
previsión de un aumento del mismo acarree el desprendimiento de una señal
de angustia, denominándose peligro la circunstancia en la que esta tiene
lugar, trátese de una amenaza interna —es decir, pulsional— o externa.
Durante el sueño, el yo resignaría su vínculo con el mundo exterior y se
constataría en él “una particular distribución de la energía anímica.”
El yo, nace sobre la base del estrato cortical del ello, que se encuentra
provisto de la capacidad de captar estímulos para luego alejarlos, de suerte
que pueda mantenerse en contacto con la realidad objetiva. El
avasallamiento del yo por parte del mundo exterior revela las circunstancias
bajo las cuales se produjeron su génesis y su desarrollo, a saber, la
subyugación a su esfera de influencia de porciones del ello cada vez más
vastas a partir de la percepción consciente de dicha realidad.
Superyó: El superyó es la instancia moral, enjuiciadora de la actividad yoica.
Para Freud, surge como resultado de la resolución del complejo de Edipo y
constituye la internalización de las normas, reglas y prohibiciones parentales.
Así como a partir del ello se originaría el yo, dentro de él nacería más tarde el
superyó, consistente en el relicto de la etapa en la que el individuo no ha
superado aún el desamparo infantil y se mantiene todavía en estrecha
dependencia respecto de sus figuras parentales, cuyos designios pasan a
incorporarse en la constitución de esta tercera instancia.
Importantes sumas
de agresividad hallan un empleo distinto al de ser dirigidas hacia afuera
cuando, a partir de la instauración del superyó, permanecen adheridas al
propio yo, donde sacan a relucir sus virtualidades autodestructivas, hasta el
punto de que resultaría insano o patógeno la retención de la agresión dado
que la pulsión destructiva obstruida ejercería entonces sus efectos a partir
del mecanismo de vuelta hacia la persona propia.
El superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos
morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la
«conciencia moral» y el ideal del yo. La «conciencia moral» se refiere a la
capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es
una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.
El superyó en la enseñanza clásica freudiana es una instancia que no está
presente desde el principio de la vida del sujeto, sino que surge a