Pasaje de la primera tópica a la segunda
El primer método que utilizaba Freud era el método catártico. Se suponía que
el sujeto no había abreaccionado determinado afecto y cuando este
alcanzaba cierto umbral, debía ser descargado (afán de mantenerse libre de
estímulos principio de constancia). De esta manera, en su primera
construcción, Freud adopta un esquema de acto-reflejo: descargar por vías
motrices, una excitación sensible que le llegaba desde fuera. El aparato va a
tender a mantenerse exento de estímulos y solo producirá descargas, que
buscarán momentáneamente satisfacer la necesidad.
Sin embargo, el apremio a la vida perturba el principio de constancia; a partir
de una necesidad corporal (hambre en un bebe) se impone una excitación
que busca descargarse vía motriz (llora, patalea). Pero la situación se
mantiene inmutable, porque la excitación que parte de una necesidad
interna (el hambre) corresponde a una fuerza continua. Aparece un cambio
cuando por algún camino se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción
que cancela el estímulo interno (se le da de comer). Como resultado, nos
quedan dos huellas mnémicas: una hulla mnémica (recuerdo) de la excitación
producida asociada a una imagen mnémica (percepción) de aquello que
satisfizo tal necesidad (hambre-teta). La vivencia de satisfacción es una
hipótesis que Freud construye para explicar la lógica del deseo; el aparato
como una máquina de desear.
Freud a partir de “La interpretación de los sueños” empieza a armar un
modelo de aparato psíquico capaz de explicar las formaciones del ICC y los
sueños en particular. Empieza a utiliza un esquema, llamado “el esquema del
peine” para explicar cómo se usan las representaciones y el afecto en el
aparato psíquico. Este gráfico es parte de lo que se llama la I tópica Freudiana
(Tópica viene del griego “topos” que significa lugar. Es decir, Freud va a
desarrollar una teoría del aparato psíquico en donde habría lugares para cada
una de las instancias, con reglas y modos de funcionamiento propios. Aunque
no sea un lugar “físico” que pueda observarse)
El polo perceptivo (izquierdo) es por donde entra la impresión sensorial,
reciben percepciones que se anudan a la consciencia sin conservar huella
alguna de ella, este carece de memoria, por lo tanto Freud dirá que memoria
y conciencia se excluyen entre sí. Y el polo motor (derecho) es por donde sale
la motilidad, y la descarga. El imagina al psiquismo como una serie de
barreras o lentes a través de las cuales la impresión sensorial progresa desde
lo perceptivo hasta lo motor. Las barreras o filtros que atraviesa contienen a
su vez huellas mnémicas. Las impresiones atraviesan el inconsciente (Icc) y
después el preconsciente (Pcc) que ya es M, es decir motor llegando a la
conciencia en el extremo derecho.
Por lo tanto el AP, en esta primera tópica, estará conformado por Consciente,
Preconsciente e Inconsciente.
Consciente: Este sistema son aquellas percepciones que recibimos del
exterior como del interior, en un momento de la actualidad. No sólo el
sistema consciente es el que percibe.
Preconsciente: está formado por aquellos sentimientos, pensamientos,
fantasías, etc. que no están presentes en la conciencia, pero que pueden
hacerse presentes en cualquier momento. No hay que vencer gran
resistencia para que se hagan conscientes.
Inconsciente: Lo inconsciente está separado, escindido, del pensar consiente.
Freud dice: “Una representación inconsciente será entonces una
representación que no percibimos, pero cuya existencia estamos, sin
embargo, prontos a afirmar, basándonos en indicios y pruebas.” Esos indicios
y pruebas pueden ser las llamadas formaciones del inconsciente: Síntomas
Actos fallidos Sueños Chistes.
SISTEMA INCONCIENTE
SISTEMA
PRECOSNCIENTE
SISTEMA CONSCIENTE
ATEMPORAL: No
respeta los tiempos
lógicos. Coexisten los
deseos infantiles con
los adultos. Se mezclan
los tiempos.
Ej: sueño
TEMPORAL: Respeta
las leyes lógicas y
cronológicas de la
temporalidad.
TEMPORAL: Respeta
las leyes lógicas y
cronológicas de la
temporalidad.
PREDOMINA EL
PRINCIPIO DE PLACER:
Intenta cumplir y
satisfacer sus deseos
inmediatamente. No
hay capacidad de
espera. Es decir la
realidad psíquica
predomina sobre la
realidad material. Es la
búsqueda de placer sin
ningún tipo de censura.
Ej: acto fallido.
PREDOMINA EL
PRINCIPIO DE
REALIDAD: Puede
adatarse a las
circunstancias y
postergar sus deseos si
no pueden llevarse a
cabo aquí y ahora.
PREDOMINA EL
PRINCIPIO DE
REALIDAD: Puede
adatarse a las
circunstancias y
postergar sus deseos si
no pueden llevarse a
cabo aquí y ahora.
ALÓGICO: Los deseos o
sentimientos
contradictorios pueden
coexistir sin que resulte
conflictivo. Aquí algo
puede gustar y
disgustar al mismo
tiempo.
LÓGICA DE LA
REALIDAD: Se adapta al
medio circundante, los
contenidos tienen un
significado en si
mismos, sin significados
ocultos.
LÓGICA DE LA
REALIDAD: Se adapta al
medio circundante, los
contenidos tienen un
significado en si
mismos, sin significados
ocultos.
Empero, Freud comienza a evidenciar que el funcionamiento de la 1ra tópica
no explica todo lo que ocurre en el análisis, ya que no se observa al yo
organizado, aquel que rige la motilidad y la descarga. En contrario, en el
análisis comienza a notar que las asociaciones libres del enfermo fallan
cuando debieran aproximarse a lo reprimido, se le anoticia que está bajo
resistencias y cuando el analista le dice que tales están presentes, éste las
desconoce. Dicha resistencia no proviene de lo inconsciente reprimido, ya
que él no ofrece resistencia alguna a los esfuerzos de la cura, solo aspira a
irrumpir a la conciencia.
Entonces Freud va a formular una 2da tópica como una nueva ordenación
metapsicológica que no supera ni invalida a la 1ra, sino que está destinada a
explicar y abordar los obstáculos que se presentan en el tratamiento
analítico. Se trata de obstáculos que evidencian el accionar de resistencias
que NO provienen de lo reprimido y están asociadas a una satisfacción
pulsional (ello) que excede el marco del principio de placer. Ya que la 1ra
tópica le plantea a Freud dificultades porque la oposición cc-icc no alcanza a
dar cuenta de las dificultades del conflicto psíquico, y que el AP dejará de
regirse por el Principio de Placer, sino que habrá algo Más allá del principio
de placer.
En esta segunda tópica, Freud establece un tercer inconsciente, estructural,
es denominado Ello que a diferencia del dinámico, es no reprimido, y que
está por fuera del marco de las representaciones. Sigue siendo correcto que
todo reprimido es inconsciente, pero no que todo lo inconsciente es
reprimido. Este nuevo inconsciente no invalida al anterior, pero le da a Freud
una dimensión más amplia, a partir de donde puede ubicar estas nuevas
resistencias que aparecen en el análisis. Propondrá una segunda tópica,
constituida, no por sistemas como la primera, sino por instancias: Yo, Ello y
Superyó.
Ello: Su contenido es inconsciente y consiste fundamentalmente en la
expresión psíquica de las pulsiones y deseos. Está en conflicto con el yo y el
superyó, instancias que en la teoría de Freud se han escindido
posteriormente de él.
Freud denomina ello a la parte más primitiva del
aparato psíquico, cuyo contenido concierne a lo heredado, lo innato o lo
constitucional y atañe en particular a las pulsiones.
La condensación y el
desplazamiento demuestran que en el ello la energía psíquica circula con
mayor movilidad que en el yo y que lo que más atarea a aquella instancia es
su afán de proporcionar descarga a las excitaciones que se produzcan en su
interior.
Para Freud, el ello constituye “el núcleo de nuestro ser”. No tiene contacto
directo con el mundo exterior y nos sería incognoscible si no fuera por la
mediación de otra instancia (el yo). Es en su interior que operan las
pulsiones, conformadas por diferentes proporciones de aquello que Freud
considera las “dos fuerzas primordiales”, a saber, Eros y destrucción. La meta
de tales pulsiones no es otra que la de alcanzar la satisfacción, la cual supone
“precisas alteraciones en los órganos con auxilio de objetos del mundo
exterior.” Sin embargo, si se concediera a las pulsiones del ello satisfacción
sin dilación ni prudencia, a menudo sobrevendrían peligrosos conflictos con
el mundo exterior que amenazarían la supervivencia del individuo. El ello no
se preocupa por la seguridad de este: si bien tiene la capacidad de desarrollar
los elementos de la sensación de angustia, no puede apreciarlos. Freud
diferencia “los procesos que son posibles en los elementos psíquicos
supuestos en el interior del ello y entre estos (proceso primario)” y “aquellos
que nos son consabidos por una percepción consiente dentro de nuestra vida
intelectual y de sentimientos”.
Aunque el ello no comercie directamente con
el mundo exterior, le está reservado un mundo de percepción que le es
propio por cuanto ha de tomar registro de las fluctuaciones que acontecen
en su interior (nivel de tensión pulsional) que alcanzan la conciencia a guisa
de sensaciones placenteras o displacenteras. Esta instancia se rige por
el principio de placer, mientras que las demás, que tampoco son capaces de
anularlo, se limitan a modificarlo.
Yo: El yo es la instancia psíquica actuante que aparece como mediadora entre
las otras dos. Intenta conciliar las exigencias normativas y punitivas del
superyó así como las demandas de la realidad con los intereses del ello por
satisfacer deseos inconscientes. Está a cargo de desarrollar mecanismos que
permitan la obtención del mayor placer posible, pero dentro de los límites
que la realidad imponga. La defensa es una de sus competencias y gran parte
de su contenido es inconsciente. La incidencia del mundo exterior alteraría
una porción del ello destinada a convertirse en el yo, porción descrita como
“un estrato cortical dotado de los órganos para la recepción de estímulos y
de los dispositivos para la protección frente a estos” que de allí en más
tomará la función de mediar entre aquella otra instancia y el mundo exterior.
El yo gobernaría los movimientos voluntarios y se ocuparía de bregar por
la autoconservación del individuo mediante la evitación, el dominio y la
cancelación de los estímulos procedentes del exterior, así como también a
través del sometimiento de los reclamos pulsionales provenientes del ello,
respecto de los cuales deberá determinar si se ha de satisfacerlos y, en
caso de ser así, en qué condiciones o sofocarlos. El nivel de tensión dentro
de la organización yoica orientaría su actividad, percibiéndose, por lo general,
un incremento tensional como displacentero y una disminución
como placentera. La tendencia del yo a eludir el displacer conlleva que la
previsión de un aumento del mismo acarree el desprendimiento de una señal
de angustia, denominándose peligro la circunstancia en la que esta tiene
lugar, trátese de una amenaza interna es decir, pulsional o externa.
Durante el sueño, el yo resignaría su vínculo con el mundo exterior y se
constataría en él “una particular distribución de la energía anímica.”
El yo, nace sobre la base del estrato cortical del ello, que se encuentra
provisto de la capacidad de captar estímulos para luego alejarlos, de suerte
que pueda mantenerse en contacto con la realidad objetiva. El
avasallamiento del yo por parte del mundo exterior revela las circunstancias
bajo las cuales se produjeron su génesis y su desarrollo, a saber, la
subyugación a su esfera de influencia de porciones del ello cada vez más
vastas a partir de la percepción consciente de dicha realidad.
Superyó: El superyó es la instancia moral, enjuiciadora de la actividad yoica.
Para Freud, surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo y
constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales.
Así como a partir del ello se originaría el yo, dentro de él nacería más tarde el
superyó, consistente en el relicto de la etapa en la que el individuo no ha
superado aún el desamparo infantil y se mantiene todavía en estrecha
dependencia respecto de sus figuras parentales, cuyos designios pasan a
incorporarse en la constitución de esta tercera instancia.
Importantes sumas
de agresividad hallan un empleo distinto al de ser dirigidas hacia afuera
cuando, a partir de la instauración del superyó, permanecen adheridas al
propio yo, donde sacan a relucir sus virtualidades autodestructivas, hasta el
punto de que resultaría insano o patógeno la retención de la agresión dado
que la pulsión destructiva obstruida ejercería entonces sus efectos a partir
del mecanismo de vuelta hacia la persona propia.
El superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos
morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la
«conciencia moral» y el ideal del yo. La «conciencia moral» se refiere a la
capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es
una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.
El superyó en la enseñanza clásica freudiana es una instancia que no está
presente desde el principio de la vida del sujeto, sino que surge a
consecuencia de la internalización de la figura del padre como un resultado
de la resolución del complejo de Edipo.
Paradoja del superyó: “así, como el padre, debes ser" y la prohibición "así
como el padre no te es lícito ser"
Yo creo que lo paradójico es que hay una parte que va por el lado de la
identificación (ideal del yo), que incorpora las características de ese sujeto y
constituye un modelo con el que se mide el yo constantemente. Pero hay
otra parte (más relacionada con la moral te diría) en la que no es lícito ser
como el padre porque el padre simbolizaría la satisfacción plena: la
satisfacción incestuosa con la madre. Recordá que como te dijeron en el
comentario anterior: el superyó es heredero del complejo de Edipo.
La parte de la satisfacción incestuosa ilícita podes relacionarla muy bien con
totem y tabú, ya que el padre de la horda primitiva queda "cancelado" de los
posibles roles a asumir, se resigna (no es lícito ser como él), pero sigue
constituyendo un modelo con el cual medirse e identificarse constantemente
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