
Ingeniería y Sociedad
Ingeniería Industrial
En la sociedad podemos distinguir:
▪ el sustrato o “material” que compone la sociedad: individuos de tal o cual edad y sexo, que residen
en tal o cual lugar, que son tantos o cuantos, etc.
▪ las formas de asociación y su funcionamiento global que regulan las acciones y comportamientos,
fijan los roles, distribuyen las responsabilidades, en una palabra, fijan los deberes y derechos de cada
uno.
▪ los tipos de acciones y prácticas que están determinados por los fines o intereses comunes que han
constituido la asociación. El tipo de acción propio de los padres no es el mismo que el de un gerente
o de un dirigente gremial.
Dentro de este concepto general, podemos distinguir tres niveles: la sociedad mundial en su totalidad,
las sociedades histórica y culturalmente constituidas y las sociedades particulares.
Las múltiples relaciones humanas a través del tiempo y del espacio constituyen concretamente la
sociedad humana como un todo. De allí que podamos hablar de la situación actual de la humanidad o de
sociedades primitivas y de sociedades civilizadas como etapas que el hombre ha ido recorriendo en
busca de una mayor plenitud de vida. Vuelta a vuelta las relaciones del hombre con el mundo y con sus
semejantes, así como la conciencia de sí mismo, ha ido y va cambiando.
Esta sociedad mundial presenta sin embargo una gran multiplicidad de pueblos, con su historia y cultura
propias, lo que nos lleva a hablar de “sociedades” en plural. En este nivel de consideración se concretan
más y mejor las interacciones humanas, ya que tienen un fundamento común en las tradiciones,
instituciones y avatares propios de determinados grupos humanos, en lo político, económico, religioso,
jurídico, etc. que han afectado o afectan a la comunidad.
A su vez, los distintos pueblos no son una masa informe de individuos sino que están conformados por
sociedades que se articulan dentro de los mismos. Estas sociedades son diversas, no solamente por el
fundamento de la relación, sino también por sus fines. Así una familia se fundamenta en relaciones
biológicas y psicológicas y en vistas a la procreación y ayuda mutua, mientras que las otras se
fundamentan en elección libre y según otros fines (comerciales, productivos, profesionales, deportivos,
etc.). Las distintas asociaciones se encarnan en la historia de cada pueblo, cuyos intereses están sujetos a
muchas circunstancias, algunas favorables y otras desfavorables.
Así pues, el individuo entra a formar parte de la sociedad humana, de un modo inmediato, como
miembro de una familia y de un vecindario y como partícipe de ‘sociedades particulares’ más o menos
formales, que se interpenetran e influyen mutuamente. En cada una de estas asociaciones el hombre
cumple un determinado papel (roles sociales): en la familia puede ser el padre, la madre o el hijo, abuelo
o tío, etc.; en un colegio de ingenieros puede estar en la comisión directiva (a su vez con una función) o
ser simple miembro, etc. Desde luego, un mismo individuo participa a la vez de varias sociedades
particulares, como por ejemplo, puede ser hijo/a en la familia, ser alumno o profesor en la universidad,
ser miembro de un club, etc. al mismo tiempo, aunque cumpliendo en cada caso un rol distinto.
Todas estas organizaciones particulares están dentro de una esfera que las comprende y las condiciona
en líneas generales, a saber, la sociedad políticamente constituida. En efecto, las relaciones que en ellas
se establecen están estructuradas conforme a determinadas normas generales que garantizan el
accionar común, a saber, los derechos y deberes que como ciudadanos les corresponde, así como a ‘las
políticas’ (económicas, educativas, científicas y tecnológicas, etc.) fijadas por el poder constitucional.