a
José Arcadio Buendía un
brebaje que le devuelve la memoria. En ese momento
, José Arcadio lo reconoce con alegría y
llanto: es
Melquíades, que “había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado porque no
pudo soportar la soledad”. La familia Buendía invita a
Melquíades a vivir junto a ellos y el
anciano instala un taller en el laboratorio de la casa donde lee sus textos prohibidos y se dedica a
hacer daguerrotipos, una antigua técnica fotográfica.
Meses después,
Aureliano visita el negocio de un tendero llamado Catarino que
funciona las veces de burdel. Allí conoce a una morena adolescente a quien su abuela la obliga a
prostituirse para pagar los daños por haber incendiado su casa al irse a dormir sin apagar las
velas. En el lugar,
Aureliano es presionado para que se acueste con la joven. Sin embargo, la
ansiedad no le permite consumar el acto y vuelve a su casa avergonzado y dispuesto a salvar a la
joven de su condena casándose con ella. Pese a ello, cuando vuelve a la tienda al día siguiente
descubre que la joven ya se ha ido. Creyéndose impotente,
Aureliano se refugia en su trabajo
con los metales.
José Arcadio saca daguerrotipos por toda la casa, intentando capturar una imagen de
dios, y
Melquíades descubre mediante predicciones que Macondo, en el futuro, estará repleto de
edificios con paredes de cristal. A su vez,
Úrsula expande su negocio y comienza a vender
panificados.
Amaranta y Rebeca, por su parte, se transforman en dos mujeres hermosas y,
cuando
Úrsula lo percibe, pone en marcha una ampliación de la casa.
Macondo recibe la visita de un corregidor enviado por el gobierno, Don Apolinar
Moscote. El hombre llega con la orden de pintar todas las casas de azul para celebrar la
independencia nacional, pero
José Arcadio lo interpela, le dice que en Macondo no obedecen
órdenes. Como respuesta, Don Apolinar Moscote lo amenaza y, con su enorme fuerza,
José
Arcadio
lo pone en el camino de vuelta hacia la ciénaga.
Una semana después, el corregidor vuelve a Macondo junto a su familia y dos policías.
José Arcadio, que no quiere humillarlo frente a sus hijas, Amparo y Remedios, le informa que
lo dejará quedarse a vivir en Macondo con la condición de que cada quien pueda pintar su casa
como se le dé la gana, y de que se vayan los policías. Mientras tanto,
Aureliano queda atraido
por la belleza de
Remedios, la hija del corregidor, quien tan solo tiene nueve años.
CAPÍTULO 4:
La casa fue remodelada.
Rebeca y Amaranta se habían convertido en adolescentes y
Úrsula decidió hacer una gran fiesta para ellas y para celebrar la ampliación de la casa con un
gran baile para el que compra una pianola automática.
Para instalar el aparato, la compañía importadora les envía a Pietro Crespi, este les
enseña a bailar la música de moda a
Amaranta y Rebeca y en poco tiempo ambas jóvenes se
enamoran de él.
El italiano de refinados modales se enamora de
Rebeca y esta le corresponde, pero por
medio está
Amaranta que también se ha enamorado del italiano.
Cumplido su trabajo, Pietro Crespi vuelve a su tierra de origen y los Buendía organizan
una fiesta de despedida en su honor. Cuando el hombre se retira,
Rebeca vuelve a comer tierra
debido a la profunda tristeza.
Aureliano conoció a Remedios Moscote y quedó enamorado, la niña tenía nueve años.
Remedios al principio se asusta de él.
Amparo, una de las hijas de Don Apolinar Moscote, se presenta de visita en la casa y le
ofrece a
Rebeca una carta de amor de Pietro Crespi. Luego de intercambiarse cartas con él
durante semanas, un día el correo no le deja ninguna y Rebeca come tanta tierra que se intoxica.
Rebeca, está sufriendo silenciosamente. Aureliano es el único que la comprende pues
sufre del mismo mal de amor.
Aureliano se presenta alcoholizado en la casa de Pilar Ternera,
con quien se acuesta. Rápidamente, Pilar advierte el mal de amor que sufre Aureliano y este le
confiesa sus sentimientos por Remedios. Pilar le promete que lo ayudará con la niña.
Influenciada por Pilar, Remedios accede y Aureliano. Ello enfurece a José Arcadio,
quien sigue considerando a los Moscote como enemigos. Luego de debatirlo, sin embargo,
Úrsula y José Arcadio acuerdan apoyar a su hijo con Remedios y también casar a Rebeca, con
Pietro Crespi.
Amaranta también sufre por amor ya que se entera que Rebeca y Pietro estaban
enamorados.
Amaranta se promete impedir la boda a toda costa, es por eso por lo que Úrsula
decide mandarla de viaje.
A la semana siguiente, José Arcadio Buendía y Aureliano se dirigen donde los Moscote
para pedir la mano de la niña. Aunque los padres informan que
Remedios aún no ha madurado
sexualmente, acceden al matrimonio.
Melquíades, se ahogó en el rio. Úrsula lo llora desconsoladamente pese a su recelo de
antaño,
José Arcadio se negó a enterrarlo ya que era inmortal, sin embargo, por cuestiones
sanitarias lo deben de hacer. Como es el primer muerto de Macondo, se inaugura con su
sepultura el cementerio del pueblo.
En esos tiempos vuelve
Pietro Crespi a la casa y comienza a llenarla de muñecos a
cuerda que le regala a Rebeca y que José Arcadio se entretiene desarmando e investigando.
Amaranta le confiesa sus sentimientos a Pietro y este le ofrece a su hermano. Aureliano ignora
su laboratorio para concentrarse en su relación.
La única infeliz en la casa es Rebeca, ya que teme la venganza de su hermana, se siguió
chupando el dedo. Un día, llama a
Pilar Ternera para que le lea el porvenir en las cartas y ella le
dice que solo va a ser feliz si logra enterrar a sus padres. Cuando
José Arcadio se entera de la
predicción, busca y encuentra el talego de huesos, y luego lo entierra en el cementerio del
pueblo, junto a
Melquiades.
A partir de entonces,
Rebeca le abre las puertas de la casa a Pilar cerradas por Úrsula,
quien aprovecha para pasar más tiempo con su hijo
Arcadio, aunque este desconoce que ella es
su verdadera madre. Un día,
Pilar le confiesa a Aureliano que ha quedado embarazada de su
único encuentro sexual. Tanto
Aureliano como Remedios aceptan al niño como un hijo.
José Arcadio Buendía recae en sus investigaciones obsesivas, esta vez con los muñecos
a cuerda de
Pietro Crespi. Vuelve a encontrarse con el fantasma de Prudencio Aguilar, quien
afirma que lo estuvo buscando, pero no pudo encontrarlo porque no había muertos en Macondo
que pudieran darle su ubicación. Fue gracias al recientemente muerto
Melquíades que pudo
encontrarlo. Presencia no es hostil hacia la familia: únicamente quiere compañía, porque se
siente solo.
Obsesión con las máquinas lleva a
José Arcadio a asegurar que la máquina que hace
correr los días se ha roto, y dice que siempre es lunes.
José Arcadio llora por Prudencio, por
Melquiades, por los padres de Rebeca, y por sus propios padres, quienes se encontraban solos en
la muerte. En un rapto de locura irascible, comienza a destruir toda la casa hasta que Aureliano
consigue amarrarlo junto a un castaño del patio.
CAPÍTULO 5:
Aureliano y Remedios se casan un domingo en un altar improvisado por el padre
Nicanor.
Remedios le lleva una porción del pastel de bodas a José Arcadio, quien seguía atado.
Ese día, todos la pasan bien salvo
Rebeca. Ese mismo día se tendrían que haber casado
Rebeca y Pietro Crespi, pero fue pospuesto cuando recibieron una carta diciendo que la madre
de
Pietro había muerto. Por ese motivo, Pietro tuvo que viajar de imprevisto a su tierra natal, en
el camino se encontró con su madre e intento volver lo más rápido posible para celebrar su boda,
pero no pudo. No se sabe quién escribió esa carta falsa, pero, aunque
Amaranta lo niegue,
Úrsula le echa la culpa del incidente.
El padre Nicanor llega a Macondo para la boda invitado por don Apolinar Moscote,
pero decide quedarse a construir un templo cuando descubre la falta de fe en el pueblo. Para
juntar el dinero necesario para su faena, comienza a realizar misas improvisadas en las hace que
levita, luego de tomar una taza de chocolate caliente, todo este espectáculo a cambio de diezmos.
En una de esas misas, celebrada en la casa de los Buendía, conoce a
José Arcadio y se comunica
con el mediante el latín, y así comienzan una breve amistad en la que ambos intentan
convencerse mutuamente de adoptar sus intereses espirituales. Es tal la afinidad entre ellos que,
cuando el padre descubre que
José Arcadio está loco, se preocupa por su propia cordura y deja
de visitarlo.
La boda no se podía realizar hasta al cabo de tres años, ya que por esos tiempos ya se
habría acabado el templo.
Amaranta planea envenenar a su hermana como ultimo método de
detener la boda.
Pero el hecho que llevó al aplazamiento indefinido fue que Remedios, muere desangrada
a causa del embarazo. Esto causa un profundo sentimiento de culpa en
Amaranta, ya que le
había suplicado a Dios que ponga un obstáculo y así no tenga que matar a su hermana.
La noticia de su embarazo había llevado a Rebeca y Amaranta a una tregua. Además,
esta cuidaba de
José Arcadio, y consiguió comunicarse con el empleando el latín básico.
Cuando nació el hijo de
Aureliano y Pilar Ternera, llamado Aureliano José, Remedios lo
considero como su hijo mayor.
Producto de la amistad con los Buendía, don Apolinar Moscote adquiere mayor poder en
el pueblo y logra construir una escuela, pintar la mayoría de las casas de azul e ingresar seis
policías armados a Macondo.
Úrsula impone un duelo por Remedios. Amaranta se hizo cargo de Aureliano José.
Pensar ahora en una fecha para la boda de
Rebeca resulta inapropiado, lo cual desgasta la pasión
entre los novios y provoca la desmoralización de ella, que vuelve a comer tierra.
El duelo de Remedios se interrumpe con el regreso de José Arcadio. Tatuado de pies a
cabeza y con una fuerza increíble, vive del dinero que gana al prostituirse con mujeres gracias a
la atracción que produce su inmensa anatomía.
Aunque al principio Úrsula y la familia están felices por verlo, con el tiempo sus malos
modales comienzan a molestar a todos. Solo
Rebeca y José Arcadio tienen un encuentro
amoroso. Tres días después, se casan en una misa.
José Arcadio se lo informa directamente a
Pietro, y este le dijo que era su hermana, pero eso no le importa a José Arcadio. Indignada,
Úrsula los echa de la casa y ellos se van a vivir frente al cementerio. El único que se preocupa
por ellos es
Aureliano, que los ayuda con dinero y los visita hasta que José Arcadio comienza a
trabajar las tierras de su parcela.
Pietro Crespi sigue visitando la casa a pedido de Úrsula y comienza a entablar relación
con
Amaranta. Pronto se enamora de su ternura y sensibilidad, y le propone matrimonio. Sin
embargo, ella le dice que es mejor esperar a que se sigan conociendo.
Aureliano sigue jugando con su suegro, y este le propone que se vuelva a casar ya que le
quedan 6 hijas más. Mientras tanto,
Aureliano se entera por medio de don Apolinar Moscote de
las disputas políticas entre liberales y conservadores que se vienen llevando a cabo en el país. Su
suegro, que es conservador, le dice que los liberales se oponen a la iglesia, pregonan el
matrimonio civil, el divorcio, el reconocimiento de los hijos ilegítimos y el fin del federalismo
como sistema político. Los conservadores, en cambio, intentan conservar el orden moral familiar
y cristiano, al tiempo que defienden la fe de Cristo como principio de autoridad política. Aunque
Aureliano se siente más atraído por los principios liberales, pero no le dice nada a su suegro
además no entiende como estas posturas pueden llevar a una guerra.
Llega el periodo de elecciones a Macondo y don Apolinar manda a llamar soldados para
que decomisen armas de cacería, machetes y hasta los utensilios de cocina de todo el pueblo. Las
elecciones suceden con tranquilidad y ambas facciones reciben una cantidad similar de votos,
pero don Apolinar Moscote hace fraude para que pierdan los liberales. No contento con eso, se
queda con las armas decomisadas para presentarlas como prueba de que los liberales se preparan
para la guerra.
El proceder de Apolinar Moscote convence aún más a Aureliano de su afinidad con los
liberales. El interés en la política lo acerca a dos amigos del pueblo, Magnífico Visbal y
Gerineldo Márquez, quienes comparten los mismos ideales políticos. Por ellos se entera de que
un fraudulento médico homeopático del pueblo, Alirio Noguera, comanda una subversión liberal
en Macondo. Sin embargo, pronto descubre que la intención de Noguera es matar a todos los
conservadores del lugar, incluida la familia Moscote. A pesar de que
Aureliano no revelar el
plan de los liberales, este se propone a defender a la familia Moscote, retrasando el plan de
Noguera
Aureliano se integra a la guerra civil, en muy poco tiempo es nombrado coronel.
Finalmente, el ejército oficial llega a Macondo y Noguera es fusilado en la plaza central.
Luego impulsan el toque de queda, golpean al padre Nicanor y matan a culatazos a una mujer
frente a su familia. Impulsado por la violencia oficial,
Aureliano reúne a sus dos amigos y a un
grupo de rebeldes, fusilan al capitán del ejército y a los soldados responsables del asesinato de la
mujer, y juntos salen de Macondo para unirse a las fuerzas del general revolucionario Víctor
Medina. Antes de irse por largos años,
Aureliano pasa a ser el coronel Aureliano Buendía y
deja a
Arcadio a cargo de Macondo.
CAPÍTULO 6:
El coronel Aureliano tuvo 17 hijos, todos murieron en una sola noche antes de que el
mayor cumpliera 35 años. La única herida de
Aureliano luego enfrentar a 14 atentados, 73
emboscadas y un pelotón de fusilamiento; era de un disparo que se dio el mismo en el pecho.
Arcadio se convierte rápidamente en un déspota, instaura el servicio militar obligatorio,
se convierte en un dictador, recluye al padre Nicanor y le prohíbe realizar la misa, y hasta manda
a fusilar a un trompetista que se ríe de él en la tienda de Catarino.
Cuando don Apolinar Moscote se entera de ello, difunde comentarios en su contra, lo
que provoca que
Arcadio lo encarcele y ordene su ejecución. En el preciso momento en que
están por fusilarlo,
Úrsula se presenta, detiene la orden y comienza a azotar con furia a Arcadio
hasta llevarlo a la casa de los Buendía.
A partir de entonces, Úrsula empieza a ser una referente en el pueblo. Durante ese
tiempo vuelve a visitar al viejo
José Arcadio, que sigue atado en el castaño. Finalmente termina
por desatarlo, pero él no ingresa a la casa ya que está cómodo viviendo en la naturaleza.
La relación entre
Pietro Crespi y Amaranta continúa afianzándose. Pero cuando
finalmente
Pietro le pide la mano, ella lo rechaza: “Ni muerta me casaré contigo”. Finalmente, se
suicida cortándose las manos.
Úrsula no se lo perdona a Amaranta, ni siquiera cuando esta
intenta acallar el remordimiento y el dolor interno hundiendo su mano en “las brasas del fogón”
En esos días, Arcadio intenta aproximarse a Pilar Ternera, a quien desea desde que tiene
memoria, sin saber que en realidad es su madre. Un día intenta forzarla para que esté con él y,
para liberarse,
Pilar le dice que lo irá a buscar a su casa por la noche. Él accede, pero la mujer
que llega esa noche no es
Pilar sino Santa Sofía de la Piedad, una joven que atiende un negocio
del pueblo. Para convencerla de ir, Pilar Ternera le dio a ella y a sus padres los ahorros de toda
su vida. Meses más tarde, enamorados y en pareja, se casan y tienen una hija.
Del casamiento solo se enteran
José Arcadio y Rebeca, los únicos de la familia con
quienes
Arcadio mantiene vínculo. Bajo el carácter firme de Rebeca, José Arcadio se
transforma en un hombre trabajador. Sin embargo, también les roba tierras a los campos vecinos
con la excusa de que los títulos distribuidos por su padre durante la fundación no eran válidos,
debido a que él estaba loco. Así es como
José Arcadio se queda con una gran cantidad de
terrenos y
Arcadio se enriquece a costa de cobrarle al resto del pueblo. Aunque todos en
Macondo lo saben, eligen no contarle a
Úrsula para evitarle mayores angustias.
Tiempo después, cuando
Arcadio ya tiene una hija de seis meses y Santa Sofía de la
Piedad está encinta nuevamente, llegan los ejércitos conservadores a exterminar a los liberales
de Macondo. Aunque Arcadio es notificado por el oficial encubierto Gregorio Stevenson, quien
trae la orden del
coronel Aureliano de rendirse ante las tropas elige no hacerle caso. Cuando las
tropas se presentan, la resistencia de Arcadio no dura ni media hora. Todos sus soldados,
incluido Gregorio, son asesinados por los militares, quienes también condenan a
Arcadio a
muerte.
Aunque Arcadio creció odiando a su familia, durante el tiempo que pasa antes de que lo
fusilen comprende “cuánto quería en realidad a las personas que más había odiado”. Cuando van
a fusilarlo en el cementerio, pide que llamen
Úrsula a su hija, como la abuela, y José Arcadio al
que está por nacer, por su abuelo. En el momento en que están por disparar,
Rebeca sale por
casualidad de su casa, que da al cementerio, y se encuentra con la escena del pelotón. Llegan a
despedirse con la mano justo antes de que
Arcadio caiga fulminado al piso. Agonizando,
lamenta no haber pedido que llamen Remedios al próximo bebé.
CAPÍTULO 7:
En este capítulo se resuelve la intriga y el suspenso del primer párrafo con el que
comienza la novela, sobre Aureliano frente al pelotón de fusilamiento recordando memorias
pasadas.
La guerra terminó en mayo y gana la facción conservadora. El coronel Aureliano y su
amigo Gerineldo Márquez son capturados y llevados a Macondo, donde
Aureliano debía
cumplir una sentencia de muerte. En el momento de su captura, cuando le pidieron que exprese
su última voluntad, una fuerza interior lo llevó a pedir que la sentencia se cumpliera en
Macondo.
Úrsula se entera gracias a que escucha la voz de su hijo, como un presagio, mientras
cocina en la casa.
Cuando llegan a Macondo, Úrsula va a la prisión y les exige a los centinelas que la dejen
ingresar para ver a su hijo. Una vez allí, se sorprende por el “resplandor de autoridad que irradia
la piel” de su hijo. Luego de conversar un rato, se retira conteniendo las ganas de llorar pero
antes le da un revolver a su hijo.
Aunque la sentencia parece inminente,
Aureliano está acostumbrado a anticipar la
fatalidad gracias a sus premoniciones, y se pregunta el motivo por el cual no advirtió nada
respecto a su muerte.
Pese a que la condena está pautada, los días se pasan uno tras otro sin que la hagan
cumplir. Esto es debido a que comienza a circular el rumor de que el fusilamiento de
Aureliano
traería graves consecuencias políticas, y que aquellos que cumplieran la condena serían
asesinados. Finalmente, llega un aviso del gobierno presionando para que lo maten y los
soldados sortean quién será el responsable de dar la orden: sale elegido el capitán Roque
Carnicero. Se creía que aquellos que participen en la muerte Aureliano y van a acabar muriendo
tarde o temprano. Es por ello por lo que cuando llega la hora del fusilamiento Roque dice lo
siguiente vamos Buendía, nos llegó la hora.
Al igual que hicieron con Arcadio, al día siguiente llevan al coronel al cementerio. Sin
embargo, antes de que den la orden se presenta José Arcadio armado con una escopeta. La
inmensidad del hombre le hace pensar a Roque Carnicero que es un enviado de la “Divina
Providencia” (153) y, en lugar de fusilar a
Aureliano, se cambia a su bando y juntos dejan
Macondo para liberar al general revolucionario Victorio Medina, condenado en Riohacha.
Al llegar al lugar, descubren que el general ya fue fusilado y proclaman a Aureliano jefe
de las fuerzas revolucionarias. El coronel y seis hombres volvieron a la guerra, dejaron Macondo
para seguir la revolución. A partir de ese momento, las noticias sobre el paradero y estado de
Aureliano se vuelven abundantes y contradictorias. Lo único seguro es que le proclama
nuevamente la guerra total al régimen.
Una tarde llegó el telégrafo a Macondo.
Mientras tanto,
Úrsula recibe en la casa a la viuda de su nieto, Santa Sofía de la Piedad.
Para entonces, Sofía ya había parido otra vez a un par de gemelos. Úrsula bautiza a los niños
José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo, y a la mayor le pone Remedios, pese a la última
voluntad de
Arcadio. Amaranta se hace cargo del cuidado de todos y arma en la casa una sala
de estudio donde los educa a ellos y a otros niños del pueblo.
Un año después de la fuga del coronel Aureliano Rebeca y José Arcadio vivían
apartados de su familia; sorpresivamente, un hilo de sangre atravesó el pueblo, desde la casa de
Rebeca hasta la casa de
Úrsula, la mujer hace el camino inverso siguiendo la sangre hasta llegar
al cuerpo sin vida de su hijo
José Arcadio.
En ningún momento encuentran al responsable del crimen ni al arma y, aunque sospechan
de
Rebeca, ella dice no haber visto a nadie. Tampoco encuentran motivos para culparla, ya que
Rebeca lo amaba. De hecho, luego de su muerte, la mujer se encierra en la casa y nadie, salvo su
criada, vuelve a verla en el pueblo. Durante años, el olor a pólvora del disparo sigue presente en
el hogar de
Rebeca y en el cementerio donde entierran el cadáver.
Finalmente, el coronel
Aureliano regresa a Macondo. Aunque su regreso es interpretado
como un triunfo, él sabe que la oposición se está fortaleciendo mientras la resistencia pierde el
tiempo. Un día, el coronel le pide a
Pilar Ternera que le tire las barajas y ella le dice que debe
cuidarse la boca. Dos días después, lo envenenan con un café, pero se salva gracias a los
cuidados de
Úrsula. Durante ese tiempo, Aureliano advierte que, para ganar, debe aunar fuerzas
con grupos armados e independientes del interior del país. Antes de irse, deja a cargo de
Macondo a su amigo Gerineldo Márquez.
A partir de entonces, Gerineldo comienza a visitar regularmente la casa de los Buendía.
Primero lo hace para instruir al aún joven
Aureliano José en las armas, luego para charlar con
Úrsula y, finalmente, para encontrarse con Amaranta, de quien está enamorado desde joven. Al
igual que con
Pietro Crespi, la relación entre ellos se fortalece y todo indica que van a casarse
pero, cuando él se le declara,
Amaranta lo rechaza. Úrsula le pidió a Amaranta que se casara
con el coronel, ésta se indignó y, aseguró, que nunca se casaría
Ocho meses después, llega una carta de Aureliano en la que notifica que cuiden a su
padre porque está por morir. Úrsula, consciente de los presagios de su hijo, intenta meterlo en la
casa, pero el hombre se resiste. Para entonces, el fantasma de
Prudencio Aguilar es la única
persona con la que comparte el tiempo
José Arcadio Buendía. Prudencio lo limpia, lo alimenta
y le transmite las noticias de
Aureliano.
Por eso lo sacaron de debajo del castaño y lo amarraron a la cama. Cuando por fin
consiguen ingresar a José Arcadio a la casa, ya es demasiado tarde, y el hogar se llena del aroma
a naturaleza que despide el anciano enfermo. Finalmente,
José Arcadio muere, y mientras el
carpintero le toma las medidas para el cajón fúnebre, una copiosa lluvia de flores amarillas cae
desde el cielo y cubre a todo Macondo.
CAPÍTULO 8:
Amaranta observaba a Aureliano José, hijo del coronel, desde su mecedor. Su sobrino
había dejado de ser un niño, de juegos inocentes pasaron a quitarse las ropas, intercambiaron
caricias y se perseguían por todos los rincones para amarse. Un día, cuando
Úrsula casi los
descubre,
Amaranta salió de su fascinación y rechaza acostarse con Aureliano José. Aureliano
José
lo acepta y vuelve al cuartel militar.
Siguen llegando informaciones contradictorias a macondo sobre
Aureliano, y al cabo de
un tiempo este llega a macondo. En esos días, un informante le dice a Gerineldo Márquez que el
gobierno intenta pactar un armisticio con los liberales, pero el coronel Aureliano Buendía está
en desacuerdo con las condiciones que establece. Por ese motivo, Gerineldo debe seleccionar a
cinco de sus soldados de mayor confianza para abandonar el país con el coronel y los suyos. A
medianoche, Aureliano llega a Macondo y huye junto al grupo de Gerineldo. Aureliano José,
que había estado recibiendo instrucciones militares durante el último tiempo, se va con ellos.
Por esta época murió de Visitación (muerte natural) y su última voluntad fue dejarle
todos sus ahorros de salario a
Aureliano Buendía para la guerra, pero Úrsula no hizo esto ya
que había rumores de que
Aureliano había muerto.
El alcalde de Macondo es el general conservador José Raquel Moncada, este es amigo de
Aureliano, que es quien lo acabará fusilando cuando restablezca el control de Macondo. Aún en
los periodos más complicados de la guerra, ambos hombres se reunían en forma pacífica para
intercambiar prisioneros y pensar conjuntamente estrategias para resolver los conflictos de modo
humanitario.
En cuanto a su rol en Macondo, Moncada consigue que el pueblo sea nombrado
municipio y así se transforma en su primer alcalde. Su gobierno genera un estado de prosperidad
y paz en el lugar. En ese tiempo, también, vuelve a funcionar la escuela y el padre Coronel
sustituye a Nicanor, quien se encuentra “consumido por las fiebres hepáticas”.
Remedios, heredera del nombre de su madre también es heredera de su belleza por lo que
es conocida como remedios la bella.
Aureliano José deserta del ejército para intentar conquistar a Amaranta. Luego de un
tiempo,
Amaranta termina echándolo para siempre de su habitación. A partir de entonces,
Aureliano José deja de aparecer en la casa y comienza a frecuentar a Pilar Ternera. A
diferencia de
Arcadio, él sí es consciente de que ella es su madre.
Durante ese periodo y a lo largo de doce años, un montón de mujeres se presentan en la
casa de los Buendía con el objeto de bautizar a los hijos (10 varones) que el coronel Aureliano
va engendrando a lo largo de sus viajes. Como prueba de su genética, todos llevan la misma
mirada sobrenatural de su padre y el mismo aspecto silencioso y solitario.
Años después, el regreso del coronel
Aureliano Buendía es inminente y el clima político
de Macondo se pone tenso nuevamente. Un día,
Pilar ve en los naipes que Aureliano José corre
peligro, e intenta retenerlo cuando él quiere ir al teatro. Él la desobedece y, cuando llega al lugar,
ve que un capitán conservador está revisando a la concurrencia.
Aureliano José intenta huir pero
el capitán le dispara por la espalda. Mientras
Aureliano José muere desangrado, una multitud se
abalanza sobre el capitán y más de cuatrocientos hombres descargan sus revólveres sobre él.
Aureliano José es asesinado por el capitán conservador Aquiles Ricardo en medio de la calle.
El primero de octubre, un ejército comandado por el coronel Aureliano Buendía llega a
Macondo y vence a las fuerzas conservadoras.
El coronel Aureliano revisa los títulos de tierra de Macondo y se entera de la estafa que
realizaron su hermano y sobrino en su ausencia. Antes de anular los títulos de propiedad, se
dirige a la casa de
Rebeca para avisarle de su determinación, pero la encuentra consumida por el
luto y acompañada solo de recuerdos.
Juicios de guerra comienzan en Macondo y uno a uno terminan fusilando a los
prisioneros conservadores. Cuando llega el turno del general Moncada,
Úrsula intenta detener a
su hijo para que no mande a fusilarlo, pero él se muestra frío y distante. Antes de cumplir la
sentencia, el coronel visita a su amigo encarcelado e intenta justificar su accionar diciendo que
no es él quien lo mata, sino la revolución. Ante ello, Moncada lo insulta y le dice que lo que más
lamenta es que Aureliano haya dejado de lado sus intenciones humanitarias para transformarse
en el “dictador más despótico y sanguinario” (187) del país.
Úrsula descubrió, a pesar suyo, que su hijo había perdido el corazón en la revolución.
CAPÍTULO 9:
Otra vez en el exterior, el
coronel Aureliano Buendía se mantiene al tanto de la
situación política de Macondo mediante conversaciones telegráficas que sostiene con Gerineldo
Márquez, ahora jefe civil y militar del lugar.
Mientras prosigue con sus actividades para una guerra en la que ya no cree, Gerineldo
pasa su tiempo libre en compañía de
Amaranta, a quien se le sigue proponiendo una y otra vez,
pese a sus rechazos.
Antes de regresar,
Aureliano convoca una asamblea de rebeldes para tratar la
organización de la guerra, en la que un general llamado Teófilo Vargas demuestra tener ideas
que hacen peligrar su poder. En ese momento, un capitán sugiere que deben matarlo para evitarse
problemas, y
Aureliano permite (aunque no la ordena) una emboscada en la que lo ejecutan.
Después del suceso, “un frío interior que le raya los huesos y lo mortifica incluso a pleno sol”
(194) comienza a aquejar al coronel y no lo deja hasta el día de su muerte. Pero mando a ejecutar
al general que propuso la idea para intentar aliviar el frio.
Cuando vuelve a Macondo, a todos le cuesta reconocerlo: completamente tapado por
mantas, no solo el interés por la guerra sino también el sentido de la vida parecen haberlo
abandonado. Además, tiene tantos enemigos que se hace trazar un círculo de tiza alrededor, en
todo momento, para que nadie se le acerque. La soledad lo domina por completo.
Cuando
Aureliano fue a entregar los objetos personales del Gral. Moncada a su viuda, le
quemó y saqueó la casa.
Aureliano realiza en Macondo una comisión de guerra para discutir una acción de
ataque. En la discusión, oye que sus pares políticos desean prescindir de la revisión de títulos de
guerra para no perder el apoyo de los grandes terratenientes del país. También pretenden
renunciar a la lucha contra el clero para obtener el apoyo del pueblo católico. Lo mismo sucede
con las aspiraciones de igualdad entre los hijos naturales y legítimos, ahora para preservar la
integridad de los hogares. En suma: “Sólo estaban luchando por el poder” (196).
Un asesor señala que si esas reformas son buenas, quiere decir que el régimen
conservador también lo es y que los liberales son antipopulares. Sin embargo, el coronel accede a
firmar las peticiones. Gerineldo interpretó el acuerdo como una traición y
Aureliano lo condena
a muerte. (Aureliano recibe la visita de un comisionado de su partido que le propone unas
reformas contrarias al pensamiento liberal, pero aun así las acepta. Gerineldo interpretó el
acuerdo como una traición y fue condenado a muerte por sus palabras.)
Cuando se entera,
Úrsula visita a su hijo y le dice que si llegara a matar a Gerineldo, ella
lo vengaría con sus propias manos, al igual que hubiera hecho si nacía con cola de puerco.
Luego de pasar una larga noche en la que intenta sacarse el sentimiento de soledad de
encima y evocar sin lograrlo momentos felices de su pasado, el
coronel Aureliano se presenta
en la ejecución para salvar a su amigo. Juntos parten de Macondo para intentar ponerle fin de una
vez por todas a la guerra. Ahora, su intención es forzar, no la victoria, sino el fracaso de los
liberales, pero bajo condiciones que sean favorables para ambos bandos. La certeza de que ahora
lucha por su propia liberación y no por ideales abstractos lo infunde de entusiasmo.
Meses después, regresa a Macondo para firmar el armisticio que daría el punto final a la
guerra, y
Úrsula se alegra de que nuevamente vaya a haber un hombre en la casa. Sin embargo,
Aureliano parece extraviado en su propia soledad. Un día, luego de advertir la decepción de su
madre, se disculpa: “Perdone, es que esta guerra ha acabado con todo”.
El armisticio se celebra en Neerlandia, un pueblo cercano a Macondo. Allí, el Coronel
Aureliano
se apura a firmar los papeles de rendición, pese a la resistencia del resto de militares
de su bando. Al finalizar, se dirige a la tienda que le habían dispuesto para descansar y allí se
dispara a sí mismo en el pecho.
A esa hora, en Macondo, Úrsula destapa una olla en la que estaba hirviendo leche y la
encuentra llena de gusanos. Percibe el suceso como una señal de la muerte del coronel
Aureliano y, luego de observar por la ventana, se encuentra con el fantasma de su marido en el
castaño del jardín.
Después de pasar horas llorando junto a él bajo la lluvia, aparecen en la casa los soldados
de su hijo. Llevan al
coronel Aureliano Buendía aún vivo, aunque dominado por la rabia y el
sentimiento de humillación: la bala le traspasó el cuerpo sin tocar ningún órgano vital. El intento
de suicidio le renueva el afecto de la facción liberal, donde lo toman como un acto de honor que
lo redime.
Motivada por el regreso de su hijo,
Úrsula decide renovar la casa, ahora envejecida por
los años y la falta de cuidados. Pone fin a los numerosos duelos superpuestos que vestían a las
mujeres de la casa de negro, vuelve a hacer sonar la pianola de Pietro Crespi e impulsa a trabajar
a los soldados del gobierno que custodian a
Aureliano en los asuntos domésticos. Uno de ellos
se obsesiona tanto con Remedios, la bella, que en el día de Año Nuevo aparece muerto de amor
junto a su ventana.
CAPÍTULO 10:
Para Úrsula, repetición de los nombres en los hombres Buendía se corresponde con un
tipo de personalidad definida: mientras que los Aurelianos eran retraídos pero de una mentalidad
lúcida, los José Arcadio eran impulsivos y emprendedores, pero estaban marcados por un signo
trágico.
Arcadio y Santa Sofía de la Piedad tuvieron gemelos. Pese a ello, le cuesta diferenciar a
los gemelos Aureliano Segundo y José Arcadio Segundo, quienes desde pequeños juegan a
confundir a los demás, imitándose en sus ademanes e intercambiándose las vestimentas. De
hecho,
Úrsula sostiene que en uno de estos juegos terminaron ellos mismos por confundirse de
personalidad, adoptando así la de su hermano. Esta similitud entre los gemelos comienza a
perderse a medida que crecen.
A los doce años, Aureliano Segundo visita la antigua habitación de Melquíades y cuando
ingresa se encuentra con que, a pesar de los años, el lugar está impoluto y el fantasma del gitano
aún permanece en él. Aunque nunca lo conoció, reconoce quién es al instante debido a que su
recuerdo se había transmitido de generación en generación a través de la familia. Desde
entonces, comienza a pasar el tiempo leyendo las antiguas escrituras en su compañía. Un día,
descubre los manuscritos indescifrables de
Melquíades, pero este le dice que nadie debe
descifrarlos “mientras no se hayan cumplido cien años” (214).
Mientras tanto, José Arcadio Segundo comienza a colaborar en las misas con el nuevo
padre del pueblo, Antonio Isabel, y se instruye con él en el arte de las peleas de gallos. Cuando
intenta llevar gallos a la casa, Úrsula se escandaliza al recordar el historial de su marido y le dice
que se vaya con los animales a otro lado. Así, el joven comienza a visitar a su otra abuela,
Pilar
Ternera,
quien le permite hacer sus negocios con los animales sin problemas.
Petra Cotes, una joven que vende rifas en el pueblo, confunde a Aureliano Segundo con
su gemelo. La mujer lo lleva a su cuarto y se acuestan. A partir de ese momento, pasa un periodo
de tiempo en el que ella se acuesta, sin saberlo, con ambos los gemelos. Con el tiempo,
Aureliano Segundo confiesa su trampa y ella opta quedarse con él en lugar de su hermano.
Desde entonces, Aureliano Segundo comienza a criar animales de granja con Petra
Cotes, que luego venden a través de las rifas. Con el tiempo, la pareja advierte que los animales
se reproducen a una velocidad inusitada. La proliferación de animales, según Aureliano, se
vincula principalmente a la influencia sexual de su concubina. Las rifas llevan a la pareja a
volverse las personas más ricas de Macondo.
Aureliano Segundo tiene tanto dinero que se permite malgastarlo en numerosas juergas
que realiza en la casa de los Buendía. Esto disgusta a
Úrsula, quien comienza a rezar para que
vuelvan a ser pobres como antes. Sin embargo, la súplica le sale mal: uno de esos días, un
trabajador de la casa rompe por accidente una estatua de San José, que les habían dejado a su
cuidado en la época de la guerra, y de su interior surgen más de doscientos kilogramos de oro.
José Arcadio Segundo se obsesiona con la idea de conectar Macondo con el mar a través
de una intervención en el canal del río. Su hermano le presta el dinero para la empresa y José
Arcadio se va del pueblo. Vuelve mucho tiempo después, habiendo logrado su cometido de
forma mediocre, ya que el único barco que logra arribar a Macondo es una precaria balsa de
troncos. Pese a ello, lo acompaña un grupo de proxenetas francesas, cuyo buen nivel y

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