♦ Como un conjunto de actividades.
♦ Como un nivel de asistencia.
♦ Como una estrategia.
♦ Como una filosofía.
La APS entendida como un conjunto de actividades requiere para poder ser
definida como tal la inclusión de las premisas que se enumeran en la tabla 1.2.
Como se puede apreciar, las actividades de muchos de los actuales sistemas
sanitarios son sólo una parte del conjunto de aquéllas de la APS y, aunque a
primera vista pudiera parecer que en los países industrializados muchas de
ellas ya están resueltas de forma satisfactoria, un análisis en profundidad
revela que en bastantes ocasiones esto no es así: el suministro de agua
potable o el de medicamentos esenciales pueden ser adecuados pero no por
ello deja de ser significativa la contaminación de los cursos naturales de agua y
de las playas o la proliferación injustificada de preparados farmaceúticos
idénticos o el aumento del número de intoxicaciones accidentales y los
trastornos por hipernutrición en la infancia.
Éstos y otros datos indican que la estrategia de la APS no es un proyecto
adecuado exclusiva ni principalmente para los países subdesarrollados sino
que ha de ser asumido también por las naciones ricas e industrializadas,
introduciendo los matices lógicos derivados de su situación concreta respecto a
los distintos grupos de actividades propias de la APS. La APS entendida como
un nivel de asistencia implica su consideración como primer punto de contacto
individual y comunitario con el sistema de salud, con independencia de las
restantes subdivisiones organizativas establecidas en él.
Esta primera toma de contacto ha de ser mutuamente interactiva, en el sentido
de que no se limite el acceso de la persona enferma a los cuidados
proporcionados por el sistema, sino que también sea éste el que promueva los
contactos con los componentes sanos y enfermos de la comunidad y potencie
el autocuidado y autorresponsabilización respecto a la propia salud, a través de
actividades realizadas en consultas, domicilios y otras instituciones propias de
la comunidad.
Un problema importante en este aspecto es el planteado por las muchas veces
difíciles y complejas interrelaciones que existen entre la APS y el nivel
hospitalario; estas relaciones deben estar basadas en intercambios
bidireccionales en condiciones de igualdad y en los que ambas partes aporten
su visión de los problemas y colaboren coordinadamente en su resolución. El
hospital es, sin duda, una institución clave del sistema pero no por ello ha de
atribuírsele una importancia superior a la de la APS.
En el nivel profesional, el médico de Atención Primaria es considerado muchas
veces como de «segunda fila» respecto al hospitalario. Se considera
falsamente que el profesional brillante y de éxito es el del hospital y que los que
no trabajan en él son, en cierto modo, unos fracasados que se han quedado a
mitad de camino en su progresión y a los que no cabe más remedio que
resignarse a un ejercicio profesional de categoría inferior y desprovisto de
interés científico y técnico.
El hospital debe permeabilizarse progresivamente respecto a la APS y sus
profesionales y ha de llevarse a cabo en el marco de las estructuras de
planificación, gestión y organizativas de ámbito territorial (áreas de salud) de
las que forman parte. Para que progresen los cambios de los distintos niveles